Un acompañamiento hacia un futuro mejor

Varios niños de la zona norte participan en un proyecto para potenciar el hábito y la comprensión lectora para dotarles de herramientas para mejorar su situación

Los granadinos, invitados a mirar los libros desde otra perspectiva

Eva Ibáñez (de azul, a la izquierda) junto a Janeth y Yasmina en las instalaciones de Alfa. / Jesús Jiménez / GPMedia

Con la llegada de junio, tocaba cerrar los cuadernos y empezar a pensar en las vacaciones de verano. En todos los centros educativos se preparan graduaciones para celebrar el fin de curso y las instalaciones de la asociación Alfa (Almanjáyar en Familia) no han sido la excepción, aunque el curso que los alumnos despidieron este pasado mes fue algo peculiar.

Lo fue por duración, solo un semestre, pero también por su particularidades. Un total de dieciséis niños y niñas del centro han participado en la primera edición del proyecto Acompañamiento a la lectura, dirigido a menores en situación de vulnerabilidad, en el que también han participado 15 alumnas (en femenino, porque eran todas mujeres) de segundo año de Educación Primaria y el Voluntariado CaixaBank.

Esta iniciativa consiste en hacer un “acompañamiento escolar a chavales con dificultades de lectura o escritura e intentar al mismo tiempo que se alejen de las pantallas y que mejoren sus habilidades”, relata Miguel Ángel Palanco, delegado del Voluntariado en la provincia de Granada, quien insiste precisamente en la palabra que encabeza el proyecto: “acompañamiento”. “Esta es una actividad que requiere recurrencia, tienes que darle continuidad, no puedes estar con el chaval un rato y luego desaparecer, porque se pierde”, ahonda.

Y es ahí, en ese acompañamiento, donde entra en escena una de las protagonistas de esta historia, Eva Ibáñez. Ella, junto a sus catorce compañeras han compartido seis meses con 16 alumnos de Alfa –el objetivo es elevar la cifra hasta los 25 el próximo curso–, ayudándoles a descubrir el amor por la lectura y mejorar sus habilidades. “Me alegro muchísimo de haber vivido esta experiencia porque al principio era un poco como lanzarse a la aventura, pero al final, y para tratarse de un tema que es complicado, creo ha tenido un resultado bastante bueno, porque además he cogido una amistad con ellas buenísima y a pesar de tener que venir aquí por la tarde vale la pena, porque luego llegas a tu casa con una sonrisa”, cuenta la joven estudiante, reconvertida ahora en mentora.

Eva, junto a Janeth, en una clase de las instalaciones de Alfa. / Jesús Jiménez / GPMedia

Esas ellas que menciona Ibáñez son Janeth –que cumplirá los 12 años en septiembre y que no se separa de ella durante la entrevista y ejerce de apuntadora en varias ocasiones– y Coraima, las dos alumnas a las que ha acompañado durante este proyecto y entre las que ha surgido, en un giro de guion inesperado según los responsables del proyecto, y se han convertido en amigas.

La amistad, sin embargo, ha llegado al final de un capítulo y el siguiente comenzará, como mínimo, dentro de un año. Eva comenzará en septiembre su Erasmus en Alemania y no podrá volver a formar parte del proyecto, algo que parece no gustar mucho a Janeth: “¿Cuándo vuelvas si nos ha tocado con otra maestra tú ya no vas a poder estar con nosotras?”, pregunta, con no poca cara de pena; “pero yo pido que me vuelvan a poner con vosotras”, responde con entusiasmo la seño y la respuesta parece agradar a Janeth.

Uno de los objetivos que persigue el proyecto es brindar a los menores “referentes positivos” que escapan a la “realidad compleja” en la que muchos de ellos viven. Así lo explica Juan Carlos Carrión, quien “tiene la suerte de coordinar Alfa”, como él mismo se presenta.

Mirando cómo mira Janeth a su seño parece que ese objetivo se ha cumplido, aunque la menor aún parece no tener claro lo de dedicarse a la docencia, porque no quiere tener que irse “cuando sea mayor”, como Ibáñez, quien no puede evitar soltar una risa ante el comentario de su alumna.

Aún tiene tiempo. La propia mentora reconoce que su vocación no fue la enseñanza de pequeña, pero sí que ha tenido algo de predilección hacia los más pequeños, una inclinación que terminó madurando por su padre (también maestro) y algunos profesores a lo largo de su “recorrido académico” que la han marcado bastante.

