Ciencia

La lección de vida que da este investigador de Granada con su tesis doctoral

  • Daniel Carretero, gojareño criado en La Línea, defendió su trabajo de investigación el pasado 22 de enero tres años después de sufrir un brutal accidente de tráfico que le dejó secuelas físicas, neurológicas y psicológicas

  • "No es un milagro, es fruto del trabajo"

Denise y Daniel junto a Pucho y Maggie, dos de sus mascotas.

Denise y Daniel junto a Pucho y Maggie, dos de sus mascotas. / foto cedida por Daniel Carretero

Cuando Daniel Carretero, con el cuerpo quebrado, pudo sentarse en una silla de ruedas pidió que le subieran a una bici. No quería que el accidente le dejara como secuela (una más) el tener miedo a volver a pedalear. Con ayuda de dos personas se subió al sillín. "Las primeras 48 horas no le aseguraban a mi familia si iba a vivir o no. A las 48 horas les dijeron que no sabían con qué secuelas, pero que sobreviviría"

Daniel Carretero (Granada, 1991) relata su extraordinario caso desde su domicilio en Alemania, donde vive con su pareja, Denise Medeiros Selegato. Muestra a la cámara el colgante que siempre lleva al cuello. Es un trozo de la cadena de la bici en la que iba cuando sufrió el brutal accidente de tráfico que le cambió la vida. La misma cadena une a las otras cinco personas que iban con Daniel aquel fatídico día. Alonso, ingeniero civil, fue quien rescató la pieza de la bicicleta y cortó seis trocitos. Uno por cada amigo.

"Toda mi familia es de Gójar", cuenta con orgullo este doctor en Farmacia por la Universidad de Granada. Sus padres, Pastora y Daniel, docentes, trabajaban en la localidad gaditana de La Línea de la Concepción y fue allí donde Daniel vivió sus primeros años. Guarda un inmenso cariño por la ciudad linense, porque a pesar de que la vida, como dice Daniel, ahora es más "añeja" en todos sus argumentos siempre hay una sonrisa, un menos mal qué, un alivio o un agradecimiento.

Daniel Carretero, durante la exposición de su tesis en la Fundación Medina. Daniel Carretero, durante la exposición de su tesis en la Fundación Medina.

Daniel Carretero, durante la exposición de su tesis en la Fundación Medina.

Estuvo escolarizado en el Huerta Fava. A los 10 años la familia regresa a Granada, a Gójar. Daniel terminó la Primaria en el CEIP Virgen de la Paz. Cursó la ESO y el Bachillerato en el Mariana Pineda, en el Zaidín. Cuando le tocó decidir carrera en la Universidad decidió apostar por seguir los pasos de su hermana, Laura. "Ha sido mi guía en muchos niveles". Ella estaba en Farmacia y allí que se matriculó Daniel. "Yo estaba más perdido que todo".

Recuerda su etapa universitaria con cariño -difícil pillar a este investigador en un gesto que no sea de simpatía-, estuvo en Salamanca y en Bolonia gracias a los programas de movilidad Sicue y Erasmus. "Siempre me ha gustado viajar, conocer...". Cuando terminó su licenciatura de nuevo Laura le ayudó a elegir camino. Le habló de la posibilidad de pedir un contrato de Garantía Juvenil en el centro de investigación Medina, Medicamentos Innovadores de Andalucía, participado por la Junta de Andalucía, la empresa farmacéutica Merck Sharp & Dohme de España y la Universidad de Granada.

De izquierda a derecha, Thomas Olivier, vocal del tribunal, de la Universidad de Galway; Javier Ortiz; Fernando Reyes; Daniel Carretero; Eva Zubía Mendoza, presidenta del tribunal, de la Universidad de Cádiz; y José Francisco Quílez del Moral, secretario del tribunal, de la Universidad de Granada. De izquierda a derecha, Thomas Olivier, vocal del tribunal, de la Universidad de Galway; Javier Ortiz; Fernando Reyes; Daniel Carretero; Eva Zubía Mendoza, presidenta del tribunal, de la Universidad de Cádiz; y José Francisco Quílez del Moral, secretario del tribunal, de la Universidad de Granada.

De izquierda a derecha, Thomas Olivier, vocal del tribunal, de la Universidad de Galway; Javier Ortiz; Fernando Reyes; Daniel Carretero; Eva Zubía Mendoza, presidenta del tribunal, de la Universidad de Cádiz; y José Francisco Quílez del Moral, secretario del tribunal, de la Universidad de Granada.

"Con la primera persona con la que me entrevisté en la Fundación Medina fue con Fernando Reyes", gojareño también y que posteriormente sería director de tesis de Daniel junto con el algecireño Javier Ortiz. Cádiz y Granada de nuevo en la vida de este joven investigador. Por parte de la Universidad de Granada su tutora fue María Carmen Ramírez Tortosa.

"Lo que en un principio fue un periodo de prueba se convirtió en mi trabajo durante siete años". Durante ese tiempo fue capaz de compaginar su trabajo en este centro investigador con el desarrollo de su tesis doctoral. La Fundación Medina es puntera en el desarrollo de nuevos medicamentos y cuenta con una de las colecciones microbianas más grandes del mundo.

Comenzó su tesis en febrero de 2016, a los dos meses de comenzar a trabajar en la Fundación Medina. Reconoce que "no tenía superclaro" dedicarse a la investigación, pero Daniel tenía claro que para su carrera profesional era un punto a favor tener el doctorado.

Daniel, saxo a la derecha arriba, con la agrupación musical Musikverein Feuerwehrkapelle Nussloch. Daniel, saxo a la derecha arriba, con la agrupación musical Musikverein Feuerwehrkapelle Nussloch.

