pasado con presente incluido

MARÍA CASTELLANOEl coraje de una dama

  • Fue la primera catedrática de Medicina de España y pionera en asuntos de relevancia social como el tratamiento de la violencia de género o los estudios para las 'pruebas de paternidad'

  • Se jubila el mes que viene y dedicará parte de su tiempo a clasificar miles de fotos, documentos e informes

María Castellano, en una fotografía actual.

María Castellano, en una fotografía actual. / rpo gráfico: a. c. y archivo

Parece frágil y quebradiza, pero en esta mujer de cuerpo menudo se han dado circunstancias y desgracias familiares para deprimir a un gigante. Perdió a su marido en un accidente de tráfico cuando iba a reunirse con ella a Zaragoza. Luego perdió a su hijo, que murió a consecuencia de un cáncer de huesos. Y hace poco a ella le han diagnosticado un cáncer de ovarios del que se está tratando. Pero en la conversación ella me habla con pasión de otros tramos de su biografía. Me dice que profesionalmente la vida le ha tratado bien y apenas quiere ahondar a esos lances sin duda despiadados, como si un sigiloso decoro atajara los envites de un malhadado destino que le ha dejado sin dos de los seres que más ha amado en el mundo. Y aun así sigue exigiéndole a la vida su derecho a ser feliz y sigue aportando a la Medicina Legal toda aquella experiencia que ha acumulado en años de clases, informes y entrevistas a víctimas y verdugos. Fue la primera mujer que consiguió una cátedra de Medicina en España y observada desde el ángulo adecuado, al trasluz de la ventana, se le nota alrededor del cuerpo como un vaho de vitalidad que hace pensar al interlocutor que está ante una mujer que todo lo que es se lo ha tenido que currar. Además ha sido pionera en asuntos de tanta relevancia como el tratamiento de la violencia hacia la mujer o los estudios para las 'pruebas de paternidad', cuando aún en España estaban prohibidas. También fue pionera en asuntos relacionados con la psiquiatría forense o con el derecho sanitario. Se ha recorrido casi todas las cárceles de España para elaborar los informes forenses con los que ayudar a los jueces a la hora de emitir una sentencia. En los ochenta ya hablaba de humanización en la sanidad, un concepto en el que, aún en nuestros días, se sigue trabajando. Y, entre otras cosas, fue también la segunda académica en la Academia de Medicina, donde continúa como miembro, al igual que en la Organización Médica Colegial, a cuya Comisión Deontológica pertenece. Hoy, a punto de jubilarse, sigue siendo un referente en todo lo relacionado con la violencia de género y con los estudios sobre el maltrato y el maltratador. A lo largo de su carrera ha recibido numerosos reconocimientos, como la Cruz de Primera Clase de San Raimundo de Peñafort en 1983, por su colaboración con la Administración de Justicia, o la Medalla al Mérito Policial, con distintivo blanco, por su colaboración en la formación de la policía judicial española en 1992, entre otros. Sus valores son la base de sus logros y su pasión por la Medicina y por el ser humano en general, el origen de sus méritos.

Perdió a su marido en un accidente de tráfico y a su hijo por un cáncer de huesosPiensa publicar en la Real Academia de Medicina trabajos del fruto de su experienciaSe ha recorrido casi todas las cárceles de España para elaborar informes forenses

una mujer vitalista

María vive en un espacioso piso de la calle Severo Ochoa. Allí me cita para la entrevista aunque antes me advierte que acaba de llegar de Madrid y no tiene ni para ofrecerme un café. El piso es amplio y no hay habitación en él que no contenga una estantería con cientos de libros. Hay de todas las materias, aunque los que más abundan son de Medicina y enciclopedias que ha ido acumulando a lo largo del tiempo. Me dice que allí no están solo los libros de Medicina que ella y su marido pudieron reunir, sino también las bibliotecas familiares del suegro y de varios tíos, también médicos.

La conversación con María es como su propia existencia: vitalista, indagadora, interesante. Enseguida se adivina que fue una niña despierta y tremendamente curiosa que tuvo su primera escuela en una cortijada de Jaén, a donde iba un maestro a dar clases a los quince o veinte niños de edades comprendidas entre los seis y quince años. Un día el maestro fue a decirle a su padre que ya le había enseñado a la niña todo lo que podía enseñarle y que debía de buscar un colegio en la capital porque apuntaba lejos. Eso pasó en una cortijada llamada Castillo de Fuentetétar, en donde ella nació en 1948. Su padre, que era agricultor, conoció allí a su madre, un mujer culta y sensible, que había ido desde la capital al campo a pasar un luto. María recuerda sus juegos con sus hermanos y amigos por el castillo rural del siglo XII que hay en la zona y desde donde se ve a lo lejos Jaén, Mengíbar y las Infantas. Hasta los diez años estuvo integrada en la naturaleza y en los ciclos vitales del campo, empapándose de aire limpio y curtiéndose con las fatigas que supone vivir alejado de la ciudad.

-Suelo decir que soy una mujer que ha pasado de la prehistoria a la época de la tecnología más avanzada que existe hoy. En la cortijada donde pasé mi infancia no había ni luz eléctrica ni agua corriente. Vivíamos aislados, sobre todo cuando los caminos se hacían intransitables por la lluvia o la nieve. Y ahora hablo por 'guasap' con mis hijas. Mi mentalidad se ha tenido que ir acomodando con el paso del tiempo y creo que me he adaptado bien a todos los cambios.

A los once años sus padres la envían a Jaén para que estudie en Las Carmelitas. Allí vivirá con su abuela y hará el bachiller. Hasta que llega la hora de ir a la Universidad.

