Resultado Granada CF-Oviedo | La crónica

Una definición de auténtico líder

  • Un golazo de Adrián Ramos, el mejor del partido, permite al Granada CF sumar la tercera victoria consecutiva y mantenerse en solitario en lo más alto de la clasificación

Adrián Ramos celebra el tanto que permitió al Granada CF derrotar al Oviedo.

Adrián Ramos celebra el tanto que permitió al Granada CF derrotar al Oviedo. / Carlos Gil

Nadie discute que Adrián Ramos es el líder del vestuario rojiblanco. No es uno de los capitanes pero tampoco lo necesita. El colombiano, por su experiencia y personalidad, no es de los que le guste centrar la atención. Él se dedica a trabajar, a desfondarse físicamente, a pelearse con los centrales rivales y desahogar a su equipo cuando es presionado y, como delantero, generar peligro cuando se ataca. Le costó adaptarse a ese rol y se dudó mucho de su compromiso al inicio de la pasada campaña, pero a día de hoy pocos dudan de su liderazgo.

Ante un incomodísimo Real Oviedo, el de Santander de Quilichao tiró del carro rojiblanco para vencer al conjunto de Juan Antonio Anquela, que generó muchos problemas a los locales. Y lo hizo tras cuajar una gran actuación y anotar un golazo al alcance de pocos jugadores gracias a una definición de mucha calidad. Un tanto que permite al Granada CF seguir líder en solitario tras el triunfo del Málaga ante el Cádiz. Los de Muñoz lo hicieron también por la mínima y mostrando una cara de equipo correoso y aguerrido, como los rojiblancos.

Incómodos

Los números del choque indican que los de Diego Martínez tuvieron más posesión pero sobre el terreno de juego se les vio a los locales mucho más torpes que en otras citas con el balón en los pies. La razón fue el sistema empleado por el técnico jienense del Oviedo, que ahogó a Montoro en la medular y a los tres medias puntas que tantas alegrías han dado a la parroquia granadina hasta el momento.

Momento en el que Ramos toca el cuero para batir al portero del Oviedo. Momento en el que Ramos toca el cuero para batir al portero del Oviedo.

Momento en el que Ramos toca el cuero para batir al portero del Oviedo. / Carlos Gil

Y eso que en sus primeros diez minutos el choque fue un ida y vuelta con constantes llegadas al área por parte de ambos conjuntos. Pozo a los dos minutos ya pudo adelantar a los rojiblancos en una mano a mano ante Champagne pero no estuvo acertado. El regalo lo compensó Ibrahima, que también falló ante Rui Silva con todo a favor.

En largo

Los visitantes obligaban a su rival a lanzar en largo en busca de Ramos, que fue un jabato de espaldas a puerta y gozó de las mejores ocasiones de gol de todo el partido. La presión ejercida en la salida de balón local impedía a los hombres de arriba recibir con ventaja, perdiendo numerosos balones que Sergio Tejera se encargó de distribuir y Yoel Bárcenas de percutir por la banda de un Víctor Díaz que sufrió mucho.

Alejandro Pozo tuvo a los dos minutos una gran ocasión que pudo cambiar el encuentro

El hispano-islandés Diegui Johannesson y sus diagonales trajo en jaque a Quini por el otro costado pero a los asturianos les falta pólvora. Con Folch como la auténtica pegatina de Ángel Montoro, conforme fue avanzando el crono la espesura de los locales se fue haciendo más notable. Eso lo apreció una grada que está entregada con su equipo y que trató de liderar una reacción con sus ánimos. Y no sólo en una ocasión a lo largo del choque.

Al larguero

Una reacción que llegó con un lanzamiento al larguero de Adrián Ramos a los 20 minutos y otro disparo del colombiano, que se aprovechó de la pasividad de la zaga carbayona, para disparar demasiado cruzado. Fueron los mejores minutos de una primera mitad muy mejorable sobre todo en continuidad en la circulación.

A la contra y por fuera, el Real Oviedo creó los mayores problemas porque por dentro Germán y Martínez siguen siendo infranqueables. Johannesson tuvo el 0-1 antes del descanso tras ganarle la partida a Quini pero su remate, muy forzado, se marchó fuera en la última ocasión de los asturianos y del duelo en su primer acto.

Segundo acto

Cabía la duda al descanso por comprobar si el desgaste físico de los de Anquela, que en ocasiones hacían un tres contra uno a los jugadores del centro del campo, iba a prologarse en la segunda mitad. Pero no fue así. Poco a poco, fueron bajando su nivel de presión aunque el Granada CF seguía sin estar fino.

Se necesitaba jugar más entre líneas y eso se apreció desde el banquillo, dando entrada Diego a Fede Vico por Pozo. El cordobés le dio otro aire a la zona atacante gracias a su dinamismo y sus giros imprevisibles. Empero, las ocasiones seguían sin llegar ante un rival al que le valía el empate en el campo del líder y que comenzó a perder tiempo demasiado pronto.

Al palo

Vadillo seguía sin aparecer y Puertas lo intentaba sin éxito, pero cada vez había más espacios. De hecho, en el segundo periodo, fueron tres las oportunidades de los locales por una del Oviedo. ¡Pero qué ocasión! Fue tras una jugada embarullada en el área que ningún defensor local supo despejar y que Bárcenas aprovechó para disparar al palo izquierdo de Rui Silva, que volvió a dejar su portería a cero por décima vez en la temporada en 18 encuentros. Ahí es nada.

Ramos acaparó casi todas las acciones peligrosas de los rojiblancos en el duelo

Quedaba un cuarto de hora y con Rodri en el campo, se buscó encerrar al cuadro ovetense en su campo. La grada comenzó a empujar pues ya ha visto en Los Cármenes este guión de partido y sabe que su equipo nunca baja los brazos. Y así fue.

Éxtasis

A once minutos del final, Alanís casi se marca un tanto en propia puerta tras un centro lateral que Champagne tuvo que enviar a saque esquina. Pero fue 240 segundos más tarde cuando el delirio se instauró en la instalación del Zaidín. Silva puso el cuero en juego rápidamente tras una contra visitante, balón que le llegó a Vico quien, con un gran pase con el exterior a la espalda de Alanís, dejó a Ramos -previo control orientado con el pecho de maestro- solo ante el guardameta del Oviedo. El colombiano avanzó y con la sangre fría de un killer batió de vaselina con un sutil toque al argentino para delirio de Los Cármenes que vio cómo, por tercera vez, su equipo ganaba por la mínima. Una definición de líder para un líder.

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