Granada

Los permisos de caza aumentan un 500% en Sierra Nevada

  • El Parque Natural cuenta con planes de gestión para el control de la población de cabra montés y jabalí que se valen de la colaboración de los cazadores locales

  • Dentro del Parque Nacional la caza está totalmente prohibida

Los permisos de caza aumentan un 500% en Sierra Nevada

Los permisos de caza aumentan un 500% en Sierra Nevada

Desde 2001 se han incrementado en un 500% los permisos de caza en coto dentro del Parque Natural de Sierra Nevada. En la actualidad hay concedidos cerca de 800 de estos permisos otorgados por los técnicos de la antigua Consejería de Medio Ambiente, (ahora de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural).

Forma parte de sus planes de gestión y control de la población tanto de cabra montés como de jabalí y como aliados fundamentales cuentan con los cazadores de las zonas cercanas. Pese a que reconocen que los aficionados a la caza están siguiendo una tendencia a la baja, los que quedan son colaboradores más que necesarios para cuidar del entorno de Sierra Nevada.

En el Parque Nacional de Sierra Nevada conviven dos especies endémicas, valiosas y sobre todo, muy abundantes. En estos mismos límites está terminantemente prohibida la caza aunque por otro lado, como consecuencia a la gran capacidad de reproducción de estos animales, es necesaria la contención de su población para proteger el medio: la flora y el resto de fauna de Sierra Nevada.

Los planes de gestión y control son competencia de los técnicos del Parque Nacional, encargados de velar por todo el entorno y su engranaje natural, que de verse alterado, puede acarrear graves consecuencias.

Javier Cano Manuel trabaja en la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, hasta hace un año trabajaba en el Parque Nacional y ahora se encuentra en la Delegación provincial. Su compañero es José Enrique Granados, trabajador del Parque Nacional y la Consejería y juntos confeccionan los planes de gestión tanto de cabra montés como de jabalí desde el año 1999, cuando se creó el Parque Nacional de Sierra Nevada.

Crear estos planes se hizo necesario desde el momento en el que nace esta figura de protección (la más importante del país) que por ley prohibía la caza en ese territorio y por lo tanto, ambas especies que no cuentan con depredadores naturales en Granada, han podido expandir su población sin nada que lo frene.

“Nuestro objetivo es dar una solución de gestión a la cabra y al jabalí: dos especies que son muy valiosas pero también muy abundantes”, explica Cano que defiende que el jabalí (especie en la que está altamente especializado) genera problemas hasta en tres vertientes.

La superpoblación a la que asiste Sierra Nevada causa daños en el medio ambiente, sobre los cultivos del entorno del Parque Natural, la fauna y especies protegidas de la diversidad de Sierra Nevada (produce un aumento de la presión herbívora que impide la regeneración de la vegetación) y transmisión de enfermedades porque es reservorio de muchas de enfermedades que transmiten al ganado doméstico e incluso al hombre.

El caso de la cabra es algo distinto. Cuando en 1999 se declara Parque Nacional comienza la prohibición de cazar en los 88.000 hectáreas de territorio. En ese momento había que dar una solución de gestión a esas poblaciones y es cuando comienzan los planes de gestión, es decir, “instrumentos biológicos” de control de población. En zonas de Parque Nacional no se abate población de cabra sino que se estudian los ejemplares: tanto biológicamente, a nivel de control de enfermedades, como de parámetros poblacionales (ratio macho, hembra y crías).

Donde sí se puede cazar esta especie y de esta manera controlar su expansión, es en territorio de Parque Natural, donde, sobre todo ahora en invierno se trasladan los animales (son cotas más bajas donde puede obtener comida, normalmente de los cultivos). En esa zona la cacería sí está permitida y es donde entra el plan de control. Consiste en aumentar el número de permisos de abatimientos a los cotos y se especifica que se haga en mayor medida sobre hembras en edad fértil. “Hemos multiplicado los permisos en un 500% entre Granada y Almería desde 2001”, explican estos técnicos.

En este caso sí se habla de caza deportiva, aunque los técnicos lo regulan minuciosamente para que tenga un beneficio para la naturaleza. “La población se mantiene constante porque se ha cambiado la filosofía y ahora el cazador sabe que el control de población viene a través de abatir hembras y jóvenes”, comentan.

