Granada CF-Cádiz La Pizarra

Impotentes ante el muro amarillo

  • Diego Martínez recupera de inicio el 1-4-1-4-1 y acaba con un 1-3-4-2, con Germán en punta, tras la expulsión de Soldado

Antonio Puertas y Cala en una pugna aérea

Antonio Puertas y Cala en una pugna aérea / Photographerssports (Granada)

Tras la gesta del Camp Nou, Diego Martínez decidió hacer cuatro sustituciones en su once inicial. Dos estaban claras, con la vuelta a la disponibilidad de Montoro y de Antonio Puertas tras no estar ante el Barça por sanción.

Parecía también cantado el retorno a la medular de Gonalons, que sólo jugó la última media hora en territorio azulgrana. La última novedad fue la menos esperada. Ni Luis Suárez ni Soldado, ambos titulares en Barcelona. El técnico dio una vuelta de tuerca más a su once y apostó de inicio por Jorge Molina, el héroe de media España al marcar el 1-2 definitivo el pasado jueves.

Salieron respecto a ese anterior choque del once los dos atacantes citados, más Yan Eteki y Víctor Díaz, de inicio en un banquillo donde también ocuparon plaza Kenedy y Domingos Duarte.No sólo cambió la alineación el preparador gallego, sino que también modificó su esquema. Había optado Diego en los dos últimos partidos del equipo, en las muy complicadas visitas a Sevilla y Barcelona, por una zaga de tres centrales y dos carrileros.

Esta vez se agarró a su dibujo más usual, el 1-4-1-4-1, para medirse a un Cádiz reconocible y que usó su habitual 1-4-4-2, con hasta siete novedades respecto al equipo titular que en la jornada pasada empató en el feudo del Valladolid. Es evidente, que los amarillos estaban más frescos que los de casa, y tardó poco en evidenciarse.

Mal inicio

Desde el principio se observó que al Granada le costaba trabajo penetrar en la tela de araña tejida por los visitantes en su propio campo y que, a la vez, creaban peligro cada vez que eran capaces de recuperar el balón y salir en velocidad por ambas bandas, con dos puñales como Salvi e Iván Alejo.

El Granada lo intentó con laterales profundos, tanto Foulquier como Quini, aunque sólo eran capaces de llegar con relativa claridad cuando el balón les venía en un cambio de orientación, habitualmente ejecutado por Montoro.

Jorge Molina trató, con poco éxito, de agitar la colocada zaga visitante con constantes movimientos y tanto Machís como Antonio Puertas se fueron mucho para dentro con el objetivo de dejar libre el carril para los laterales.El minuto decisivo del partido llegó en el tramo final del primer tiempo. Tuvo Nehuén el 1-0 a balón parado, la única manera en que el Granada le pudo meter mano al Cádiz, pero hizo una parada milagrosa su compatriota Ledesma.

A renglón seguido, un desajuste de la zaga local acabó en 0-1. En la defensa de un balón aéreo, el propio Germán, Nehuén y Foulquier se quedaron a medio camino en las marcas a Rubén Sobrino y Negredo, ya que ni retrocedieron lo suficiente ni bascularon lo necesario para encimarlos. Pese al paradón de Aarón Escandell, fue el 0-1.

Cambios

Movió Diego el banquillo en el descanso. Entraron Víctor Díaz por Nehuén, cuya suerte cambió en ese minuto maldito, y Kenedy por un poco participativo Antonio Puertas.

Se mantuvo el mismo esquema y también los mismos problemas para generar peligro, incluso más que en el primer tiempo, por lo que no tardó el técnico en cambiar cosas.

Tuvo minutos Soldado, que reemplazó a Yangel Herrera y cambió el Granada a un 1-4-4-2, con Montoro y Gonalons en el doble pivote. Poco después, Machís dejó su sitio a Luis Suárez, que se colocó como extremo.

El venezolano había iniciado la segunda parte en la derecha, dejando la izquierda para Kenedy, aunque la entrada del colombiano al partido llevó al brasileño a la banda diestro, mientras que él se colocó en la izquierda.

Ahí se mantuvo ya hasta el final, porque Fede Vico también se quedó en la derecha cuando sustituyó al lesionado Kenedy.

Germán y Díaz de Mera

Acabó el Granada con Germán de delantero, buscando el empate a la desesperada, en un 1-3-4-3 que acabó siendo un 1-3-4-2 cuando Díaz de Mera decidió expulsar a Soldado.

El trencilla, como era de esperar, volvió a cebarse con el Granada para demostrar que no sería mala idea, como en el caso del ínclito De Burgos, que no le pitara más al equipo.

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