Pasado con presente incluido

Juan Fermín Vílchez, el diseñador de periódicos

  • Fue uno de los fundadores de 'El País', redactor jefe de varios rotativos y el diseñador gráfico de casi treinta de ellos

  • Dirigió la mítica revista La Codorniz en su último año y es autor de la 'Historia gráfica de la prensa diaria'

  • Sus graves problemas con la vista le apartaron del mundo periodístico

Juan Fermín Vílchez, el diseñador de periódicos, durante el encuentro

Juan Fermín Vílchez, el diseñador de periódicos, durante el encuentro / A. C.

En la silla de una cafetería de la plaza El Campillo, deslumbrado por el sol del atardecer, está sentado Juan Fermín Vílchez tomando un agua mineral con gas. Juan Fermín Vílchez tiene una figura muy reconocible y una mirada levemente astillada en los cristales de miope. Lleva puesta una camisa a cuadros en cuyo bolsillo asoma el móvil y en cuyos costados se agolpan las carnes procedentes de unos velados michelines. Nada más encontrarnos nos abrazamos porque hace bastante tiempo que no nos vemos.

En la plaza hay murmullo de turistas y paseantes que se mezclan con el piar de los estorninos negros que buscan acomodo para la noche en los inmensos plataneros de la plaza. Los estorninos que sobran en la plaza de la Trinidad van allí. También se pueden ver estorninos en la plaza del Carmen, pero dentro del Ayuntamiento.

Lo que sé de Fermín es que fue una persona muy importante en el discurrir de la prensa escrita en la Transición, que fue uno de los redactores que participaron en la creación de El País, que fue el último director de La Codorniz y que ha estado presente en el diseño de más de treinta periódicos, además de ser redactor jefe de varios de ellos.

Entrevistando a Alfonso Guerra para la revista Panorama Entrevistando a Alfonso Guerra para la revista Panorama

Entrevistando a Alfonso Guerra para la revista Panorama / A. C.

Desde hace más de 20 años está fuera de juego del mundo de la prensa a causa de sus graves problemas con la vista. Vive en Vitoria porque de allí es su mujer y está pasando unos días en Granada porque ha venido unos días a ayudar a su amigo Melchor López en la difusión de una exposición de maquetas hechas con madera de nogal y que hasta ayer ha estado expuesta en el Centro Artístico.

En la capital vasca pasea todos los días por su anillo verde, toma chatos de vinos de la Rioja Alavesa en cualquier taberna y hace cortas excursiones a pueblos cercanos, a la vez que vigila todo aquello que está en trance de descomposición, como la política y el periodismo. Tiene la voz dulce, la vista corta (para leer el móvil necesita una lupa) y su rostro sabe muy bien alternar los gestos de desánimo y esperanza con el ritmo propio de aquellos que saben lo que ha pasado y lo que va a pasar.

Con sus alumnos de Torre Cardela, que les enseñaba a leer los periódicos Con sus alumnos de Torre Cardela, que les enseñaba a leer los periódicos

Con sus alumnos de Torre Cardela, que les enseñaba a leer los periódicos / A. C.

Su penetrante auscultación de la realidad le hace pensar que hay poco futuro para la prensa de papel, pero también está seguro de que a pesar de los avances de las nuevas tecnologías y de la proliferación inusitada de propagadores de noticias, la gente sabrá siempre apreciar donde hay un buen periodista.

Es autor del libro Historia gráfica de la prensa diaria española (1758-1976) y dice que se hizo periodista porque sentía curiosidad por todo y porque le encantaba hacer preguntas sobre cualquier tema. Su afición a dibujar –me confiesa que es un dibujante frustrado– y a ordenar cajones le llevó al diseño de publicaciones. ¡Ah! y tiene fama de hacer bien las maletas.

De Pedro Martínez

Juan Fermín Vílchez de Arribas nace en Pedro Martínez en 1949. Eran sus padres, Florentino y Carmen, los maestros del pueblo, en aquella época en la que los niños iban a una escuela y las niñas a otra. Allí, en aquel pueblo de Los Montes Orientales, pasa su infancia junto a sus dos hermanos: Manuel y María Consuelo, uno mayor que él y la otra menor. Su hermano mayor sería una persona a la que no tenía más remedio que admirar.

Con su buen amigo Paco Martín Morales, cuando ambos trabajaban en La Codorniz Con su buen amigo Paco Martín Morales, cuando ambos trabajaban en La Codorniz

Con su buen amigo Paco Martín Morales, cuando ambos trabajaban en La Codorniz / A. C.

