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China no está tan lejos

  • Un joven con un falso título universitario protagoniza un viaje entre Marsella y Shangai en 'La fortaleza asediada'

La fortaleza asediada comienza en mitad de un viaje de regreso, a bordo de un barco que hace la ruta entre Marsella y Shanghai. El protagonista es uno de sus pasajeros. Fang Hongjian, un joven con estudios universitarios y ciertas inquietudes (que una cosa y otra no van necesariamente unidas), vuelve a casa tras cuatro años de estancia en Europa sin haber obtenido el preciado título de doctor. No es algo que le quite el sueño, pero para evitar que su padre o su suegro piensen que ha estado perdiendo el tiempo en el extranjero, como así ha sido, falsifica un título y se lo lleva consigo. No es más que una mentira piadosa. No obstante, sin que él pueda hacer nada por remediarlo, esa mentirijilla trasciende el ámbito doméstico cuando su padre y su suegro airean "esa buena nueva" hasta ponerla en conocimiento de toda la comunidad. Será el primero de los muchos reveses que el destino le depara.

La acción arranca en 1937, coincidiendo con la invasión de Shanghai y el estallido de la guerra chino-japonesa. El drama estaría servido de no ser porque el autor opta por esquivarlo y desplegar unas finas maneras de comedia que, sin duda, sorprenderán a más de uno. La trama no transcurre en el frente, sino en retaguardia, y no atañe a los grandes problemas de la Madre Patria, sino a los pequeños pormenores del corazón. Fang tiene ya una cierta edad, empieza a pensar en el matrimonio, pero ignora quién será la "afortunada" pues, a pensar de tener suegro, carece de novia (y es que la joven con quien su familia concertó esponsales falleció dejándolo "viudo" antes de estar casado). Sus padres, además de esos suegros que no pudieron ser, confían en que encuentre un trabajo a la altura de ese "doctorado" suyo y siente finalmente la cabeza. También Fang lo desea, aunque no tiene tanta prisa por llegar a donde va.

Con resuelta voluntad cosmopolita, Qian Zhongshu propone una sofisticada incursión en la llamada "Guerra de los sexos" (de ahí que la elección del antedicho período bélico parezca responder a un refinado cálculo intelectual). El título de la novela hace referencia a cierto adagio francés, según el cual el matrimonio sería como una fortaleza sitiada: los que están dentro quieren salir, los que están fuera quieren entrar. Sin embargo, en este mundo de medias verdades, raramente se dice lo que se piensa: Fang, que se enamora de cierta chica, se sirve de su amistad con una prima de ésta para emprender el cortejo, dándole a entender a esta última que siente un cierto interés por ella. Otra mentirijilla que no tardará en volverse en su contra… Leyendo La fortaleza escondida, más que las diferencias socioculturales entre Oriente y Occidente, llaman la atención las profundas semejanzas entre nosotros. En ciertas cuestiones, al menos, China no está tan lejos.

En la novela hay un tufo autobiográfico que vale la pena tener en cuenta. Al igual que su protagonista, Qian Zhongshu estuvo viajando por Europa tras terminar la Universidad y pasó una temporada en París antes de regresar a su país. De aquel encuentro con la alteridad, el autor extrajo una preciosa lección: no se trata de reivindicar lo vernáculo en perjuicio de lo foráneo, o al contrario, sino de hallar o intentar hallar lo mejor de ambos. No basta con ampliar los horizontes si no estamos dispuestos a aprender. Esa actitud abierta acabaría acarreándole problemas. Qian Zhongshu cayó en desgracia durante la República Popular de Mao Zedong -tuvo que abandonar la narrativa y dedicarse únicamente a la crítica literaria-, llegando a sufrir en sus carnes la represión anti-intelectual azuzada por la Revolución Cultural. El tiempo, por suerte, le ha hecho justicia. Hoy es uno de los escritores chinos más reputados del siglo XX y La fortaleza asediada, uno de sus mejores libros.

Quian Zhongshu. Anagrama. Barcelona, 2009

Ma Jian Mondadori Barcelona, 2008

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