Lorenzo Silva, escritor

“Ahora los que encabezan las rebeliones acaban prosperando económica y socialmente"

  • El autor madrileño presenta mañana en la Feria del Libro de Granada su último libro, Castellano, una narración a caballo entre varios géneros sobre la revuelta de los comuneros

“Ahora los que encabezan las rebeliones acaban prosperando económica y socialmente"

“Ahora los que encabezan las rebeliones acaban prosperando económica y socialmente" / R. G. (Granada)

–En Castellano (Destino, 2021) aborda la revuelta de los comuneros en la que, frente a la ambición y la codicia de los gobernantes que esquilmaban las Comunidades de Castilla, las clases populares y la pequeña nobleza capitaneadas por unos pocos valerosos se atrevieron a desafiar a Carlos V. ¿Hay suficiente indignación y existen los suficientes valerosos para que se repitiera algo así?

–Creo que 500 años en términos históricos representan un abismo cuando uno quiere establecer correspondencias más o menos exactas. Se pueden buscar inspiraciones, analogías y conexiones simbólicas, pero teniendo en cuanta dos cosas. La primera, que la sociedad castellana del siglo XVI era más próspera de lo que se suele pensar y tenía unos altos índices de pobreza muy superiores a la de hoy en día, en la que casi todos tenemos algo que perder. Eso atempera mucho las revueltas. Aunque lo interesante de esta revolución es que quienes la encabezaron tenían mucho que perder y además lo perdieron. No sólo se alzaron por sus intereses, a veces incluso contra ellos. Eso es lo que le da un valor moral a Padilla, Bravo o Maldonado. Y la otra cuestión es que el detonante fue el ejercicio de un poder absoluto que además pretendía plantear una medidas confiscatorias abusivas. Ahora no las tenemos, aunque pueda gustarte más o menos el sistema. Sí es verdad que lo sostienen fundamentalmente los pobres. Pero es interesante lo que planteas: quizás lo que nos faltan no son tanto los motivos para tener una contestación social vigorosa sino unos liderazgos realmente convincentes. Líderes que sean como los de entonces: Padilla se rebeló contra sus propios intereses personales y se quedó sin nada. Ahora parece que los que encabezan las rebeliones acaban prosperando tanto económica como socialmente.

–Hay hechos especialmente nobles. ”Es Padilla el primero señalado en la lista del emperador para que la cuchilla del verdugo le rebane el cuello, pero Juan Bravo pide ir antes para no ver morir a su capitán, voluntad que le es concedida”. ¿Se podría dar eso en la política actual, donde la mitad mueren por fuego amigo?

–Eso está además documentado por sus enemigos, unos cronistas del emperador Carlos V, así que es especialmente creíble como estos hombres asumieron ese sentido de sacrificio personal. Esto es lo que le da tanta fuerza moral a su levantamiento y a su doctrina política, que mueve a las comunidades a la insumisión al poder injusto. Ellos no lo dejaron en una declaración retórica, se sacrificaron personalmente por ello. –Los dirigentes parecen incluso incapace de asumir sus propios errores, esperando que un escándalo tape a otro y así perpetuarse en el cargo.–Bueno, por no hablar de las huidas. Cuando vio que la batalla estaba perdida en lugar de salir corriendo envistió. Ahora prefieren meterse en el maletero de un coche.

–Esa crítica a los gobernantes es una constante en la historia de la literatura española desde el Cantar de Mio Cid y ese “Dios que buen vasallo si oviesse buen señor”. ¿Qué ocurre con los líderes que llegan al poder? ¿En política no triunfan los más inteligentes ni los más honrados sino los más listos y los más vivos?

–Es algo que se puede decir casi de cualquier sociedad: que sus fracasos son en buena medida los fracasos de sus élites. Te guste o no, el comportamiento de esas élites determina en buena medida la prosperidad o el fracaso del país. Y las españolas, la verdad, es que han tenido un comportamiento bastante decepcionante en muchos momentos de la historia. Por eso me gusta este episodio, porque la Guerra de las Comunidades es una excepción. La élite intelectual, comercial y administrativa de Castilla se puso al servicio de la revolución y eso le dio la fuerza.

–¿Cree que ese anhelo de justicia o libertad se diluye ahora en las peleas en Twitter?