-No tengo buenos recuerdos de mi infancia, sobre todo hasta que cumplí los diez años. Además de ser bastante miope, padecía raquitismo y no dejaba de tomar aceite de hígado de bacalao. Aparte de eso, mis vivencias infantiles fueron las de cualquier niño de los años cincuenta del pasado siglo en un pueblo: acudiendo a la escuela –donde a media mañana nos daban un vaso de leche en polvo disuelta en agua y por la tarde un pedazo de queso de lata, gracias a los Estados Unidos de América–, jugando a lo que se podía en aquella época y descubriendo la atracción por las niñas y las desigualdades económica e ideológicas que había en mi pandilla. Lo que sí recuerdo es que esperaba con ilusión las fiestas patronales de septiembre porque venían circos y los 'caballitos'. Y que teníamos obligación de asistir a misa. Yo me llevaba tres años con mis hermanos. Por cierto, mi hermano Manuel fue líder estudiantil en la universidad granadina en 1967, fue delegado de la FUDE (Federación Universitaria Democrática Española) y, lógicamente, esto le costó serios problemas con la policía franquista. Asistió a la famosa reunión de Valencia de aquel año, donde acudieron representantes de todos los distritos universitarios de España, y fue detenido como todos. Luego, ya licenciado y mientras hacía el servicio militar en Madrid, fue trasladado a Villa Cisneros (hoy Dajla) –en el antiguo Sahara español– cuando se decretó el estado de excepción en 1969.

Juan Fermín hace el bachiller elemental matriculándose por libre en el Instituto Padre Suárez. No asiste a clase, solo a los exámenes. Para ello se prepara en la Academia Gamo, que han abierto en el pueblo los maestros Diego García Garrido y Antonio Morales Rojas, dos profesores que influyen muy positivamente en mi formación y que están presentes en sus mejores recuerdos.

-En 1963 ingresé en la Escuela Normal y aquí me gradué como Maestro de Primera Enseñanza en 1966. En Granada viví con mi hermano en una pensión, al principio, y después en una casa particular que admitía estudiantes. Aquí coincidí dos cursos con el famoso doctor vasco José Ángel Portuondo Echarri (que estudiaba Medicina en Granada), pionero de la fecundación in vitro en España en el Hospital de Cruces de Bilbao y fallecido trágicamente en el accidente de aviación del Monte Oiz. José Ángel me salvó de una peritonitis aguda cuando una noche me envió de urgencia al hospital después de reconocerme exhaustivamente en aquella casa de estudiantes. El grave problema intestinal quedó, afortunadamente para mí, en una operación de apendicitis.

Con el staff de El Periódico de Catalunya, donde fue redactor jefe. Sentado primero por la izquierda Con el staff de El Periódico de Catalunya, donde fue redactor jefe. Sentado primero por la izquierda

Con el staff de El Periódico de Catalunya, donde fue redactor jefe. Sentado primero por la izquierda / A. C.

La familia Vílchez vive en Pedro Martínez hasta que se traslada a Granada en 1971 porque a los padres le dan plaza para ejercer de maestros en Maracena. Vílchez aprueba las oposiciones de Magisterio y trabaja como maestro en Torre Cardela y en Pedro Martínez, en donde habían ejercido también sus padres. Ya por entonces le gustaba el periodismo y realizaba en la escuela pequeñas publicaciones hechas con la multicopista con los trabajos de los niños. Hasta que su afición se convierte en un deseo irrefrenable y en 1969 se presenta al examen de ingreso en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Solicita un permiso de tres meses en Magisterio y se traslada a la capital de España para hacer los exámenes de junio. Al mismo tiempo inicia algunas esporádicas colaboraciones en el diario Patria, aquí en Granada.

-Primero acudí a Ideal, pero muy amablemente –eso sí– me dijeron que no admitían a alumnos en prácticas. Hasta que Melchor Sáiz-Pardo no llegó a la dirección, en agosto de 1971, los escasos alumnos de Periodismo que éramos de Granada no tuvimos posibilidades de colaborar allí. Siempre recordaré a José Luis Piñero, jefe de la sección deportiva de Patria, que me publicó mi primera entrevista en un periódico realizada a Néstor 'Pipo' Rossi entrenador del Granada CF.

En Madrid

En 1971 Juan Fermín deja definitivamente el Magisterio y se busca las habichuelas en Madrid. Allí trabaja en la Gaceta Universitaria –que dirigía Juan de Dios Mellado– en Marca y en la revista Crítica, donde aprende los principios básicos del diseño periodístico de manos del lojeño Julio Alonso Cardenete. Su primer trabajo fijo llega en 1972, en una pequeña empresa de revista montada por los hermanos Miguel y Luis de Haro Serrano, que eran de Purullena.

Juan Fermín estaba lejos de Granada, pero no de los granadinos. Después de trabajar en una empresa de publicaciones a las órdenes de Manuel Martín Ferrand y de obtener el carné profesional e inscribirse en el Registro Oficial de Periodistas, su compañero de promoción, Joaquín Marín, le propone trabajar en Sur de Málaga.

