Un icono trazado por la tradición japonesa
Finalmente fue Kuma el elegido. Desde la sugerente pieza de madera que revela el espacio interior hasta la vibrante maqueta metálica que enraíza el Espacio Escénico propuesto por Kengo Kuma se puede bosquejar una trayectoria profesional que vincula la calidez táctil de los materiales con la irrenunciable permeabilidad de sus edificios, que fluctúa entre la implantación contundente y la exploración de los contornos imprecisos, que combina la superposición de filtros y tamices con la experimentación más contemporánea de la materia.
El Espacio Escénico de Granada concibe un refinado interior que nace de la regularidad impuesta por la caja escénica para provocar un estallido que expande los recintos destinados al público recomponiéndolos con riguroso orden geométrico. La sala ofrecerá una excelente visión del escenario, potenciando los trazados rotundos e inclinados de los antepechos el carácter individual de las plateas sin abandonar la condición unificadora de su geometría.
Externamente, el volumen de la sala se eleva, separándose del terreno para prolongar mediante una plaza cubierta la zona verde vinculada a la Circunvalación; se elimina así la condición de objeto del edificio, permitiendo la interacción entre interior y exterior tan presente en el Palacio de retiro Katsura, próximo al Palacio Imperial de Kyoto, por el que Kuma profesa una reconocida veneración.
De la reelaboración del vocabulario de la arquitectura tradicional japonesa aparecen elementos volados de hormigón armado que, desplegados al exterior como en un juego de papiroflexia, enmarcan el paisaje hacia la Vega disolviendo definitivamente los límites del edificio.
Kengo Kuma, que ha sido capaz de trascender una cultura milenaria con el novedoso empleo del bambú en suelos, techos y paredes de una vivienda junto a la Gran Muralla China o con la utilización del plástico en la fachada de una casa de la periferia de Tokio, deberá poner ahora texturas, matices y color a un edificio que, sin ignorar su condición urbana, asume con rotundidad su carácter de icono.
En un entorno que titubea entre el minimalismo monumental de Caja Granada, la dinámica fluidez del último Parque de las Ciencias, la serena sobriedad de la Clínica la Inmaculada y un fondo irreverente de periferia, el Espacio Escénico de Granada será a la vez deudor del interior mágico de Scharoun y del simbolismo de Utzon. Y recordará, desde la solemnidad de la Ópera hasta la última rama de las artes escénicas, la culta evanescencia de la más arraigada tradición japonesa.
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