Las luces y sombras del milagro español

La inversión en ciencia atrajo a investigadores extranjeros que confiaron en que aquella apuesta iba en serio Ven con desencanto la deriva que ha tomado la política científica pero alaban el progreso alcanzado

Las luces y sombras del milagro español
A. A. Granada

08 de junio 2014 - 01:00

"Antes les decía a mis colegas: Venid a España". Ahora lo tengo claro y les digo "manteneos alejados de España". Rainer Schödel, geofísico alemán, ha desarrollado parte de su carrera profesional en Granada. Vino al calor de una política científica que -bien arropada por los fondos económicos- tenía como finalidad colocar a España en el mapa. Schödel llegó en 2008, justo cuando el Gobierno de Zapatero comenzó a admitir la gravedad de una crisis que ha terminado por fagocitar los pocos logros que consiguió aquel Ejecutivo.

"Aquí sí había perspectivas claras. En Alemania la posibilidad de conseguir la estabilidad es muy complicada, hay más dinero, pero los proyectos son muy limitados en el tiempo". Mientras, en España aumentaban los fondos, había proyectos y el futuro se vislumbraba brillante. Gracias a sus contactos con el Instituto de Astrofísica de Andalucía -centro dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)-, Schödel recaló en Granada. Cinco años después, es de los pocos científicos extranjeros que aún trabajan en el centro.

Alexander Van Driessche, geólogo belga, ya ha hecho las maletas. Pese a formarse en la Universidad de Granada, donde realizó el doctorado, y obtener su plaza en el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra -dependiente de la Universidad de Granada y del CSIC- el pasado año decidió volver a Bélgica, a la Universidad Libre de Bruselas. "Si me quedaba aquí iba a acabar por truncar mi carrera. Era un callejón sin salida".

Los dos se muestran profundamente desencantados con la deriva que ha tomado la política científica en España con la excusa de la crisis. "Todos somos conscientes de que hay que ahorrar", resume Schödel. "Los científicos somos los primeros en saber que no se puede gastar cuando no hay dinero, pero el problema es que se está ahorrando a ciegas, sin planificación, sin pensar a dónde se va". Van Driessche pone un ejemplo muy gráfico y sonrojante. España ha dejado de ser un socio fiable en los proyectos europeos porque no paga pero, "ojo, que sí que cumple con el canon que le corresponde por actuar en Eurovisión".

Pese a que la falta de fondos pueda parecer el mayor problema al que se enfrentan los investigadores, para Van Driessche y Schödel es evidente que el talón de Aquiles es otro: la burocracia, una cuestión que tanto al alemán como al belga ha desquiciado desde que llegaron a Granada. El geólogo apunta que, ya de vuelta a Bruselas, se presentó en la Universidad. "Únicamente me pidieron el PDF de mi título de doctor".

Schödel asegura que "no conozco a nadie que no esté horrorizado con la burocracia aquí". La costumbre de pedir copias compulsadas, traducciones, y más copias desquicia a los investigadores que, en sus países de origen no tienen la obligación de dedicar tanto tiempo a los trámites administrativos. "Se falla en las estructuras, demasiado burocráticas y que protegen al que está dentro", analiza el geofísico, que no ve razonable que ni siquiera pueda elegir al equipo que va a desarrollar su propio proyecto. "El sistema aquí es inflexible".

El exceso de trámites administrativos ha propiciado casos como el de un brillante profesor estadounidense, que tenía la oportunidad de venir a Andalucía con un programa de excelencia, pero que no podía ser contratado porque tenía que convalidar su título universitario. "En el Instituto Max Planck -una de las instituciones científicas más prestigiosas del mundo- una cuarta parte de los investigadores son extranjeros. Aquí eso es imposible. Si no eres capaz de entender el BOE no puedes ser director", arguye Schödel. "Es un obstáculo brutal".

Van Driessche va más allá. "Necesitas de una persona que sea hispanohablante para sobrevivir. La notificación de la concesión de la beca Ramón y Cajal a la que optaba se publicó en el BOE. Lo leí y no era capaz de descifrar si me la habían concedido o no. Pensé "bueno, es porque soy belga y no lo entiendo bien". Le pasé el BOE a un compañero español y ¡él tampoco fue capaz de descifrar si me habían dado la beca o no!".

La hostilidad de la burocracia en un país en el que el inglés sigue siendo una asignatura pendiente no es el único punto negro. La búsqueda de fondos son otro lastre que se incardina en el sistema científico nacional. "Yo me he salvado a mí mismo", señala el geofísico alemán, que ha obtenido in extremis financiación de Europa para llevar a cabo su proyecto en Granada, en el Instituto de Astrofísica de Andalucía.

Los problemas financieros pusieron su trabajo en el Instituto al borde del abismo. "Tengo que decir, y agradecer, al IAA que me apoyara. Buscaron dinero de aquí y allá para prorrogar mi contrato" y evitar que hiciera la maleta. En el tercer y último intento consiguió 1,5 millones de euros a cargo del VII Programa Marco de Investigación e Innovación de la Unión Europea, un dinero que va a revertir, con creces, en Granada. "De esa cantidad, un porcentaje va para el IAA". Dinero que, también, sirve para pagar las nóminas de su equipo.

"Aquí te dicen: bueno, si quieres un proyecto, tienes que buscar la financiación" -señala Van Driessche- "pero esa no es la solución... Claro que vas a buscar el dinero, pero no debe ser así".

También ven un error basar la producción científica en resultados. "Se quieren resultados en cuatro o cinco años, y eso es muy difícil, incluso para un ingeniero", apunta el alemán.

No todo han sido sombras. Los dos investigadores reconocen que el esfuerzo realizado por España para dotar de músculo a la ciencia en los últimos años ha sido notable. De hecho, vinieron aquí atraídos por las expectativas de futuro que se abrían. "Cuando entré en mi laboratorio del IACT éramos cinco o seis. En el momento más puntero llegamos a ser más de 30. Ahora quedan diez", explica Van Driessche, que, pese a haber tenido que salir por los recortes, alaba las posibilidades que ofrece España para aquellos científicos que quieren realizar una estancia en el extranjero o la calidad del programa Ramón y Cajal. "Ideas buenas hay". Por su parte, Schödel también destaca el sistema de becas que se ha creado -con el Ramón y Cajal como programa destacado- y el nivel de los científicos nacionales. "Las luces son muy fuertes, pero las sombras se han ido expandiendo en los últimos cinco años".

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