Talleres, atención personalizada y ayuda especializada para combatir el abandono en la Universidad de Granada

La UGR identifica a unos 700 estudiantes cada año que están en riesgo de dejar sus estudios sin llegar a graduarse

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Estudiantes en la Biblioteca del Hospital Real. / antonio l. juárez / picwild

Prácticamente dos de cada diez universitarios que se forman en la Universidad de Granada abandonan sus estudios de grado antes de terminar. Según los datos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, un 23,3%. Si se habla del primer año, un 14,2% del estudiantado deja la carrera bien para cambiar de grado o para buscar otra salida. Los datos, referidos a los que entraron en la Universidad en el año 2017/2028 y aunque están por debajo de los promedios nacionales para las universidades públicas presenciales (25,7%), han llevado a la Universidad de Granada a poner a disposición del alumnado una serie de herramientas para evitar el abandono temprano de los estudios universitarios, ya sea por no cumplirse las expectativas marcadas cuando se entró o por encontrarse con unas materias más complejas de lo esperado.

Una de las medidas tomadas por la UGR es la modificación de los criterios de permanencia, aprobada el noviembre de 2024. La nueva norma establece siete años de máximo para terminar las carreras de Tipo 1 (sobre todo de Humanidades y Ciencias Sociales), ocho para las de Tipo 2 (rama sanitaria muchas de ellas) y nueve para las de tipo 3 (ingenierías y ámbito técnico). También se permite que el estudiantado siga con su formación pese a no cumplir con los créditos mínimos de permanencia siempre y cuando se acrediten "causas graves y extraordinarias".

Esta modificación de la normativa, que se justifica por la necesidad de adaptarse a las "nuevas necesidades académicas", es un paso más dentro de una completa estrategia que detalla el vicerrector de Estudiantes y Vida Universitaria de la institución, Juan Luis Benítez.

"A la gente de primero, cuando finaliza el primer semestre y no ha aprobado ningún crédito, se les llama para entrar en el programa Aera", siglas del Programa de Atención a Estudiantes en Riesgo de Abandono con el que cuenta la UGR. Se contacta con ellos cuando la Universidad detecta la primera señal de que algo no funciona, al finalizar los exámenes de febrero. También se les pone bajo el radar cuando una vez completados los dos semestres apenas se han superado seis créditos. El programa Aera se extiende a estudiantes de segundo que hayan superado menos de 18 créditos o quienes ya estén apurando las últimas convocatorias de evaluación. El Vicerrectorado detecta cada año a unos 700 estudiantes en riesgo de abandono de los prácticamente 44.000 matriculados en estudios de grado.

"Hacemos un filtrado, nos ponemos en contacto, se les muestra el programa y se les invita" a participar de las distintas acciones que se han diseñado para trabajar con aquellos que están en la cuerda floja para que no tomen la decisión "solos". El pasado año se hicieron más de 60 orientaciones vocacionales, enumera el vicerrector de Estudiantes. "La filosofía es que tenemos que cuidar al motor de la Universidad, que es el estudiantado", reflexiona el responsable universitario.

Se trata, explica Benítez, de "identificar lo más temprano posible" qué ocurre con ese estudiantado que no consigue aprobar y pierde el paso de sus estudios. El impacto del abandono universitario es analizado por la Conferencia de Rectores (CRUE) en su informe La Universidad española en cifras 2020/2021. "Es el reconocimiento de un fracaso individual e institucional", señala la CRUE. Individual porque el estudiante se marcha sin haberse graduado e institucional porque la Universidad pone al servicio del grupo de personas que accede un "conjunto de recursos y una programación académica inadecuada que no consigue garantizar la permanencia y el progreso curricular", indica el informe, que abunda en que "este fracaso" apunta a "ineficiencias en el desempeño docente que, en el caso de las universidades públicas, por financiarse con recursos de procedencia tributaria, exceden los ámbitos individuales e institucionales y afectan a la sociedad española". A esta situación la CRUE le pone otro dato: "El abandono global de los alumnos de la cohorte 2016/2017 matriculados en las enseñanzas de grado ofertadas por las universidades públicas presenciales asciende a 530 millones de euros".

Atajar esta situación ha llevado a la UGR a poner a disposición del estudiantado distintas herramientas. Desde talleres impartidos por el Gabinete Psicopedagógico que abordan cómo mejorar el rendimiento académico, estrategias para adaptarse a la vida académica o cómo gestionar el tiempo. La UGR dispone también de una Clínica Psicológica donde el estudiantado puede ser atendido. Algunas facultades y escuelas, como Caminos, Canales y Puertos, ponen en marcha cada mes de septiembre cursos cero. Se cuenta con estudiantes voluntarios para realizar acompañamiento y también se trabaja en la formación del propio profesorado.

"El abandono tiene distintos factores", pondera el vicerrector de Estudiantes, que incluye entre las medidas preventivas acciones incluso antes de que empiece el curso, como el salón estudiantil que se celebra cada primavera y que está enfocado a alumnado de instituto. El objetivo es que sepan, antes de solicitar plaza, qué se estudia en la Universidad de Granada, en qué consisten los distintos grados y evitar una sorpresa en el mes de septiembre.

Una vez dentro de la Universidad otros elementos que pueden llevar a un estudiante a desistir son el estrés, la ansiedad o la desmotivación, elementos que se trabajan en el Gabinete Psicopedagógico o incluso, de forma transversal, también en el Centro de Actividades Deportivas, donde se fomentan hábitos saludables. "También hay quien abandona por tema económico", reconoce Benítez, que destaca el programa de ayudas propio que tiene la UGR, desde ayudas de comedor a préstamo de ordenadores, para salvar, en la medida de lo posible, esa brecha. "Se tiene que dar una respuesta integral", defiende el vicerrector.

La estrategia no tiene un objetivo definido de rebajar la tasa de abandono a un determinado número ya que existen factores "que no controlamos". Un ejemplo de ello es la pandemia. Una de las consecuencias académicas del Covid -y posiblemente del cambio de modelo de Selectividad- fue llevar el abandono universitario a una tasa muy superior a la de años anteriores.

Por carreras

El vicerrector reconoce que el abandono universitario puede estar ligado al expediente académico previo. En este sentido, quien escoge lo que realmente le motiva -y para ello en ocasiones puede ser necesario una nota de acceso alta- suele "abandonar bastante menos". Es el caso de carreras del área sanitaria, con un fuerte componente vocacional que se traduce en una alta tasa de rendimiento académico. Así, las carreras son una mayor aumento de abandono están dentro de la rama de Artes y Humanidades, y no las técnicas, que presentan posiblemente una mayor dificultad académica. Entre las carreras con mayor tasa de abandono están Estudios Árabes e Islámicos (72%) o Edificación y Administración y Dirección de Empresas (73%). Por contra, en Matemáticas y Física (con una veintena de plazas) este indicador es del 4,5% y en Logopedia del 6,3% según los datos del portal UGR en cifras con información del curso 2023/2024.

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