premio nobel de física

La estela del Nobel en Granada

  • La Academia sueca premia a los suizos Michel Mayor y Didier Queloz, pioneros en el campo de los exoplanetas

  • El IAA ha logrado notables hitos en el descubrimiento de nuevos mundos

Recreación de una supertierra detectada por Carmenes.

Recreación de una supertierra detectada por Carmenes. / R. G.

El Nobel de Física ha reconocido un área de la ciencia con la que Granada mantiene, podría decirse, una relación de idilio o, por lo menos, estrecha. Los suizos Michel Mayor y Didier Queloz fueron los primeros en detectar, en 1995, el primer exoplaneta. Evidenciaron la existencia de un elemento del universo que hasta entonces se consideraba prácticamente ciencia ficción y abrieron la puerta a una vía de investigación en la que el Instituto Andaluz de Astrofísica (IAA), con sede en Granada y centro de excelencia Severo Ochoa, ha aportado notables hitos en la investigación en los últimos años.

Por partes. El descubrimiento del primer exoplaneta, el 51 Pegasi B –hace más de dos décadas–, fue “lo más excitante de toda nuestra carrera y que ahora se recompense con un Premio Nobel es simplemente extraordinario”, dijeron los astrofísicos Michel Mayor y Didier Queloz, los dos laureados suizos, en declaraciones recogidas por Efe. El tercer premiado este año es el canadiense James Peebles. Es “extraordinario” porque, tal y como recuerdan los investigadores “nadie sabía si los exoplanetas existían o no. ¡Astrónomos de prestigio los buscaban desde hace años en vano!”.

Los suizos Didier Queloz (izda.) y Michael Mayor, premios Nobel de Física. Los suizos Didier Queloz (izda.) y Michael Mayor, premios Nobel de Física.

Los suizos Didier Queloz (izda.) y Michael Mayor, premios Nobel de Física. / Efe

Fue en 1994 cuando, gracias a la precisión de un telescopio de 2 metros de diámetro ubicado en la Alta Provenza (Francia), pudieron observar una objeto estelar que daba la vuelta a su estrella en 4,2 días. Hoy, detecciones de exoplanetas se hacen también desde el telescopio de 3,5 del Observatorio de Calar Alto (Almería).

Los suizos tuvieron que esperar hasta el año siguiente para confirmar sus observaciones y anunciar el descubrimiento que habían realizado en una conferencia científica.

Desde entonces, la comunidad científica ha identificado casi 4.000: “Ellos convirtieron en ciencia real lo que parecía ciencia ficción”, relata a Efe José Antonio Caballero, del Centro de Astrobiología (CAB).

Entre los científicos que desarrollan en España esta área científica se encuentran los investigadores del IAA, desde donde se han dado a conocer notables hallazgos gracias al instrumento Carmenes, que opera desde Calar Alto. El último logro es recientísimo. El pasado mes de septiembre se publicó el descubrimiento en torno a una estrella enana roja un planeta gigante gaseoso. “El hallazgo, que se publicó en la revista Science, pone en tela de juicio el modelo de formación de los planetas gigantes más aceptado, que afirma que nacen a partir de un núcleo sólido que va acumulando gas”, indicó entonces el IAA.

“Con este descubrimiento, Carmenes logra la primera detección de un exoplaneta utilizando un instrumento de precisión en el infrarrojo de nueva generación”, apuntó en septiembre sobre el descubrimiento Pedro J. Amado, participante en el hallazgo, y que también fue parte del equipo que en 2016 halló un planeta orbitando alrededor de Próxima Centauri, el sistema solar más cercano. Próxima b se encuentra en la zona denominada “de habitabilidad”. Ni muy cerca, ni muy lejos, ni muy frío, ni muy caliente. Condiciones en las que podría haber agua líquida.

Más recientemente, el pasado mes de julio, el IAA dio a conocer que la combinación de datos del satélite de la NASA Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS) con observaciones con detectores en tierra, entre ellos el espectrógrafo Carmenes , permitió localizar un sistema planetario triple “a tan solo treinta y un años luz de distancia”.

Estos “nuevos mundos” giran en torno a una estrella enana de tipo M que presenta aproximadamente un tercio de la masa y tamaño del Sol. En febrero del 2019, las cámaras de TESS observaron cómo el brillo de la estrella se atenuaba ligeramente cada 3,9 días, lo que revelaba la presencia de un exoplaneta en tránsito. Un mes antes, en junio, el mismo instrumento Carmenes dio con dos planetas en torno a la estrella de Teegarden, una de las más cercanas conocidas, a 12,5 años luz. Con masas similares a la de la Tierra, sus temperaturas podrían ser lo suficientemente suaves como para albergar agua líquida en la superficie, según el estudio publicado en la revista Astronomy & Astrophysics.

En noviembre de 2018 se dio a conocer que a tan sólo seis años luz, en la órbita de la estrella de Barnard –una enana roja, más pequeña y antigua que el Sol– se halló una supertierra fría. “Es la primera vez que se halla un exoplaneta de este tipo usando el método de la velocidad radial. Los resultados, en los que participa el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), se publican en la revista Nature”.

En estos hallazgos, y en los desarrolados por los ahora laureados premios Nobel, hay una legión de científicos. Entre ellos, astrónomos que se dedican a la observación y quienes como AntonioClaret dos Santos se centran en el trabajo teórico, de despacho. Dos Santos ha colaborado con los dos premiados. “Es estupendo” el reconocimiento que supone el Nobel, indica el investigador, que destaca la labor entre científicos de distintas áreas como una “simbiosis”. Los cálculos de este físico teórico son necesarios para que las observaciones tengan un sentido.

En el caso de los exoplanetas, su detección depende de esos cálculos, que parten –según explica Dos Santos– de las variaciones observadas en el brillo de las estrellas que son el centro de los posibles sistemas. Al pasar frente a su estrella, los planetas ‘distorsionan’ la luz que el astro emite. Esas observaciones de las “curvas de luz” pasan por el tamiz de los cálculos teóricos, y así se llega a descubrimientos tan espectaculares como los destacados del IAA, que también trabaja con la misión PLATO para caracterizar planetas en otros sistemas solares.

“Se lo merecen de sobra”, señala el investigador sobre el premio a Mayor y Queloz. “No sólo han sido los pioneros, sino que han formado a una gran cantidad de nuevos investigadores. “Es importante recalcar que han creado una escuela”.

El conocimiento sobre otros sistemas solares se ha desarrollado enormemente en los últimos 20 años, prosigue el científico, que destaca la calidad de la investigación “de primera línea” que se hace desde Granada en el IAA en todas las áreas de la astronomía y que también es compatible con el desarrollo, destaca Dos Santos, de “políticas de igualdad de género, que es modélica”.

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