Granada

Un joven recibe una paliza por mediar en una agresión machista

  • La víctima vio cómo su presunto agresor arrastraba a una chica por el pelo en mitad de la Plaza de Gracia

Las secuelas de la paliza aún se perciben a simple vista. Antonio lleva más de un mes con un collarín, tiene varias costillas "hundidas" y miedo. De hecho, ese no es su nombre real, pero quiere contar su historia a pesar del recelo que pueda sentir ahora mismo.

Los hechos. Cuatro amigos salen de un pub del centro una noche, cerca del amanecer. Una pareja, Antonio y su novia, deciden que, antes de irse a casa, se van a tomar unos churros. Para llegar al lugar en el que quieren desayunar, el camino más corto es atravesando la Plaza de Gracia. Y, mientras intentan llegar a su destino, vislumbran una situación escalofriante. "De repente -cuenta Antonio- veo a un chaval joven que estaba arrastrando por el pelo a una chica que parecía más joven que él". "La chavala gritaba y lloraba", asegura, mientras era usada para limpiar el suelo de la plaza. A Antonio se le "revolvió el estómago". Así que intentó mediar en la situación. "Para nada con violencia, yo sólo quería decirle que se estaba pasando".

La reacción del presunto agresor fue desmedida. Dejó a la chica en el suelo y comenzó a insultarle, pero fue sólo el principio. "Se tiró hacia mí, me cogió del pecho y me tiró contra una valla". De ahí, al suelo, medio noqueado. Y, en esa situación en la que cualquiera daría la trifulca por terminada, con una persona indefensa y sin poder reaccionar, y se marcharía, el presunto agresor decidió ensañarse un poco más.

"Me pateó la cabeza, las costillas, las piernas..." relata con dolor Antonio. La fuerza con la que resultó agredido hizo que el joven granadino llegase incluso a perder la conciencia durante unos instantes, en el que el otro individuo no dejó de golpearle.

Sus amigos "no supieron reaccionar" ante la situación que estaban viendo. Seguramente, tampoco podrían haber hecho nada ante la violencia desplegada por el individuo en cuestión. Lo único que pudieron hacer fue atender a Antonio cuando la agresión terminó. Otro joven que pasaba por allí también echó una mano, instándoles a que no le movieran la cabeza por si tenía alguna lesión en el cuello. Poco después, llegó un coche de la Policía Nacional, que a su vez llamó a una ambulancia que llevó al agredido a Traumatología, donde fue atendido de sus contusiones, esas que todavía le duelen. "No me podía sostener en pie". Además, asegura que creyó ver a su agresor en la puerta del hospital.

"Estuve una semana que no salía de casa", cuenta el joven. "No me apetece nada", sentencia, porque, cuenta, "tenía una visión de Granada que no es la que he sufrido".

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