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Brangulí: imágenes de la vida privada de una ciudad

  • El Centro Cultural CajaGranada acoge una exposición del fotógrafo catalán que muestra el pálpito de Barcelona en las primeras décadas del siglo XX

Un toro ensangrentado con dos banderillas en mitad de la calle, el cadáver de un hombre que se suicidó en el interior de la Banca Arnós tumbado sobre un charco de sangre, boxeadores escuálidos, momias de monjas profanadas expuestas en la entrada del convento de las Salesas en 1936... Son algunas de las impactantes imágenes que se muestran en la exposición Brangulí, que ayer se inauguró en el CentroCultural CajaGranada Memoria de Andalucía. Las instantáneas documentan cómo era Barcelona en el periodo 1900-1936, sus transformaciones, sus serios industriales y su pálpito vital. También son un documento histórico impagable para comprender la actualidad más rabiosa: en una de las fotografías se muestra la Fiesta Nacional Catalana del 11 de septiembre, donde no cabe un alfiler frente al monumento de Rafael Casanova.

La muestra, que fue presentada por el director de la Obra Social de CajaGranada, Diego Oliva; los comisarios de la muestra, Valentín Vallhonrat y Rafael Levenfeld; y la directora de Arte de la Fundación Telefónica, Laura Fernández, está compuesta por 121 fotografías y permite hacer un repaso por algunas de las imágenes icónicas de Brangulí, una saga de fotógrafos iniciada por Josep Brangulí i Soler (L'Hospitalet de Llobregat. 1879-1945) y continuada por sus hijos, Joaquim Brangulí i Claramunt (1913-1991) y Xavier Brangulí i Claramunt (1918-1986).

Para Diego Oliva,la muestra es uno de los hitos culturales de este último trimestre "porque vamos a descubrir a un excepcional fotógrafo y a una Barcelona desconocida, que nos muestra cuál era el sentir de la población".

Por su parte, Rafael Levenfeld, que además de ser uno de los responsables de la muestra pasa por ser uno de los grandes fotógrafos del panorama nacional, destacó que Brangulí era una persona polifacética, enamorado de muchas disciplinas, además de la fotográfica. "Fue la primera persona en apoyar en España los derechos de autor de los fotógrafos, además de fundar la primera agencia de repórters", dijo para apuntar después que, pese a todo, los fotógrafos siguen teniendo problemas en pleno siglo XXI para cobrar los derechos de su trabajo.

El archivo que atesoró Brangulí consta de un millón de placas y fotografías, pero en esta muestra solo hay obra de Josep, el fundador de la saga, correspondiente a los años 1900 a 1936, acotación temporal que se ha hecho por cuestión de espacio. Los comisarios resaltaron que, para la selección definitiva, han llegado a ver hasta 500.000 placas. De hecho, según dijo Levenfeld, Brangulí era un artista metódico y organizado. "Dividió su archivo en 100 temas principales y en 2.500 subtemas", dijo el comisario sobre un artista que lo mismo inmortalizaba a un grupo de entusiastas bañistas que a una pareja de guardias civiles -con su frondoso mostacho- junto a la entrada de un piso en el que acaba de ser tiroteado un malhechor.

Su trabajo con imágenes de la Semana Trágica de Barcelona constituyeron su primer éxito editorial. En la exposición del Museo de CajaGranada se pueden apreciar, por ejemplo, las reformas de las calles de Barcelona, muchas de ellas ya desaparecidas. Además, el fotógrafo anticipa muchos de los temas que se desarrollarán después de la Guerra Civil ya que la suya es una generación que desaparece durante la contienda: destrucción y requisamiento de archivos, incendios, desaparición de miles de negativos… De hecho, Brangulí llegó a esconder parte de las fotografías que disparó durante la Guerra Civil, para evitar su censura y destrucción.

Tal y como escriben los comisarios de la exposición en el monumental libro sobre la obra del fotógrafo, editado por la Fundación Telefónica: "Brangulí, que sobrevivió a todas las vicisitudes políticas que le tocó vivir, acompañó a la ciudad en que vivió. Atento a los cambios, atento a sus transformaciones, atento a sus pobladores y a sus quehaceres. Desarrolló su profesión para mantenerse en el mismo ritmo de la metamorfosis urbana, transformando su oficio de fotógrafo, como un prestidigitador, ya sea en corresponsalía, agencia, archivo o lo que fuera necesario para seguir desarrollando su magia.

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