Juzgado de Guardia, el 'servicio de urgencias' de la justicia

La tranquilidad de agosto en los juzgados es relativa: hay un órgano que nunca cierra y que tramita a diario entre 300 y 400 asuntos Las guardias están plagadas de anécdotas

Juzgado de Guardia, el 'servicio de urgencias' de la justicia
Y. Huertas Granada

30 de agosto 2015 - 01:00

En los pasillos de los juzgados de la Caleta se nota que es verano. No se respira el estrés de costumbre ni se forman las habituales colas frente los ascensores de la Planta Baja. Una relativa tranquilidad se ha apoderado del edificio. Relativa porque aunque agosto sea inhábil en la mayoría de los órganos judiciales hay uno que no se detiene: el Juzgado de Guardia.

El Juzgado de Guardia es una especie de cajón de sastre. Cada día aterrizan en él entre 300 y 400 asuntos, entre querellas, denuncias y atestados. "Es como un servicio de urgencias", dice el juez Basilio García, que es el titular del Juzgado de Instrucción 1 de la capital y al que le han tocado cuatro guardias en los últimos diez días este mes.

Basilio García y los otros ocho jueces de Instrucción del Partido Judicial de Granada se van turnando para llevar el timón de este órgano, que recibe una media diaria de siete u ocho detenidos. La cifra, no obstante, es muy variable: hay días en los que pueden pasar a disposición judicial 20 arrestados y otros en los que sólo uno o dos, pero la media es ésa. Las guardias son de 24 horas. De 9:00 a 21:00. Y las hay todos los días del año, llueva, truene o sea festivo.

"La verdad es que un día de agosto en el Juzgado de Guardia no es diferente; no cambia nada. Hay el mismo personal, pero a lo mejor todos los funcionarios no son los del juzgado porque algunos están de vacaciones y se sustituyen. Pero lo demás es igual: hay un secretario, está el fiscal, el juez y los médicos forenses", detalla el magistrado, que lleva en su destino actual 15 años. Aunque hay días en los que se pueden registrar más asuntos incluso que en época hábil, García reconoce cierta bajada en el número de casos que tienen entrada este mes. "Los conflictos surgen entre las personas y si las personas se van pues normalmente hay menos conflictos", razona.

Para cuadrar el calendario de las guardias, los jueces se organizan con antelación. Se confecciona un turno de vacaciones por la Junta de Jueces y se manda al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) para su aprobación. "En un partido judicial como el de Granada, con 9 juzgados de Instrucción, el TSJA dice el número mínimo de jueces que debe haber, que en este caso serían tres", aclara . Él, además de la llevanza de su propio juzgado y del de guardia cuando le toca, también tiene que sustituir a un compañero que está estos días de vacaciones.

"Aunque sea agosto, de guardia siempre se mantiene cierta tensión, pues te pueden llamar en cualquier momento y pedir la Policía, por ejemplo, solicitudes de entrada y registro", explica el juez, que hace una matización importante: no todos los asuntos que llegan en una guardia se los queda el órgano que ese día lo está. "Los que implican actuaciones urgentes se los queda el juez de guardia, que está para eso; lo demás, por lo general, todo va a reparto".

El juez saliente de guardia tiene el día siguiente de descanso. Es un privilegio lógico del que no todos hacen uso. García, por ejemplo, renuncia a disfrutarlo y vuelve a Caleta a sacar trabajo. Tiene montañas de expedientes esperándole en su oficina, muchas investigaciones en curso y diligencias que practicar, "y al contrario de lo que ocurre en otras profesiones si te vas de vacaciones nadie te va a resolver lo tuyo". Cada juzgado de Instrucción, de hecho, recibe una media de 12.000 asuntos al año, que finalmente, con los sobreseimientos por falta de autor conocido u otros motivos, se reducen a la mitad. García cree que harían falta al menos otros dos órganos en Granada para atender sin asfixia todo el trabajo ordinario.

La fiscal Isabel Hernández, que forma parte de la Fiscalía de Granada desde 2012, compartió esta semana una de las guardias con Basilio García. "Nuestra función depende de la delincuencia realmente; si es un día tranquilo pues tenemos una guardia tranquila, pero no tiene tanta relación con que sea agosto como con el trabajo que haya", subraya.

Juez y fiscal se quedan en la oficina físicamente hasta que ventilan todos los asuntos. A última hora de la tarde se marchan a casa, pero con el móvil siempre encendido, pues tienen que estar disponibles por si reciben aviso de algún homicidio u otro incidente grave durante la noche. Ambos coinciden en que dependiendo del día de la semana estos turnos pueden ser más complicados o menos. No es lo mismo un martes, por ejemplo, que un sábado. Los fines de semana hay un mayor ocio nocturno y se multiplican las posibilidades de altercados o alcoholemias.

Los delitos se repiten guardia tras guardia. Los "típicos" son los de violencia doméstica y violencia de género -que aumentan en estas fechas debido a la convivencia más intensa de cónyuges y familiares-, lesiones, amenazas, alcoholemias y conducciones sin carné. También hay robos, claro. "A nosotros la guardia nos la determinan los asuntos, realmente", agrega la fiscal, que entiende que cuando hay acontecimientos importantes que conllevan aglomeraciones de personas, como puede ser la Fiesta de la Primavera, se genera más trabajo. Sole, una funcionaria de la Fiscalía, está de acuerdo con ella en que "hay días". También cree que la intensidad de la guardia no depende de la estación ni del mes.

Paco Jiménez es funcionario de Instrucción 1 y explica que el servicio de guardia "siempre está todo cubierto" y nunca puede faltar un funcionario. "Hay dos oficiales, cinco auxiliares y dos agentes judiciales", precisa. A él le tocó descolgar el teléfono el día en que ocurrió el crimen machista de Armilla y activar toda la maquinaria judicial. Aunque los delitos de sangre son los menos frecuentes condicionan sobremanera una guardia.

Las guardias conllevan "un incentivo económico" y, según Paco, la mayoría de los funcionarios están contentos con el sistema actual, si bien "hay excepciones y días que nos sobrepasan". Su memoria está repleta de anécdotas ocurridas durante las guardias, algunas surrealistas. "Tenemos una cartera de clientes muy sui géneris", bromea. Un caso que le hace aún reír al recordarlo es el de un camionero que transportaba cerdos y se le cayó uno en el viaje. El hombre fue al juzgado para denunciar que la culpa del extravío había sido del copiloto.

También el magistrado ha vivido otros episodios dignos de mención, como el de una señora con un ojo de cristal que, en un juicio rápido por roces con una vecina, se lo sacó en mitad de la sala y lo mostró sujetándolo con dos dedos ante la mirada atónita de todos. Otra de las historias llamativas que han pasado por sus manos es la de un granadino que creía estar siendo espiado por los servicios secretos alemanes. "Hay muchas personas con problemas o alteraciones mentales que acuden en verano al juzgado; más de las que la gente piensa", asegura. Alguna incluso ha acudido "en batín" directo del hospital, añade Paco.

Otros supuestos en los que intervienen los jueces de guardia son los matrimonio in articulo mortis. Se trata de celebrar una boda civil cuando uno de los cónyuges está a punto de fallecer y la pareja decide dar el paso antes de que la muerte les separe. En definitiva, en el juzgado de guardia cabe todo menos la inactividad.

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