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La viva imagen de la desesperación

  • El punta colombiano vuelve a ser de lo menos malo de un equipo abrazado por la depresión

Adrián Ramos trata de llevarse el balón en pugna con un jugador del conjunto asturiano.

Adrián Ramos trata de llevarse el balón en pugna con un jugador del conjunto asturiano. / aurelio flórez / lof

Adrián Ramos es el vivo ejemplo de lo que ha sido la temporada del Granada CF. Decepcionante sería uno de los calificativos que mejor se le podría aplicar, tanto a la aportación del colombiano como al papel de los nazaríes.

Visto el papel de los delanteros del Granada este curso, nadie tiene duda de que el cafetero está bastantes puntos por delante tanto de Joselu como de Manaj, lo que no oculta que se esperaba mucho más de un jugador que, al final, se ha visto arrastrado y envuelto por la irregularidad, la apatía y la espiral negativa del plantel.

El hecho de que Adrián Ramos no haya ofrecido todo lo que se esperaba de él no ha impedido que en casi todos los encuentros que ha disputado haya sido de lo más destacado del Granada. Ha marcado pocos goles, apenas ha asistido y, en general, ha defraudado. Con todo, su calidad en las acciones, intuición y buenos movimientos le han servido para, en la mayoría de partidos, destacar por encima de la baja nota de los suyos.

El veterano punta fue titular en El Molinón, en el choque en que el Granada perdió del todo las mínimas opciones de jugar las eliminatorias de ascenso que le quedaban. Desde que se recuperó de su lesión muscular nadie le ha discutido actuar de inicio. Titular con Oltra, con Morilla y con Portugal.

La poca incidencia en el juego ofensivo de los delanteros del Granada se demostró con el hecho de que tardó doce minutos en tocar su primer balón. Un control con posterior apertura a la derecha para la subida de Víctor Díaz.

Después, ya con 1-0 en el marcador, dispuso de una clara ocasión para empatar. Se inventó una volea en una complicada posición tras un centro desde la derecha que Mariño envió a saque de esquina.

Un buen ejemplo de la frustración del equipo y de Adrián Ramos, de esas veces que no te sale nada, se ejemplificó en el tramo final del primer tiempo, cuando protestó, pese a que no es habitual que lo haga, una falta que le hicieron junto a la banda.

En el segundo tiempo no dejó de intentarlo, pero siempre poco acompañado por los suyos. Tenía cuatro amarillas y no vio otra para borrarse ante el Cádiz.

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