–Bueno, espero que algún día esto pase y lo recordemos como un mal sueño porque claramente las redes sociales han sido un desarrollo fallido de la tecnología. Creo que ya están empezando a dar señales de agotamiento. Por ejemplo, el cerco que el propio Estados Unidos le está empezando a hacer a Facebook. Se basan en un engaño esencial: no son espacios de comunicación y de conversación son granjas de extracción masiva de datos personales. Para ello están programadas y no para favorecer una conversación enriquecedora, dar cauce al debate público o a las relaciones personales. El que quiera debatir y relacionarse tiene muchos medios más allá de las redes sociales, que precisamente es lo que uno debería evitar más allá de su uso como tablón de anuncios para las personas que tienen una actividad pública.

–Cuando decidió retirarse de las redes sociales, ¿temió perder lectores o al menos el contacto con ellos?

–No sé si influirá pero yo tengo una página web con una dirección de correo pública desde hace 21 años y ahí mantengo mucha relación con los lectores. Ya la tenía mucho antes de la aparición de las redes sociales. Al final he decido dejar un perfil de Twitter en el que sólo hago anuncios y doy las gracias a quien dice algo amable. Al que va a cocear directamente lo ignoro y tampoco es mi lugar para pronunciarme, para eso están mi artículos y mis libros. Para una persona que vende un espectáculo, que hace vídeos graciosos o buenas fotos, a lo mejor tienen otro sentido. Para mí que manejo la palabra, cuento historias y me gusta tener una conversación civilizada, no me sirven para nada más.

–Para las escenas históricas, ¿ha tenido que documentarse mucho? ¿Cuánto tiempo ha trabajado en esta obra?

–He tardado mucho incluso en llegar a la forma de la novela. Es verdad que hay escenas históricas, que están noveladas incluso, y también pueden leerse diálogos, pero quería hacer un libro lo más ceñido posible. No quería hacer un texto de 800 páginas sino que fuera a lo esencial y a los personajes fundamentales. Sí que tenía obsesión por una cuestión: que lo dicho por esos personajes fuera fidedigno. Lo que sí he hecho es rastrear la abundante documentación que por fortuna tenemos de ellos, como muchas cartas notariales.

"Las redes sociales no son espacios para la comunicación son granjas para la extracción de datos personales"

Castellano contiene pequeños anacronismos. ¿Es una moda en la novela histórica actual, como hace por ejemplo Pérez-Reverte, o eso puede disgustar a los lectores del género? En sus interacciones con sus seguidores en las firmas de libros o en esa dirección de correo, ¿ha recibido comentarios al respecto?

–Sí, algún lector me ha comentado cosas. Hay quien me ha dicho que no quiere que le cuente lo de las comunidades o lo que yo haya pensado al ir a ver un monasterio. Pero, probablemente, es que son lectores de otro tipo de novela distinta a la que yo quería escribir. Les pido disculpas por haberles generado una falsa expectativa pero la novela que yo quería escribir es esta. Parto de una concepción de la historia –que, por otra no es mía, es la de Walter Benjamin entre otros– y es que siempre se hace desde el momento. Siempre que volvemos los ojos al pasado lo hacemos desde un lugar del presente y este lugar condiciona la mirada. Eso extrae el valor de ciertos significados y los antepone a otros. Por ejemplo, quería hacer una lectura de la revuelta de las comunidades desde la mirada de un castellano del siglo XXI. Entiendo que ese relato haya a quien pueda no interesarle pero lo declaro desde el principio: no en la portada, pero sí en el prólogo.

–Contiene numerosas digresiones ¿Coincide con los que señalan que es su novela más personal?

–Creo que todas las novelas son muy personales. Cuando aparece el autor en primera persona, como en los capítulos impares, eso se nota más pero la construcción de una ficción está llena de elementos personales. Tan personal como esta es El nombre de los nuestros en la que yo no aparezco ni una sola vez pero se alimenta de la historia de mi abuelo, que sobrevivió a la Guerra de África. No existe una obra literaria objetiva.

–Este libro tiene parte de libro de viajes que se desdobla en el espacio y en el tiempo. Un viaje para traer a nuestro presente los nobles ideales comuneros pero, ¿también en el espacio de Castilla?

–Para mí prevalece el elemento novelesco, aunque hay quien dice que para ser novela tiene que haber ficción –y algo que hay– . En esta obra prevalece la narración porque se hace con una intención y con un sentido. Aunque también tiene elementos ensayísticos, de narración de viajes... Si a alguien no le parece suficientemente una novela, que lo considere un artefacto híbrido. Un creador literario puede crear su propio género, no sólo la historia. 

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