Allí comienza una carrera laboral tan amplia como sus intenciones de triunfar en el mundo de la prensa. Fue uno de los redactores que estuvo en la creación de El País y ha sido redactor jefe de los periódicos Patria, Arriba, Periódico de Catalunya, La Vanguardia y dirigió las revistas Panorama y La Codorniz en su último año. Como diseñador gráfico ha estado presente en los diseños de Diario de Granada, Ideal, El Independiente, La Región, Faro de Vigo, Diario de Burgos... Siendo director de diseño del Grupo Zeta, participó en las remodelaciones gráficas de Interviú, Tiempo, Panorama...

Antes de llegar al final, Juan Fermín ha pasado por todas las redacciones posibles, desde aquellos viejos y sucios locales con olor a plomo y papel antiguo, a aquellos de diseño modernista parecidos a asépticos laboratorios en los que manda la pulcritud y la limpieza.

Con el dibujante Máximo Con el dibujante Máximo

Con el dibujante Máximo / A. C.

-La verdad es que he trabajo en muchos sitios. Me acuerdo de que una vez que vine a Granada me encontré con Paco Martínez Perea y me preguntó: "Vílchez, ¿dónde trabajas ahora? A este paso nunca vas a devengar trienios en ninguna empresa". Y es verdad, nunca estuve tres años seguidos en un proyecto o en una aventura periodística.

En dique seco

Hasta que a mediados de la década de los noventa la vista le dijo hasta aquí hemos llegado. Le han hecho seis operaciones en los ojos y dice que todavía no ha terminado su suplicio con la vista. Fue jubilado anticipadamente por incapacidad laboral. Aun así, durante sus etapas de recuperación visual, entre operación y operación y gracias al uso de ordenador, me confiesa, ha tenido tiempo de dar conferencias sobre su especialidad y acabar el libro sobre la historia del diseño gráfico en España.

Dice Juan Fermín que se lleva bien con todo el mundo, que en su alma no hay espacio para el resentimiento y que respeta todas las ideologías posibles, pero, eso sí, nunca discute con desconocidos, solo con las personas que tiene confianza. Con Granada mantiene su relación de siempre: venir de vez en cuando a su pueblo y a la capital, donde mantiene amistad con muchos colegas y paisanos.

-Granada es una de las ciudades más maravillosas del mundo. Muchos granadinos no valoran bien la ciudad donde viven. Eso sí, aguantan pacientemente a sus políticos, escasamente preocupados en mejorar Granada. El tiempo que tardó la construcción de la autovía de Motril o la conexión inacabada del tren AVE con Madrid, son dos clarísimos ejemplos de lo que afirmo. En otra ciudad esto no habría ocurrido.

Desde hace cuatro o cinco años no escribe en los periódicos. Su último artículo fue sobre la crisis de la prensa.

-El lector huye de la prensa española tradicional porque ésta ya no es lo que fue, una referencia durante la Transición política en la defensa de la democracia y las libertades. Se ha perdido calidad y rigor en su elaboración, sobre todo desde que los periodistas más expertos fueron despedidos o jubilados prematuramente de las redacciones. Además, la crisis de la prensa escrita es una realidad creciente desde que a finales del pasado siglo comenzaron a implantarse los sistemas informáticos para difundir noticias y opiniones, además de instruir y entretener. Los expertos en comunicación social auguran un futuro inmediato donde desaparecerán numerosos periódicos legendarios, sobrevivirán muy pocas cabeceras para minorías lectoras adictas al papel y los medios digitales serán hegemónicos.

A la izquierda, recogiendo un premio como diseñador gráfico A la izquierda, recogiendo un premio como diseñador gráfico

A la izquierda, recogiendo un premio como diseñador gráfico / A. C.

-Aun así… ¿tienes confianza en el periodismo?

-Mira, el buen periodismo siempre será necesario en cualquier medio, sea digital, radiofónico o televisivo. El papel, desgraciadamente, pasó a la historia. La buena prensa estará realizada por profesionales rigurosos y honestos porque cualquiera que tenga un teléfono móvil, o miles de seguidores en la televisión y las redes, no podrá hacerla nunca si desconoce o manipula las normas éticas de esta profesión. Ya se darán cuenta los ciudadanos oyendo, viendo o leyendo en pantalla quienes son los periodistas fiables y quiénes no.

-¿Qué esperas de la vida, Juan Fermín?

-Cuando cumples los 70 años, como es mi caso, te colocas en primera línea de fuego. Como dice uno de mis mejores amigos madrileños, "nos silban las balas". Espero que sigan fallando en la puntería muchos años. Jajajaja.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios