Al filo de las doce, justo en la frontera que separa un año de otro. Ese fue el momento que eligió José Camacho Román para nacer. En el Hospital Santa Ana, de Motril, ni su madre ni el personal sanitario que la atendía pudieron tomarse las uvas porque el pequeño asomó su cabeza al mundo justo cuando estaban sonando las doce campanadas. Las 0.00 horas del día uno de enero de 2008 es la hora a la que se registró su nacimiento.

Este varón que estrenó el año con su llegada pesó 3,360 kilos y midió 49 centímetros. El parto fue natural y tanto la madre como el pequeño se encuentran bien, en todo caso, quizás algo abrumados por toda la atención mediática y el revuelo que se ha montado a su alrededor al haberse convertido en el primer bebé nacido en el 2008. Aunque hay que hacer una puntualización: hay otro bebé valenciano que también le disputa ese 'título'. Al parecer éste nació con la última campanada, mientras que el de Granada, según contaron desde el Hospital de Santa Ana, llegó al mundo cuando estaba sonando la primera. Queda abierto el interrogante de si el año verdaderamente se puede dar por comenzado antes de que terminen de sonar los doce golpes de campana.

Sea como sea, a las cámaras de familiares y amigos que suelen apresurarse a recoger las primeras imágenes de un recién nacido, se sumaron esta vez los flashes de los medios, interesados en conocer de cerca al pequeño que nació con el sonido de fondo de las campanadas en el televisor del paritorio.

La madre, Tamara Román Fernández, tiene 22 años y es vecina de Motril. A ella se le antoja que el hecho de que su hijo haya llegado al mundo con la entrada de un nuevo año es presagio de que será famoso, aunque reconoce que le da igual siempre y cuando "se crie bien de salud". Los abuelos, para quienes José es el primer nieto, dicen que el niño será futbolista. De hecho, el pequeño ya ha recibido su primer regalo: un gorro del Atlético de Madrid, equipo del que era forofo su bisabuelo materno, y también lo es su abuelo paterno.

El padre se llama José Antonio Camacho y es un joven de 25 años, ferrallista de profesión, que asistió al parto y, por tanto, no tuvo tiempo tampoco de tomarse las uvas, cosa que sí hicieron, sin embargo, los abuelos maternos y paternos del crío mientras aguardaban su nacimiento a las puertas del paritorio, con el regalo entre las manos listo y preparado para dárselo al pequeño en cuanto pudieran verlo.

José posó ante las cámaras tranquilo, con su gorro rojiblanco puesto y medio dormido, ajeno al interés que suscitaba a su alrededor. La madre dice que es un crío muy risueño y que presiente que las uvas a su niño le darán suerte para toda la vida. Ahora sólo quedan las discusiones cariñosas de a qué parte de la familia se parece más.