Daniel, saxo a la derecha arriba, con la agrupación musical Musikverein Feuerwehrkapelle Nussloch.

Investigó, redactó, corrigió, dio mil vueltas a sus apuntes. Unos días antes de ir de viaje a Portugal envió su tercer artículo a una revista científica. Para conseguir el grado de doctor es requisito tener al menos tres papers publicados en los que se figure como primer autor. "Me fui impaciente por tener la respuesta. Era el último fleco para hacer la tesis".

Aquel viaje a Portugal fue cruel. Los seis amigos planearon una ruta cicloturista. En una carretera nacional 160 del Distrito de Faro un vehículo que duplicaba la velocidad máxima se llevó por delante a Daniel.  "Me envistió. Me quedé en la luna y ahí me fracturé el brazo derecho". También sufrió una fractura craneal bilateral. Llevar casco le salvó la vida, pero el impacto fue brutal y todavía arrastra las secuelas -neurológicas, como los acúfenos, calambres y los dolores de cabeza; y físicas, como la parálisis facial o las lesiones en brazo y pie- de aquel suceso, hace ya tres años.

Daniel, primero a la izquierda, con la Tuna de Ciencias. Daniel, primero a la izquierda, con la Tuna de Ciencias.

Daniel, primero a la izquierda, con la Tuna de Ciencias.

El primero en asistir a Daniel fue uno de sus amigos, Víctor. Médico de profesión, supo tener la suficiente sangre fría para socorrer al herido. "Él bajó de la bici convencido de que estaba muerto". "Fue una suerte" que estuviera allí para dar las primeras indicaciones a los servicios sanitarios. Su pareja, Denise, vio primero la bicicleta "totalmente destrozada". Al tercer día, cuando despertó lo primero que preguntó fue si se había publicado su artículo en la revista científica.

 Todo cambió. Daniel pasó a ser totalmente dependiente. Denise, doctora en Química e investigadora, pidió a su centro, el European Molecular Biology Laboratory EMBL, una institución referente , tiempo para estar con su pareja. "Fueron comprensivos", agradece Daniel.

Del hospital portugués pasó al Virgen de las Nieves de Granada. "No podía hacer nada y lo peor era mi cabeza, el dolor intensísimo que no me dejaba vivir".

Desde el momento en el que pudo moverse mínimamente su trabajo consistió en rehabilitarse. Aquí agradece la labor de Agredace, centro granadino dedicado al daño cerebral. Exploró todas las opciones para "minimizar" las secuelas neurológicas, y en ese trabajo sigue.

Daniel, en su casa con su tesis. En la portada y contraportada hay seis bicicletas. Daniel, en su casa con su tesis. En la portada y contraportada hay seis bicicletas.

Daniel, en su casa con su tesis. En la portada y contraportada hay seis bicicletas. / foto cedida por Daniel Carretero

¿Y la tesis? El trabajo experimental ya estaba hecho, quedaba redactar. Una tarea que en condiciones habituales se puede hacer en unos seis meses. "Me dijeron que no debía tener esa preocupación", recuerda el gojareño. Estar más de quince minutos delante del ordenador le causaba calambres y dolores de cabeza. "No podía hacer más de 20 minutos de trabajo de focalizar la atención". Su trabajo de investigador se quedó en pausa.

Pero esto no acaba aquí. Finaliza con una fiesta, una celebración, una tesis defendida el pasado 22 de enero en un acto para el que el auditorio de la Fundación Medina se quedó pequeño, con la tuna de la Facultad de Ciencias de la UGR -de la que este joven granadino forma parte desde hace una década- haciendo acto de presencia... 

Daniel, que también recibe terapia psicológica, quería cerrar capítulo. Y la tesis. "Quería sentir esa satisfacción, pasar página y dar por superado un bache tan gordo que me ha cambiado la vida".

Hubo dudas. Claro. Y frustración. El primer día delante del ordenador costó horrores. "Fue duro, pero había adquirido las herramientas, me había preparado". Sabía que no podría dedicarse a la investigación, pero, "poco a poco", con la ayuda de Denise -siempre a su lado- lo que era un trabajo de seis meses se pudo terminar en tres años en los que se matriculó como estudiante de doctorado con discapacidad.

"No me lo creía cuando deposité la tesis. Fue una victoria". Una semana antes de la defensa regresó de Alemania a Granada para terminar de perfilar su exposición ante el tribunal, que además fue internacional tal y como marca la norma para las tesis con mención internacional. "En el primer ensayo lo hice en una hora y 20 minutos, cuando lo cortés es hacerlo en 40 o 50 minutos". Hubo que trabajar duro para acortar la presentación.

Llegó el lunes 22 de enero. "Vinieron amigos, mis compañeros, mi familia". Todos a disfrutar de la lección de vida de Daniel Carretero. Su tesis, titulada Ampliación del espacio químico de metabolitos especializados de origen microbiano. Elucidación estructural y biosíntesis de nuevos productos naturales bioactivos procedentes de actinomicetos, se coronó con una hora más de preguntas por parte del tribunal. En la portada, casi escondidas, seis bicis. Una de Denise, otra de Víctor, las de Lucía y Pepe, también médicos, la de Alonso y, por supuesto, la de Daniel. Todos ellos unidos por un trocito de cadena de bicicleta.

En las primeras páginas de la tesis, la dedicatoria a su sobrino Luca. Y en los agradecimientos, tantos como caben en una historia de superación personal de las grandes. Incluida la Musikverein Feurwehrkapelle Nussloch, la agrupación musical donde ahora este doctor en Farmacia intenta tocar el saxofón. "Si tiene que ocurrir una tragedia, que al menos ocurra rodeado de gente como vosotros".

La tesis está disponible en el repositorio institucional de la Universidad de Granada digibug en este enlace

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