-Yo quería hacer Medicina pero para eso tenía que irme a Granada. A mi padre no le sentó bien la idea de que me fuera sola a Granada y en un principio me dijo que nanay de la China, que no me iba. Lo convenció un padre limosnero de San Rafael que iba de vez en cuando por la cortijada. Le dijo que no se preocupara porque a su hija no le iba a pasar nada. Él conocía un sitio donde podía alojarme mientras estudiaba Medicina. Era el Servicio Doméstico que había en la Gran Vía. Y allí estuve los seis años que duró la carrera.

Durante sus estudios conoció al compañero que luego se convertiría en su marido. Ella terminó en julio de 1972 y se casaron en septiembre de ese mismo año. Poco después empezó a trabajar de profesora ayudante mientras hacía la tesis

-A mí me gustaba la psiquiatría porque significa la existencia de una relación directa con las personas. Pero mi marido me quitó la idea porque en esa especialidad había mucha competencia. Me aconsejó la Medicina Legal y Forense, donde había menos demanda. Él me ayudó mucho y tenía claro que yo tenía que sacarme la cátedra.

En el año 1974 tiene su primera hija y dos años más tarde la segunda. En el año 1977 se doctora y su primera plaza es Alcalá la Real. Mientras prepara las oposiciones como profesora adjunta y tras aprobarlas con el número uno, vuelve a Granada en 1978. Ese mismo año, y embarazada ya de su tercer hijo, la familia se traslada a Bélgica donde amplía sus estudios en el Instituto de Medicina Legal de Lieja. Vuelve un año más tarde a España siendo la profesional que más conocía todo lo relacionado con los marcadores genéticos que se aplican a la paternidad. En 1980 se convierte en la primera mujer catedrática de una Facultad de Medicina española. Ese mismo año es nombrada jefa del Servicio de Medicina Legal y Toxicología del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, de Zaragoza, hasta 1996. Tras 17 años en la capital maña vuelve a Granada, con un reconocimiento muy extendido en la especialidad.

Los reveses de la vida

María habla a media voz y con un ligero acento andaluz, pero un acento prototipo de esta zona, desprovista de adherentes ridículas y tópicos de sainete. Un andaluz filtrado por su niñez en el campo y su educación en un colegio de religiosas. Baja la voz cuando habla de los reveses que le ha dado la vida, cuando recuerda la muerte en accidente de tráfico de su marido en 1993 o de su hijo en 2008, un chico alegre y decidido al que le diagnosticaron cáncer de huesos con veintipocos años.

-Él vivía en Zaragoza, donde era ingeniero informático y tenía novia. Fue tratado de su enfermedad en Madrid, a donde me iba dos o tres días todas las semanas a estar con él. ¿Sabes? Lo peor que le puede pasar a una madre es perder un hijo. Es terrible -dice con la voz muy baja y un nudo en la garganta.

Como pasa con muchas mujeres que han sido las primeras en algo, María Castellano reconoce que tuvo que esforzarse, pero no se sintió discriminada.

-Mi marido fue mi gran apoyo intelectual. También me han ayudado mucho Enrique Villanueva, que me animaba para ser catedrática. En fin... No he visto que por ser mujer haya tenido demasiados problemas para alcanzar lo que siempre he querido.

María ha hecho miles de informes forenses a petición judicial y ahora, al hacer balance de su vida laboral, dice que en general ha cumplido el objetivo que quería.

-Para hacer los informes tenía que hablar con víctimas y, por supuesto, acusados y culpables de algún delito, personas que estaban fuera de la realidad. Lo que más me recompensaba era comprobar que estos se solían abrir a mí porque pensaban que estaban ante una persona que los entendía. También me siento orgullosa de haber podido atender siempre mis obligaciones, por muy mal que estuviera por dentro. Durante la enfermedad de mi hijo no dejé de dar clases y de ocuparme de mis compromisos laborales. Y cuando me detectaron a mí la enfermedad solo estuve un mes de baja. La actividad me ayuda a superar las cosas.

María me cuenta que le diagnosticaron un cáncer de ovarios hace un par de años. Dice que sigue el tratamiento y que se ha puesto en manos de sus colegas para sobrellevar lo mejor que pueda la maldita enfermedad. Por supuesto tiene muchos proyectos de cara al futuro, que para ella comienza a finales de agosto, cuando se jubile definitivamente. Dice que quiere poner en orden miles de fotos, cartas y documentos que tiene desperdigados y en cajas y que se va a llevar al cortijo de Fuentetétar porque allí ha habilitado un espacio para todos esos recuerdos. También tiene pensamiento de publicar en la Real Academia de Medicina trabajos que son fruto de su experiencia. Y a pasear e incluso a viajar, sobre todo para ver a sus tres nietos.

-Mira si vas a poner datos biográficos míos que no se te olvide decir que soy presidenta de La Orden de Caballeros y Damas del Santo Sepulcro y Basílica de San Juan de Dios.

-¿Y eso?

-Bueno, porque me parecía interesante formar parte de este colectivo que tiene como objetivo mantener algo tan granadino como la basílica de San Juan de Dios y el sepulcro donde está enterrado el santo. Creo que en la vida también hay que estar por estas cosas. Yo soy Dama del Santo Sepulcro. Por cierto, que cuando me llamaste el otro día pensé que tú podrías formar parte de la Orden.

-Suena a algo del pasado. ¿Son esos que se ponen una capa blanca?

-Sí. Son gente estupenda. Tú encajarías ahí.

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