El toro: de la finca a la plaza

Una vez que llega al coso, el astado tiene que pasar por innumerables trámites hasta que sale por la puerta de toriles · No todos los toros que llegan son lidiados

Antonio Capilla / Granada

10 de junio 2012 - 01:00

Cuando vemos salir un toro por la puerta de toriles, creemos que todo consiste en traerlo de la finca en los famosos camiones donde leemos 'toros de lidia' y soltarlos uno a uno en el ruedo, y nada más lejos de la realidad. Los trámites previos son numerosos, y para el gran público bastante desconocidos. Son los previos de una fiesta que tiene su fundamento precisamente en ese animal llamado toro, sin el cual un festejo pierde su sentido.

Y precisamente para tratar de salvaguardar su integridad en todos los sentidos, la autoridad gubernativa, los veterinarios y la presidencia de la corrida siguen unos trámites muy reglados que no siempre, o más bien pocas veces, consiguen que el toro tenga las características y juego deseados. Lo segundo no está en sus manos, lo que se lleva dentro sólo sale en el ruedo cuando ya es tarde por lo general, pero lo primero sí. De ellos depende que lo que veamos sea serio, esté bien presentado y tenga importancia, claro que uno puede elegir entre lo que le traen, y o lo aceptas o suspendes la corrida. No es fácil.

Ese previo en los toros tiene dos momentos importantes, uno el día anterior a la corrida, y el otro la misma mañana del festejo. Lo primero, una vez que llega el toro en el camión procedente de la finca, es llevar a cabo el desprecintado del camión para el desembarque de los toros; después se procede al pesaje de los animales, y posteriormente a un primer reconocimiento de los mismos, donde intervienen un equipo de tres veterinarios, dos delegados gubernativos y el presidente de la corrida. Bueno, en Granada también la presidenta, Ana Belén Álvarez. Están también presentes los apoderados de los toreros, la empresa y los propios diestros, o bien sus representantes.

Ya el mismo día del festejo, se procede a un segundo reconocimiento cuando ya está seleccionada la corrida, que en Granada, plaza de segunda categoría, debe disponer de seis toros y dos sobreros. Posteriormente, los toreros, representados por su cuadrilla generalmente, dan los lotes para sortear. El lote consiste en designar dos toros para cada torero, buscando por lo general que cada diestro tenga un par de astados los más homogéneos posible, para que todos dispongan teóricamente de las mismas oportunidades de triunfo. Después se procede al sorteo de los lotes, que se hace por orden de antigüedad de los toreros, y en un ritual casi mítico. Se meten en un sombrero tres bolitas hechas de papel de fumar con los dos números de cada lote, y un miembro de la cuadrilla saca la bola y la suerte está echada. Posteriormente se procede a enchiquerar los toros, donde Antonio García, encargado de los corraleros, va metiendo uno a uno los toros en los chiqueros por el orden de lidia asignado.

Pero los trámites y documentación necesarios en todo este tipo de actos son numerosos. Los delegados gubernativos se encargan de toda la documentación y los veterinarios de las guías de los toros. Las actas que gobernación tiene que rellenar son de dos tipos, unas enfocadas al toro, y otras al desarrollo de la lidia. Las primeras y por orden de formalidad son las siguientes: desembarque, teniendo en cuenta que el camión debe ir precintado, si no es así, se recoge en el acta; primer reconocimiento; segundo reconocimiento; reconocimiento de banderillas, puyas y petos; reconocimiento de caballos de picar; enchiqueramiento y enlotado; orden de lidia, que no es acta pero hay que hacerla pública; apuntillamiento, si se ha devuelto algún toro a los corrales en la lidia; y asunción de responsabilidad, si algún toro se lidia bajo la responsabilidad del ganadero. Pero también existen las actas de la Junta, que es más burocrática, con cuatro hojas donde se recogen el desarrollo del festejo y afiliación de espadas y cuadrillas. En ella se reflejan las horas de comienzo y fin de la corrida, el público asistente y cualquier incidencia de la corrida.

Pero el equipo veterinario no se queda atrás. Sus trámites también son numerosísimos, unos el día antes de la corrida que consisten en revisar la documentación, que incluye la guía de origen y sanidad pecuaria, el documento de identificación bovina y el certificado de nacimiento de inscripción en el registro genealógico de ganado de lidia. Se verifica en cada animal que coinciden los hierros de la ganadería, costillar, y guarismos con la documentación presentada. Después se procede al desprecintado del camión, desembarque y pesaje de los toros, para que cumplan el requisito mínimo para plazas de segunda categoría que es de 435 kilos.

Posteriormente se procede al reconocimiento individual de cada res, que consiste en verificar el estado sanitario y la aptitud para la lidia, haciendo especial hincapié en las características zootécnicas de la raza en relación al encaste de procedencia y categoría de la plaza. Terminado el reconocimiento se hace un informe motivado individual por cada uno de los veterinarios integrantes del equipo. Posteriormente, y a la vista de los resultados, el presidente de la corrida es el que decide y pone en conocimiento de la empresa, ganaderos y matadores, o sus representantes, el resultado de la utilidad o rechazo de las reses reconocidas, y el ganadero puede presentar un veterinario "de parte" que emita su propio informe, si no está de acuerdo con el resultado. La misma mañana del festejo hay un segundo reconocimiento de los toros, y las reses rechazadas pueden volver a la ganadería y ser sustituidas por otras. Si el rechazo es por 'supuesta manipulación fraudulenta de las actas', estas sólo se podrán lidiar bajo autorización expresa y responsabilidad del ganadero, y en ese caso, una vez finalizado el festejo, se procederá a la toma de muestras de las actas para su remisión al laboratorio nacional de análisis de actas, que procederá al diagnóstico de afeitado.

Por último, los veterinarios también son responsables de la inspección post mortem de las canales en el desolladero, y de ahí a la mesa.

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