FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA Y DANZA

Baño de emociones en el Carlos V

  • El Rundfunkchor Berlin permitió ayer vivir una obra musical desde dentro con su 'Human Requiem', una obra en la que no existe ninguna frontera entre los artistas y los espectadores.

Quizás la única manera de que músicas como el Réquiem alemán de Brahms se acerquen al gran público sea con propuestas diferentes como la que ayer vivimos en el palacio de Carlos V. En vez de sillas, cojines y alfombras, nada de jerarquías entre artistas y público. El piano, en un extremo del Palacio. Los miembros del coro dispersados y, por supuesto, vestidos cada uno a su manera pasando desapercibidos excepto por la calidad de sus voces. Todos, artistas y público estuvimos hermanados ante la fuerza de una música celestial, eterna, como lo estaremos el día de nuestra muerte. La idea procedía de Berlín y sorprendió a aquellos que esperaban escuchar un concierto de manera convencional, sentados en sus sillas, sin sobresaltos.

No es la primera vez que vivimos una experiencia de este tipo en Granada. Hace unos años, también dentro del Festival y en el Hospital Real, un músico contemporáneo como Mauricio Sotelo nos hizo deambular mientras sonaba su obra. Es más raro que una propuesta así se aplique a una partitura tan clásica como el Réquiem Alemán de Brahms y en un espacio de la solemnidad del Carlos V. Sin embargo, gustó mucho. "Es más difícil aburrirse", comentaba una chica. "Es mucho más emocionante", decía otra.

Es cierto que el círculo del Carlos V y el cielo abierto sobre los espectadores confería una magia especial a este Human Requiem, una producción del Rundfunkchor Berlin donde el público interactuó con los artistas sin barreras, sin normas, dejándose llevar por sentimientos y sensaciones a partir de la música de Brahms.

Fue especialmente entrañable ver la ilusión de los alumnos del Conservatorio de Danza Reina Sofía de Granada, para quienes se contó para la coreografía. Algunas personas sí vivieron la "catarsis" que pretendía el ideólogo del proyecto, Jochen Sandig. Otras, simplemente, se dejaron llevar por este Human Requiem con dramaturgia y coreografía firmada por Sasha Waltz. Lo que está fuera de duda es que la partitura con la que Brahms trató de buscar respuestas a la cuestión que más inquieta a las personas, la muerte, no perdió ni un ápice de su belleza y de su profundidad. Excelente trabajo del coro de la Radio de Berlín -demostró su gran versatilidad y el placer que siente experimentando- de la soprano, Iwona Sobotka, el bajo Konrad Jamot y los pianistas Markus Hadulla y Philip Mayers.

En definitiva, se habló de arte y de espiritualidad. Y cada uno lo vivió a su manera, con la libertad que proporciona el no sentirse obligado ni siquiera para aplaudir. Una forma diferente de escuchar un Requiem que según el director del coro, Gijs Leenaars, "no ha sido pensado para conmemorar la muerte, sino para los que vamos a morir. Cuando Brahms lo compuso intentaba encontrar respuestas a por qué vivimos o sobre la muerte, respuestas que buscó en la Biblia. Tratamos de transmitir una espiritualidad que no representa la religión desde el sentido clásico, sino desde el punto de vista de toda la humanidad".

Estrenada en Berlín en febrero de 2012, Human Requiem ha pasado también por París y ha llevado a cabo una gira internacional. Un acierto programarlo.

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