A los cazadores se les indica qué animales pueden cazar y cuales no, tanto es así que además de entregarles precintos para las piezas les obligan a hacerles fotografías en las que pueden comprobar si han cumplido con el cupo establecido. En el caso de que los cazadores incumplan las órdenes, al año siguiente no contarían con el permiso. La primera figura de protección que tuvo Sierra Nevada fue una reserva nacional de caza declarada como tal en el año 66.

El objetivo era la conservación de la especie de la cabra montés pero este objetivo de conservación estaba subordinada a la caza. Por lo tanto toda la gestión que se ha hecho en estos últimos 50 años era fomentar el crecimiento de las poblaciones para que haya un recurso cinegético, es decir, piezas que cazar. Pero este recurso no estaba enfocado desde un punto de vista actual, en ese momento lo que se cazaba siempre era un estrato de la población y un sexo: macho adulto.

Con ese modelo de gestión donde solamente se cazaba sobre machos adultos y no sobre hembras y otras edades, provocó un incremento de exponencial de la población: al ser una especie polígama, si un macho puede cubrir a 15 – 20 hembras, cuantas más hembras haya, las población crece más. En ese momento, la administración hacía un aprovechamiento de la caza de trofeos: machos adultos. Por otro lado, también se tenía el concepto de que si se eliminan hembras se elimina población para cazar al año siguiente.

En aquel momento no se reparaba en lo que podía acarrear un aumento desmedido de la población: por una parte un mayor pisoteo y deterioro del hábitat y el aumento de posibilidad de que las enfermedades infectocontagiosas tengan una mayor propagación.

Por otra parte, la presencia en Sierra Nevada del jabalí es muy reciente: “los mismos cazadores lo reintrodujeron en los años 70”, explican. “Lo que sucede, es que el abandono rural que comenzó en esa misma época provocó que estos animales encontraran un hábitat idóneo y se han expandido de una manera masiva” y actualmente (tras 18 años de vigencia de los planes de gestión en el Parque Nacional), la media de densidad de población es de 3 individuos por kilómetro cuadrado. En total, explican, hay 3.000 o 4.000 jabalíes.

Ante esta problemática se han tomado medidas tanto en Parque Nacional como Natural. Al prohibir la caza, en el Parque Nacional se ha tenido que instrumentar una fórmula que diera una solución al control del jabalí que consiste en el diseño de batidas de gestión.

Son actuaciones donde se utilizan artes cinegéticas con la colaboración también de población local. “Se desprovee a esta gestión de toda la actividad deportiva y económica que conlleva la caza” explican los técnicos que son los encargados de organizar las batidas.

Se elimina el pago por los puestos y la comercialización de carnes, aunque eso sí, los cazadores pueden llevarse la pieza a casa. Antes de eso los trabajadores del Parque usan fragmentos de músculo u órganos del animal para llevar a cabo análisis e investigación que luego contribuya a ‘entender’ como están comportándose los animales.

Dentro del Parque Nacional la caza está totalmente prohibida Dentro del Parque Nacional la caza está totalmente prohibida

Dentro del Parque Nacional la caza está totalmente prohibida

En Parque Natural se establecen planes técnicos a través de la caza, es decir, se hace control de jabalí a través de batidas y aguardos (modalidad de caza para proteger la agricultura en la que al agricultor se le da autorización para esperar en sus tierras a que aparezcan los jabalíes y cazarlos). “Esa medida está contribuyendo a que los planes del Parque Nacional funcionen tan bien” explica Cano.

La base del plan de gestión es la necesidad de conocer el estatus sanitario y biológico de la especie, además de bajar densidades. “Si dejamos de actuar en el Parque se saturaría”, concluyen.

A raíz de esas batidas han llegado a determinar cuántos hay, cómo se distribuyen y qué problemas tienen. A partir de ahí la gestión va retroalimentándose y mejorando con lo que además del control de la población, también hay detrás un trabajo de investigación.

Al año se hacen entre 25 y 30 batidas de gestión de jabalí en Parque Nacional y se abaten entre 380 y 500 jabalíes. Los técnicos hacen especial hincapié en que “han dejado de llegar denuncias, hay menos atropellos y accidentes de tráfico y menos daño en la agricultura y en los ecosistemas y la flora protegida”. Además defienden su gestión como “coherente, razonable y que está consiguiendo los objetivos”. Ambos se consideran conservacionistas y alegan que no hay otra manera de controlar la población desmedida de estas especies.

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