raúl rodriguez. guitarrista

"En Cuba el tres es la llave de la fiesta"

  • Con su instrumento como fiel compañero, el músico es uno de los platos fuertes de la nueva edición del Parapanda, que comparte escenario esta noche con Bohemia Lanzarote

Raúl Rodríguez toma el relevo de Shannong Og esta noche en el Parapanda Folk de Íllora.

Raúl Rodríguez toma el relevo de Shannong Og esta noche en el Parapanda Folk de Íllora. / G. H.

Hijo de la cantante Martirio, aprendió a amar la música en casa, en el entorno de la contracultura sevillana de los setenta. Comenzó como batería y guitarrista eléctrico de blues y rock, formando su primer grupo, Los Innombrables, en Huelva. Su siguiente proyecto fue el dúo Caraoscura, que saca al mercado Qué es lo que quieres de mí (1995), producido por Kiko Veneno y Jo Dworniak. Un año después, se incorpora como guitarrista a la banda de Veneno, participando en varios discos y haciendo giras por toda España y parte del extranjero.

Produce su primer disco en 2004, con el que recibieron importantes premios. En octubre de 2008 abandona el grupo y comienza a desarrollar otros proyectos, destacando sus dos trabajos en solitario, Razón de Son (2014) y La raíz eléctrica (2017). El siguiente capítulo de esta larga historia se escribirá mañana, sobre el escenario del Parapanda Folk de Íllora.

-En esta mezcla global de ritmos de vuelta, ida y revuelta ¿Dónde se me sitúa para tener una visión panorámica sin muchos balanceos?

-En medio del mar, a la misma distancia de todos los puertos. En la frontera, que es el lugar donde ninguna ley opera.

-¿Cómo fue su encuentro con el tres?

-En los Encuentros de Son y Flamenco en el 94, vi en Lebrija a Faustino Oramas 'El Guayabero' y quedé prendado del instrumento. Fui conociendo más de los treseros tradicionales y elaborando la esperanza de introducirlo en el flamenco. Mi mamá me trajo un tres cubano en el 97 cuando fue a La Habana a cantar invitada por Compay Segundo y con ese instrumento me fui a Morón a intentar traducir los toques flamencos al tres y, a base de años de paciencia y disfrute, he terminado por articular un lenguaje propio que me abre muchas puertas y me permite expresarme con libertad.

- ¿Qué tiene el tres que transmite esa vitalidad y alegría?

-En Cuba es la llave de la casa de la fiesta, el que abre y cierra. Es el centro del son, una mezcla entre instrumentos percusivos y armónicos, un tambor de cuerdas que despierta al corazón.

-Compay fabricó su 'Armónico' usted el tres flamenco. ¿El mundo necesitaba un instrumento nuevo? ¿Y usted?

-Los géneros los crean los instrumentos, es así como funciona la tradición, con innovaciones individuales que se incorporan al legado colectivo. Yo imagino un nuevo son afro-andaluz y necesito expresarme a través de un instrumento nuevo que me ayudara a encontrar esa música que está perdida en el medio del mar. Diseñé este nuevo tres flamenco y estoy muy feliz con él, me permite ser libre desde dentro de las tradiciones y buscar mi propio camino en nuestro mundo.

-Ahora lo ha electrificado ¿no?

-Ahora tengo uno nuevo construido en Los Ángeles que me permite traducir el universo tradicional al campo psicodélico de la electricidad, y ahí suceden cosas desconocidas.

-Pues si hace lo que hace con el Tres. ¿Ha probado con el Cuatro o el Cinco?

- Ahora estoy aprendiendo a tocar el Djeli Ngoni que me traje de un fascinante viaje a Mali y voy comprendiendo algunas cosas de la historia de nuestras músicas a medida que me voy haciendo un callo nuevo en las manos.

-Esos movimientos serpentiformes con que decora la interpretación, casi de guaguancó (sin pañuelo) de dónde le llegan.

-Es lo único que no ensayo de todo el repertorio y es algo que escapa a mi control. Quizá, al estar rescatando ritmos asociados a danzas que fueron censuradas, esos bailes, de alguna forma, también reviven y se meten en el cuerpo sin poder evitarlo.

-Si bien se cuenta que precisamente el Guaguancó nació cuando los afrocubanos lo intentaron con el flamenco.

-Hay todo un mundo de interconexiones históricas entre nuestras músicas en todo el Caribe afro-andaluz del que habla el historiador mexicano Antonio García de León. Durante cientos de años, nada se hizo sin la colaboración de 'el otro'. Nuestras músicas son hermanas sin saberlo y necesitan poder reconectarse para darse un abrazo que lleva demasiado tiempo esperando.

-Etnosur le dio la oportunidad de hacer un concierto 'total'

- Supieron ser muy valientes confiándome la producción central de 2014, antes incluso de haber grabado mi primer disco, pusieron una fe en mí que me impulsó a comenzar mi carrera en solitario. Les estoy eternamente agradecido, por ese valor que siempre han tenido y por lo que llevan haciendo por la música en todos estos años.

-¿Veremos alguna otra vez otra Razón de Son Big Band?

-Puede ser. Mantengo una estupenda relación con Coetus y ojalá podamos volver a tener oportunidad de tocar todos juntos de nuevo.

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