La batalla
El último pase del cine Los Vergeles
El clásico enclave dice adiós tras más de 30 años de proyecciones ininterrumpidas en el barrio del Zaidín No pueden hacer frente a los gastos que acarrean las nuevas tecnologías
Aunque la obra de teatro y la posterior película rezasen que las bicicletas son para el verano, la realidad es que realmente las noches estivales son propiedad de los cines al aire libre. Las proyecciones entre amigos y familiares perdieron ayer su hueco tras 35 años de historia en Granada.
La ciudad dijo adiós a su particular 'Cinema Paradiso' por culpa de la obsolescencia de los equipos de proyección convencionales. La revolución digital y la falta de producciones en películas fotográficas han hecho imposible a Julio Álvarez, el propietario del cine de verano Los Vergeles, continuar con su trabajo veraniego.
La renovación del material así como su mantenimiento hicieron imposible la viabilidad económica del cine, que nunca tuvo apoyo económico por parte del Ayuntamiento. También las denuncias de algunos de los vecinos por exceso de ruido supusieron más de una vez un quebradero de cabeza para el propietario y proyeccionista.
La nostalgia y la tristeza invadieron ayer a toda la ciudad. Cerca de las nueve de la mañana una máquina excavadora accedía al recinto del número 22 de la calle Palencia, en el barrio del Zaidín, para comenzar con las tareas de demolición, que duraron todo el día.
Julio recuerda los buenos tiempos. En los años 80 y 90 la gente iba al cine en masa. Por aquel entonces se llegaban a realizar hasta cuatro pases diarios durante los cuatro meses que duraba la actividad cinematográfica. Con el cambio de milenio empezaron los problemas. La afluencia de público disminuyó considerablemente, y el cine de verano Los Vergeles redujo los pases a dos diarios y su periodo de trabajo a dos meses y medio. "Había un ambiente muy bueno", apunta.
Más mérito tiene que Los Vergeles estrenara las películas al mismo tiempo que las mastodónticas cadenas de cines que habitan en los centros comerciales. Entre las grandes noches de faena el propietario señala títulos como Piratas del Caribe o Como Dios, con las que se hicieron "buena caja". A pesar de que las grandes producciones dejaban dinero en la taquilla, Julio apunta en conversaciones con este periódico que, de los cinco euros que costaba la entrada, "hasta un 70% se lo llevaban las productoras". Se ríe cuando se le vienen a la memoria las proyecciones de títulos españoles. "Nos obligaban a ponerlas el Ministerio del Interior y las distribuidoras". No atina a saber si eran una cada cuatro días o una cada cuatro películas, "pero las que triunfaban eran las extranjeras". Pero con 35 años de vida por la gran pantalla de Los Vergeles han pasado nombres como la saga de La guerra de lasgalaxias, Indiana Jones o Titanic. En los últimos tiempos ganaba el tirón de los más pequeños, y las de dibujos animados eran las más concurridas en las noches veraniegas del Zaidín.
Al fondo de la sala, a la derecha, estaba una de las señas de identidad del cine: la barra de comidas y bebidas de su interior. "El cine era una manera de justificar la cena de la gente", cuenta Julio, a veces con la voz entrecortada. Con una mesa pequeña cada dos butacas, conocidas eran las hamburguesas que por unas pocas monedas arreglaban la cena de las familias que hasta allí se acercaban cada noche.
Julio, que con 10 años ya hacía proyecciones deambulantes con su familia, ha cerrado las puertas del cine por última vez, no sin antes dejar atado su futuro. La suerte del recinto pasará ahora por otras manos, para volver a funcionar a principios de diciembre convertido en un supermercado.
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