Lograr encontrar un aparcamiento en la puerta del centro donde dejar a nuestros hijos es cada vez más impensable. Coches en hasta segunda fila mal aparcados y niños cruzando peligrosamente es una estampa bastante habitual cualquier día de colegio.

Para intentar que estas conductas vayan quedando en el pasado, se ha realizado un estudio internacional con la colaboración de la Universidad de Granada, que señala la necesidad de concienciar a los padres a que sus hijos vayan andando hasta el centro educativo, así como la percepción de la seguridad de los caminos que sus hijos deben seguir.

En la investigación, publicada en la revista International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, participaron 1.219 niños de entre 8 y 11 años y 1.007 padres, pertenecientes a 18 colegios distintos de Estados Unidos.

El estudio propone analizar qué factores intervienen en la decisión de que los niños vayan o no andando al colegio, incluyendo factores sociodemográficos (raza y nivel socioeconómico); factores del ambiente físico (el clima y la calidad de los caminos al colegio en cuanto a que sean propicios para andar o ir en bicicleta); las percepciones de los padres y de los hijos, atendiendo a las barreras que impiden el desplazamiento activo y al apoyo social de que haya más niños vecinos que vayan andando al colegio.

Tal como explica Palma Chillón Garzón, profesora del Departamento de Educación Física y Deportiva de la UGR y autora principal del proyecto, la investigación concluyó que las percepciones de los padres ante el hecho de permitir o no a sus hijos que anden al colegio son fundamentales en este comportamiento.

"Por tanto, a la luz de nuestros resultados debemos trabajar en mejorar la percepción que los padres tienen respecto a la seguridad de los caminos que sus hijos utilizan para ir al colegio, y eliminar así esta barrera paternal", concluye.

Antes estos datos, queda demostrada la importancia de otorgarle a nuestros hijos la posibilidad de dar ese paso en su madurez, una muestra de confianza que permite adquirir cierta independencia y una mejora en la propia salud de los niños.

Un pequeño gesto que permite a los escolares adaptarse al día a día de una ciudad, además adquieren la conciencia de ir andando antes de coger un vehículo.