Granada año a año

1975: El año de los encierros en la Curia y en las parroquias

Carlos Cano, en una concierto en 1975 Carlos Cano, en una concierto en 1975

Carlos Cano, en una concierto en 1975 / Juan Ortiz

1975 será recordado por todos los españoles como el año en el que murió Francisco Franco, el dictador que había llevado las riendas del Estado durante cuarenta años. Pero los granadinos de cierta edad también lo recordarán como el año de los encierros en lugares religiosos de trabajadores y curas obreros en esa carrera por la libertad que ya se había iniciado y cuyo premio sería la democracia.

Según tiene escrito el añorado Antonio Ramos, entre enero de 1974 y junio de 1976 se impusieron multas por alteración del orden público por valor de 15 millones de pesetas a estudiantes, trabajadores, curas, políticos de izquierdas y profesores. Y es que Granada es una olla que hierve con campañas de propaganda y pintadas que la oposición antifranquista granadina organiza para pedir la amnistía, contra la carestía de la vida y contra el paro. Ese año comienza a fraguarse una superioridad moral y una idea entre los jóvenes: ser de izquierdas es mejor. Por eso todo el que se siente revolucionario tiene a mano una brocha y una lata de pintura (todavía no funcionaban los espráis) para pedir amnistía y libertad o para organizar actos culturales a sabiendas de que serían tachados de ilegales. "Las brechas que la oposición política va abriendo en el sistema pasan también por la cultura, organizando conferencias, recitales poéticos o de música que son sistemáticamente prohibidos", dice el investigador Alfonso Martínez Foronda.

Sin duda, uno de los actos paradigmáticos de aquella lucha fue el encierro en la Curia de 35 personas, entre las que había trabajadores en paro, algunos sacerdotes obreros y militantes de CCOO y del PCE. Entre los encerrados estaban los hermanos Cervilla, Juan Gálvez y José Antonio Ramírez Milena. Y entre los sacerdotes estaban Antonio Quitián, Ángel Aguado y José Godoy, más conocido como El Pope. Gente que sabe que se la está jugando porque el horno no está para bollos. Franco está muy enfermo y los que mandan en las comisarías de policía están bastantes nerviosos. Y más en Granada porque está el antecedente de los tres obreros muertos cinco años antes en una manifestación que se suponía pacífica. Lo mismo que se la juega el arzobispo monseñor Benavent Escuín, que permite el encierro y que se niega a que la policía entre sus dominios a desalojar la Curia. Como no pueden entrar en la sede arzobispal, alrededor de la Plaza de las Pasiegas se monta un gran dispositivo policial para evitar que los encerrados reciban víveres o mantas. Uno de los despropósitos más de la agonizante dictadura.

El 1 de mayo, el Día de los Trabajadores, se encierran sesenta personas en la ermita de San Isidro, muchos de ellos estudiantes de Teología, en solidaridad con los encerrados en la Curia. No durará mucho el encierro porque esa misma noche serían desalojados y multados por alteración del orden público. El dos de mayo también serían desalojados los encerrados de la Curia, aprovechando que no estaba el arzobispo en la ciudad. Los rebeldes serán esposados y enviados a la comisaría de la Plaza de Los Lobos. A todos ellos se les pondrían multas que iban desde las 10.000 a las 500.000 pesetas. Cantidades que ninguno podía pagar.

Calabozos de la Comisaria de Plaza los Lobos, donde se forjó la Transición, días antes de su traslado a otra sede Calabozos de  la  Comisaria de  Plaza  los  Lobos, donde se forjó la Transición, días antes de su traslado a otra sede

Calabozos de la Comisaria de Plaza los Lobos, donde se forjó la Transición, días antes de su traslado a otra sede / Jesús Ochando / Archivo G. H.

La sociedad, como es lógico, está muy politizada. La Universidad también es el reflejo de la inquietud que se vive en los tajos de trabajo, en las instituciones, en las tabernas… En mayo la vida universitaria está más caldeada que nunca. El día 6 el rector tiene que cerrar la Facultad de Derecho. La Escuela de Magisterio también registra numerosos paros académicos y en otras facultades como Filosofía y Letras y Ciencias hay huelga un día sí y el otro también. La agitación estudiantil será el pretexto para que el gobernador civil prohiba, el día 8, la I Semana de Teatro Andaluz, que prometía representaciones y conferencias en distintos puntos de la ciudad. Los estudiantes son unos enemigos del régimen a los que hay que controlar.

El monumento a José Antonio

Y aunque la sociedad avanza hacia un puerto diferente, los afectos al régimen en Granada no paran de dejar muestras de su adhesión. En 1975 un grupo de ciudadanos anónimos encargan al escultor Francisco López Burgos un monumento a José Antonio Primo de Rivera, que será levantado en la plaza de Bibataubín. Este monumento, que eran cinco brazos extendidos que sujetaban las alas de un águila, hubiera servido para cualquier otro homenaje (al flamenco, por ejemplo, ya que se trataba de palmas de mano levantadas en actitud de toque), de no ser porque había un pedestal revestido de mármol en el que estaban el yugo y las flechas falangistas y una leyenda: Granada a José Antonio. Ya en la democracia varias plataformas de izquierda pidieron en reiteradas ocasiones su retirada, pero tuvieron que pasar 40 años para que Tribunal Superior de Justicia dieran la orden de desmontarlo. Fue en el año 2014.

Monumento a José Antonio Primo de Rivera en la plaza Bibataubín Monumento a José Antonio Primo de Rivera en la plaza Bibataubín

Monumento a José Antonio Primo de Rivera en la plaza Bibataubín / Archivo

La Ley de Asociaciones Políticas recién aprobada ese año permite formar los más parecido a un partido político. Aunque los socialistas venían actuando con anterioridad, ese año de 1975 es elegido en Suresnes Felipe González como nuevo líder. En Granada se afianzan como nuevos socialistas Mariló García Cotarelo, Ángel Díaz Sol, Juan Sainz, María Izquierdo, Antonio Jara, Vida Soria, Javier Torres Vela, Curro Valls, Rafael Estrella, Antonio María Claret y Manuel Pezzi, casi todos profesores universitarios que ocuparían cargos importantes en las instituciones al llegar la democracia. Los históricos del PSOE eran Pedro Fornell, Ángel Gómez y Palmira Noguera. Empezaba el baile de la democracia y aparecen líderes locales de todas las siglas: Daniel Maldonado (UGT), José Luis García Rúa (CNT), los hermanos Fernández Nieto (PSA), Cándida Martínez (MCE), Miguel Gómez Oliver (OIC), Luis Ángulo (UDE)… Carlos Cano caldea el ambiente con una canción que se convertiría en el himno y bandera del andalucismo: Verde, blanca y verde, que se canta a coro en todos los sitios en sustitución del himno de Andalucía creado por Blas Infante. Y Enrique Morente les pone música a los poemas de Miguel Hernández, el poeta comunista que murió en la cárcel. Todo resulta nuevo y a los conciertos de canción protesta se va con una caja de cerillas o un mechero para encenderlo en plena actuación: luz para los nuevos tiempos.

Ese año gana el premio Espejo de ensayo un libro que se llama García Lorca, asesinado, ¿toda la verdad?, de Carlos Vila San Juan, que, aunque no compromete demasiado al régimen con la muerte del poeta, sí abre la espita de los reconocimientos al vate granadino. Al finalizar el año, tras la muerte de Franco, comienzan las reuniones –clandestinas todavía– para el gran homenaje a García Lorca que se celebraría en Fuente Vaqueros un año más tarde, el primer '5 a las 5'.

Olores que se reivindican

Granada va hacia la modernidad, pero todavía huele a puchero de coles, a caracoles de taberna, a garbanzos con hinojos, a papas con bacalao, a rosetas caseras de esas que saltan en la sartén, a vino costa y a miel de caldera que venden los ambulantes. Huele a roscos de San Lázaro, a torrijas de pan frito empapadas en vino tinto, a gachas con cuscurrones de pan frito, a remojón granaíno y a boniatos asados. Olores y sabores que luego reivindicaremos en la modernidad y en las cartas de los restaurantes de comida fusión. No deja de ser irónico que se llegue a desear aquello de lo que queríamos desprendernos. ¿Y los colores? ¿Qué color tiene Granada? Granada tiene el color del papel de estraza, del "vuelva usted mañana", del gris de los policías, del "se cogen punto de media", de sobaco de las camisetas de tirantes y del color de las túnicas de los penitentes de la Cofradía del Silencio, que ese año pasa por una crisis por no poder salir el paso de la iglesia de San Pedro, que está en obras. Por cierto, en 1975 está a punto de suspenderse la Semana Santa. Las hermandades no tienen dinero ni para montar la tribuna y piden ayuda a las instituciones para salvar las procesiones. Al final, como siempre, surge el acuerdo in extremis por el que los santos y los penitentes salen a la calle. Eso sí, se suspendieron varias estaciones de penitencia y las cofradías que salieron lo hicieron en lamentables condiciones. Es muy difícil que Granada se pierda una Semana Santa. Las cofradías granadinas solo no salieron en el año 1938 durante la guerra civil y en el 2020 por el coronavirus.

El día 26 de febrero se conocía la dimisión del ministro de Trabajo Licinio de la Fuente, por discrepancias con gobierno de Arias Navarro. Sus ideas de cambio iban algo más rápidas que los demás ministros del gabinete. Por su entrega sincera y por su labor esforzada en favor de las clases medias, un centro sanitario de Granada se llamó durante muchos años Hospital Licinio de la Fuente, nombre que sería cambiado cuando llegó la autonomía. Pesó más que hubiera sido un ministro franquista a su valía como persona y su talante humanitario. Suele pasar.

