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Moncayo vuelve a ser libre tras perder su juventud en la jungla

  • El sargento liberado por la guerrilla colombiana ha pasado 12 años en cautiverio mientras su padre recorría decenas de países en demanda de su liberación

Pablo Emilio Moncayo, quien con más de doce años y tres meses de cautiverio ha sido uno de los rehenes que más tiempo ha pasado secuestrado por las FARC, fue liberado en la madrugada del miércoles a los 32 años y tras perder su juventud en las selvas de Colombia. Moncayo recuperó la libertad por una decisión unilateral de la guerrilla, que ha dejado claro que esta es la última, ya que ahora sólo entregará a secuestrados mediante un canje por rebeldes presos.

El sargento fue capturado el 21 de diciembre de 1997 cuando tenía 19 años y cumplía el servicio militar como cabo primero en una base de comunicaciones del Ejército en el cerro de Patascoy, en el sureño departamento de Nariño.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tomaron aquella base en una acción que dejó diez muertos y 18 secuestrados, de los que 16 fueron liberados después.

Su familia no tuvo noticias hasta el 24 marzo de 1998, cuando recibió la primera prueba de vida: "fue una locura, no sabíamos si estaba vivo o muerto", relató su padre.

En aquella carta, el soldado pidió a su familia que fuera fuerte y les relató cómo era su vida en forma de parodia: "He pasado más aventuras que Indiana Jones y si yo sacara una película, él se quedaría en pañales".

"Hemos cruzado ríos tres veces mi estatura, hemos probado toda clase de carnes: lapa, guagua, boruga; leo revistas de National Geographic, juego ajedrez y voleibol, he aprendido a hacer hamacas y me he metido una engordada que ni cuento", prosiguió.

El joven, que fue ascendido durante su cautiverio a sargento, pidió a su familia "no retroceder, ni rendirse jamás" y bromeó sobre la posibilidad de que su novia de entonces no le esperara.

"Este papito no se ha varado, no se vara, ni se varará nunca por falta de nenas", les dijo, en un comentario marcado por la ironía.

Esa entereza la volvió a demostrar en una segunda prueba de vida, en marzo de 2008, que llegó a sus padres a través del Gobierno venezolano, en la que dirigió un mensaje a Ingrid Betancourt después de que ésta apareciera demacrada en un vídeo difundido por las FARC.

"Doctora, ámese porque si usted se ama podrá brindar amor a los demás, solamente son fuentes de paz los que están en paz consigo mismo, sólo los libres libertan", dijo Moncayo a la ex candidata presidencial, la cual encontró la libertad meses después en una operación de rescate.

La última prueba de vida se conoció en septiembre de 2009, cuando su imagen ya no era de un niño sino de un adulto que habló con voz fuerte y desplegó una mirada firme.

En ese momento agradeció las gestiones de su padre, el profesor Moncayo, por sus múltiples iniciativas para lograr su libertad.

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