Granada

Cómo derribar la torre de marfil

  • Casi 500 años de historia avalan a una universidad que mira hacia el futuro Quiere ser más autónoma, captar más talento y ser más internacional para generar conocimiento

"No quiero que cuando abandonen hoy este crucero tengan esa impresión de haber asistido a una jornada de puertas abiertas de una institución casi cinco veces centenaria que hoy exhibe sus mejores galas". Las togas y birretes de colores que procesionan y se reúnen solemnemente bajo la piedra del crucero del Hospital Real, el exquisito protocolo y las fórmulas centenarias como la de "sentaos y descubríos" son parte de ese ritual heredado que cada inicio de curso exhibe la Universidad de Granada desde hace casi 500 años. La actual rectora, primera mujer en presidir estos actos, parece ser consciente de que esta puesta en escena puede no beneficiar esa imagen de institución moderna e integrada en la sociedad que quiere transmitir cada día y por eso lo advierte en su discurso.

Ayer tenía delante a los máximos representantes de casi todas las instituciones públicas, del tejido social y económico local, del Ejército y de la Iglesia y a su Universidad casi en pleno con su mejor aspecto. Ante ellos fue la excelentísima y magnífica mandataria universitaria, siguió ese envarado protocolo y lanzó las habituales demandas y promesas. Pero en el epílogo de su discurso, Pilar Aranda aportó calidez al acto cuando pidió a los asistentes una mirada diferente hacia la Universidad. No quiere reinar en una "torre de marfil", como admite que en ocasiones se percibe a esta institución.

Esa imagen "lejana y distante" es la que, a su juicio, contribuye a que sean "contabilizados como un gasto", que debe "ajustarse, racionalizarse y, si el posible, limitarse". Dice Aranda que la UGR no quiere autonomía para hacer una torre más en el castillo, ni captar talento para hacerse más grande, ni hacerse internacional para hacer más matrículas; exige todo eso para generar más conocimiento y creatividad, para difundir nuevas ideas y abrir la mente de los jóvenes. La defensa de los derechos humanos, el pensamiento crítico o la tolerancia son valores que la Universidad puede defender, en la Edad Media y hoy.

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