Donde quizá tiene menos escapatoria es en la lectura. Parte clave en este proyecto, Ibáñez reconoce que “de pequeña no tenía mucho hábito de lectura”, porque se ponía nerviosa leyendo en voz alta en clase y le cogío “un poco de rechazo a la lectura”, pero ahora, ya adulta, está volviendo a leer y reconoce que le hubiera “muchísimo” que le inculcasen ese hábito desde pequeña.

Ahora ella compensa ese deseo con Janeth, que se está adentrando en el mundo de la literatura y creando el hábito de la lectura, con la saga de Geronimo Stilton como su referencia.

Pero no solo de literatura vive el ser humano y aunque el programa Acompañamiento a la lectura tiene en los libros su principal valor, no es el único. El objetivo final, como recalca Carrión es dotar a esos niños y niñas “de herramientas, de educación, para que puedan decidir su futuro” con mayor libertad y para eso las mentoras utilizan los libros –que pueblan las estanterías de Alfa, “de todos los tipos”, según su coordinador–, pero también la música o los cómics, todo lo que ayude a crear ese hábito de lectura, de pensamiento crítico que ayude a los menores a buscar un futuro mejor.

En los próximos meses, la Universidad pondrá la nota a este proyecto. Antes de su inicio, se hicieron una serie de pruebas a los niños para saber en el punto en el que se encontraban y, una vez concluido, volvieron a pasar por los examinadores. El objetivo, explican desde la institución académica, es “comprobar si realmente ha habido un progreso” tras los seis meses que ha durado el acompañamiento, en un intento de hacer este proyecto más objetivo, más científico, pero mirando la química entreEva y Janeth parece claro que, números y calificaciones aparte, el proyecto ha sido todo un éxito.

“El modelo ha qudado tan bien que es fácilmente exportable”

Miguel Ángel Palanco recuerda los inicios de este proyecto, pionero a nivel nacional, que califica como duros hasta que entró en juego la Universidad de Granada, a través del vicerecotrado de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social, que permitó meter en la ecuación a las alumnas de Educación Primaria y engrasar un proyecto al que finamente dio el último empujón la asociación Alfa.

Ahora, un semestre después, el proyecto está más que rodado y a Palanco no le duelen prendas en sacar pecho del éxito, asegurando que “el modelo ha quedado tan bien que es fácilmente exportable a cualquier sitio”.

El responsable de CaixaBank en Granada se refiere a llevarlo a otras ciudades, y asegura tener llamadas de Sevilla o Barcelona pidiendo consejo, pero también es exportable sin salir de lo local, a otros barrios como puntualizan varias de las profesoras de la UGR que han participado en el proyecto, para quienes el problema de la compresión lectora es imposible delimitarlo geográficamente y también podría acompañarse a los menores de Chana, Zaidín o Beiro.

“Actualmente hay un problema en cuanto a la lectura, especialmente por las pantallas”, argumenta una de las profesoras, para quien “se está viendo cada vez más como existe una necesidad de trabajar sobre este asunto y es muy viable empezar cuanto antes”.

Porque, como señala la profesora a modo de conclusión, n ose trata “solamente” de saber leer, sino también de “comprender y entender lo que nos dice esa lectura, no tanto para el día de hoy, sino para el día de mañana entender mejor el mundo que nos rodea”.

Un aprendizaje que va en ambos sentidos

El proyecto de Acompañamiento a la lectura se fundamenta en la metodología Aprendizaje-Servicio, que básicamente consiste en “aprender haciendo aprender”, según las profesoras de la Universidad de Granada, quien destacan que, pese a contar con estudiantes de la UGR estas no realizan prácticas curriculares con este proyecto.

Destacan también como éxito de la iniciativa que ellas han sido casi un convidado de piedra durante los seis meses que ha durado el programa en Alfa, pues si bien estaban ahí para ayudar a las estudiantes con cualquier duda que pudiera surgirles, celebran con asombro cómo apenas han tenido que intervenir y ellas mismas han gestionado gran parte del proyecto en cuanto a contenidos y metodología con los alumnos, poniendo en práctica lo aprendido, a su vez, en su faceta de alumna universitaria que, en el futuro, se dedicará a la docencia.

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