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"Creo en la literatura pegada a mis intereses vitales como el amor"

  • El escritor madrileño se despoja del peso de la no ficción y explora lo complicado de las relaciones humanas en 'El final del amor', que ayer presentó en la librería Babel

Cansado de sí mismo después de un libro autobiográfico tan intenso como Tiempo de vida (Anagrama, 2010), el escritor madrileño Marcos Giralt Torrente regresa al mundo de los cuentos con cuatro relatos unidos por la complejidad de sentimientos que aparecen con El final del amor (Páginas de Espuma, 2011).

-Vuelve al cuento por la puerta grande... ¿Le tenía ganas al género?

-La verdad es que estos cuentos nacieron de una forma muy poco meditada. Mis libros anteriores habían salido de la voluntad de hacer un libro de determinadas características y se puede decir que cuando ponía la primera palabra sabía lo que quería hacer. Este libro me descubrí escribiéndolo cuando ya lo llevaba bastante avanzado, más o menos cuando acabé el segundo cuento. Normalmente los escritores escribimos cuentos porque nos apetece o lo necesitamos, así que los metes en un cajón y sabes que tarde o temprano te llamarán de una revista o para una antología para pedirte alguno, pero cuando terminé el segundo me di cuenta de que podía tener algo interesante para un libro.

-Su anterior novela, Tiempo de vida, fue un gran ejercicio de introspección y de memoria de historia personal. ¿De qué forma le influyó a la hora de acercarse a estos cuentos?

-Lo cierto es que El final del amor proviene, en parte, del cansancio que me produjo aquel libro, que es autobiográfico y en él hablaba de la relación con mi padre. Entre la escritura del libro y la promoción acabé un poco cansado de mí mismo y me descubrí escribiendo estos cuentos como una manera de volver al antifaz, al disfraz de la ficción. Lo que pasa es que al final te expones tanto en la ficción como en la no ficción, el disfraz es más la ilusión de pensar que te estás disfrazando que el camuflaje que te da en sí mismo.

-¿Se siente más cómodo un escritor en el terreno de la ficción?

-La no ficción atemoriza al principio, un relato confesional asusta, pero luego descubres que no cambia tanto. Si te tratas a ti mismo como personaje de novela y buscas darle solidez y profundidad sin olvidar que no puedes traicionar a la verdad, al final todo es parecido. Pero ése es un descubrimiento que haces a lo largo del camino y uno acaba un poco cansado de sí mismo y de exhibirse.

-El amor, al final, también es uno de los grandes motores de la literatura...

-Creo en la literatura muy pegada a mis intereses vitales, y yo sólo escribo sobre lo que me atañe y me interesa. Me interesa el amor en sí mismo, por supuesto, pero estos cuentos no se agotan en el amor del título, sino que comparten el trasfondo de una relación amorosa, aunque cada uno tiene sus propios devenires.

-¿Y por qué escribir al final del amor y no al principio? ¿La agonía de lo que se acaba es más literaria que la belleza de lo que empieza?

-Pensaba que era más evocador en el sentido de que te obliga más a pensar. Pretendía que no fuese un título que se agotase en la literalidad del final del amor, de hecho, en los cuentos el final del amor es una metáfora del amor mismo. El final del amor siempre está, incluso en la relación más perfecta y feliz los amantes siempre contemplan la posibilidad de que un día el amor se acabe, está ahí como una amenaza. En ocasiones es un miedo que atemoriza o entristece, en otras se ve con alivio y en otras un amante lo usa como coacción al otro, así que siempre está ahí.

-Como escritor, ¿qué licencias le permite un cuento que no se dan en otros géneros como la novela?

-A mí no se me ocurren las historias espontáneamente, sino que las tengo que buscar, así que normalmente me vienen con la plantilla y el traje cortado de cuento o novela. Creo que ambos géneros son igualmente profundos y como cuentista me molesta mucho la discriminación que hay del cuento frente a la novela por parte de algunos sectores. La novela tiene sus exigencias y sus técnicas para abordarla, y los cuentos tienen sus exigencias y sus técnicas para abordarlos. El cuento requiere una intensidad muy específica y la manera de trabajarlo también requiere de la misma intensidad. La intensidad resultante es el reflejo de la intensidad del escritor. La novela es más cuestión de complejidad y albergar mundos que de intensidad; de hecho te puedes permitir ciertos excesos retóricos. El cuento es el perfecto descanso tras una novela y la novela es el perfecto descanso tras un libro de cuentos.

-¿Qué comparten, además de ese fin del amor, los cuatro cuentos?

-Creo que todos tienen una pulsión clasicista; todos son cuentos que tienen ese aliento clásico que bebe de literatura y creo que la concepción del amor que reflejan es más realista que la que vemos en muchas películas. Pero no sólo respiran vida, sino también literatura, y hay algunos juegos de espejos en ellos y homenajes implícitos y explícitos a otros escritores y cuentistas.

-¿Habrá próximamente una novela como descanso a este libro de cuentos?

-Probablemente volveré a ella, pero aún no tengo muy clara la historia. Mi intención es descansar, leer y cargar las baterías de la inspiración.

-El final del amor se hizo con el Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve. ¿Se va a aficionar a participar más en los concursos?

-Puede... Los premios honoríficos están muy bien, pero están mejor los que, además de darte honor te dan dinero. Los escritores necesitamos de tiempo para escribir y el dinero es lo que te permite comprar tiempo. Además, un premio te hace ganar atención inmediata, hoy es muy difícil que saquen tu libro de la caja en la librería, y un premio te coloca en el escaparate y en la prensa y te hace llegar más fácilmente a los lectores, que al final lo que pretende un escritor es que te lean.

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