En 1975 cierra como internado el Colegio del Sacromonte y abre el Seminario Mayor de Granada. La Abadía del Sacromonte, todo un complejo educativo, había servido de casa de estudios de Literatura, Derecho y Teología y fue uno de los primeros colegios privados de Europa. A principios del siglo XX solo actuaba como colegio secundario y en 1975 se abandona completamente su labor educativa. Ese año se inaugura el pabellón de especialidades del Hospital Clínico y el 25 de abril abre Galerías Preciados en la Carrera del Genil. El grupo español de grandes almacenes que había fundado Pepín Fernández, compra en 1968 el solar que había dejado las casas del Rastro y erige sobre él ese edificio que albergará a los populares almacenes de aquellos años. El edificio lo compraría El Corte Inglés en 1995 tras la quiebra del que había sido su más voraz competidor. Galerías Preciados se convirtió en el comercio de referencia en Granada donde los niños se hacían fotos con los Reyes Magos o participaban en los campeonatos de Scalectrix que organizaba la firma. Llegó a tener en sus buenos tiempos hasta 300 empleados.

El Granada baja a Segunda

También en 1975 se rueda en Granada la película El hombre que supo amar, sobre la vida de San Juan de Dios y basada en la novela de José Cruset. La historia se remonta a 1539 cuando en Granada vive un hombre de aspecto humilde llamado Juan Ciudad, que al tratar de denunciar las desigualdades sociales es tomado por loco y lo ingresan en un hospital. Cuando sale del mismo se dedicada por toda Granada a ayudar a los más humildes. ¿Y a qué no saben quién interpretó a San Juan de Dios? Nada menos que Timothy Dalton, que años después sería uno de los James Bond de la famosa saga. Obviamente a Dalton le venía el papel como a un santo dos pistolas, pero quién producía la película eran los americanos y estos lo eligieron. A pesar de todo lo hizo muy dignamente. La película, dirigida por Miguel Picazo, tuvo malas críticas, aunque al público granadino le gustó.

Cartel de la película 'El hombre que supo amar' Cartel de la película 'El hombre que supo amar'

Cartel de la película 'El hombre que supo amar' / G. A. A.

El Granada CF nos dará una mala noticia en la temporada 75-76 porque no conseguirá la permanencia. Otra vez a segunda. Había llegado Miguel Muñoz como entrenador después de su paso triunfal por el Real Madrid y con la imagen de ser uno de los mejores técnicos de España. Todos se la prometían felices, pero al terminar la temporada el equipo baja de categoría. Nuestro gozo en un pozo. Como de costumbre, se producen bastantes bajas, entre ellas las del goleador Porta, aunque se realizaron fichajes de renombre y de alta cotización como Megido, Denis Milar y Gustavo Benítez. Por todo esto se hacía presagiar que podría darse una buena temporada, pero no fue así. Tras una primera vuelta más que aceptable, en el tramo final de liga el equipo se vino abajo. Los granadinos añoraron más que nunca a Porta. La travesía desértica por las categorías inferiores duraría nada menos que 35 años. El Granada no volvería a subir a Primera hasta la temporada 2010-2011. Y cuando escribo estas líneas volvemos a ser equipo de Primera, después de derrotar al Leganés. El Granada, quitando el bache de los 35 años, siempre ha sido como una montaña rusa.

Trabajadores de la Resinera Trabajadores de la Resinera

Trabajadores de la Resinera / G. A. A.

En 1975 se inicia la construcción del pantano de Canales y comienza el desmantelamiento de la fábrica de la Resinera, que sufre un gran incendio el 25 de agosto. Los vecinos de Fornes, Játar y Arenas del Rey conocen al 1975 por el "año de la quema" porque el fuego destruyó 12.000 hectáreas pertenecientes a la fábrica que manipulaba la resina para sacar la colofonia y la trementina. Aunque la fábrica resistió hasta 1982, el incendio resultó el principio del fin. En la Resinera llegaron a trabajar hasta 400 personas en sus años más productivos. También se quemaron más de 7.500 hectáreas de pinar y zonas de alto interés botánico en la Sierra de Cázulas. Luego se supo que el incendio había sido intencionado. Como casi todos.

María José Rienda María José Rienda

María José Rienda / G. A. A.

En 1975 nacen el pianista y compositor Sergio de la Puente, la que ha sido hasta hace poco directora de la Alhambra Rocío Díaz Jiménez y la esquiadora María José Rienda, que tantas alegrías nos dio al deslizarse sobre la nieve. También ese año abre el bar El Pesaor, que en la actualidad se ha convertido en mediático porque prohíbe la entrada a "coñazos, gilipollas y a los que dan voces". Y porque su especialidad son las papas malafollás. Habrá que ir algún día.

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