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Abiertos horizontes de plástica de verdad

Aunque por separado, los cuatro nombres que configuran esta exposición han formado parte de los mejores catálogos de arte contemporáneo por todos los circuitos artísticos de este país, no es habitual, fuera de Granada, encontrarlos juntos formando una muestra importante en una galería importante. De todas formas, sea como sea, esta comparecencia madrileña de estos cuatro artistas es la constatación absoluta del nivel que posee el arte que se hace en la ciudad de la Alhambra; una comparecencia que se nos antoja presenta variadas lecturas. Por un lado, plantea la grandeza de la creación de estos cuatro artistas, lo que es lo más importante para la galería y el público visitante; hace, además, trascender la realidad de una plástica que, desde Granada, ha ganado múltiples parcelas en el contexto general de un arte español, al que ha accedido y se ha posicionado, con determinación, para manifestar su absoluta amplitud de miras; un arte hecho en Granada que ha abierto muy trascendentes rutas expositivas y que ha servido para establecerse en lo más selecto del arte nacional.

Esta exposición en la capital de la España nos presenta a cuatro de los más ilustres granadinos - con ellos existen muchos otros tan ilustres como ellos -; cuatro artistas importantes, poseedores de lenguajes tan personales como intransferibles, que han generado estamentos pictóricos de suma importancia. Una muestra significativa en una solvente galería de la madrileña calle Castelló que estructura una pulcra conformación expositiva en las que las bellas piezas de Ángeles Agrela, Paco Pomet, Jesús Zurita y Simón Zábell resplandecen en toda su magnitud. Cada uno nos conduce por un trabajo serio, esclarecedor, atractivo y absolutamente convincente; claves que han prevalecido en la producción de unos artistas que empezaron con magníficas proyecciones, se asentaron en una plástica segura y entusiasta y continúan por unos estamentos de indudable calidad artística.

La obra de Ángela Agrela, dentro de su diversidad estética, mantiene una línea estructural que la hacen diferente y única. Continúa con ese interés suyo por enmascarar la realidad, por confundir lo evidente; ahora, con mucha más potencia creativa, más solvencia pictórica y una aplastante utilización del dibujo conformador, envuelve la personalidad del representado en un misterioso y enigmático halo que hace distanciarse al sujeto ilustrado de una mirada convencida ante tanta magnitud recreada artísticamente. Paco Pomet se nos muestra, de nuevo, como un gran escenógrafo, acogiendo imposibles historias de una realidad absolutamente a contracorriente. Con una fortaleza plástica fuera de toda duda, un dominio de la estructura pintada de gran fuerza expresiva y una utilización del color reducida a blancos y grises, el pintor granadino nos cuenta ciertos relatos de una sociedad contrahecha, llena de solitarios, aún en grupos, hombrecillos de mísera humanidad. Simón Zábell nos ofrece esa pintura tan particularísima llena de referencias, de poéticas contenidas, de evocaciones veladas por una plástica determinante que transporta a bellos pasajes presentidos. Nos encontramos con dos obras que, en fondo y forma, plantean una estética llena de sensualidad, de mensajes imprevisibles y de profundas connotaciones sobre un universo donde todo puede ser susceptible de manifestar su lado más bello. Jesús Zurita es el autor de una obra que no ofrece duda alguna. Su dominio de la composición, de la estructura dispositiva, de la yuxtaposición de planos, de la utilización exacta del soporte como un elemento más de la composición, nos hace estar ante un pintor superior, en posesión de una clarividencia pictórica total. En unos campos de impactantes rojos, suscritos en la intensidad pura del lienzo vacío, el joven artista recrea un paisaje sutilísimo, bellamente envuelto en la maraña compositiva del color, en donde también aparece un enigmático personaje que se distingue tenuamente en los medios de ese bello escenario de mediatas realidades.

Estamos ante una exposición con mayúsculas, de cuatro artistas grandes, distintos, cada uno con una personalidad apabullante y un lenguaje distinto y particular. Una muestra madrileña que acoge la gran plástica que se viene haciendo en Granada para goce y disfrute de todos.

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