Crítica

Dama de copla

  • Martirio cautivó una vez más al público granadino junto a Chano Domínguez

Un momento del concierto.

Un momento del concierto. / José Velasco / PS

El Teatro Alhambra, dentro de su programa Andalucía-Flamenco de esta temporada, trajo de nuevo a Granada a una incombustible Martirio. La Dama de Coplas presentó junto a Chano Domínguez Canciones de nuestra vida, un programa en el que hacen un amplio recorrido por su trayectoria en común, con una cuidada selección de los temas más emotivos y personales que han compartido.

María Isabel Quiñones, Martirio, es una persona que rezuma elegancia y arte en cada gesto, por pequeño que sea. Su sola presencia llena cualquier escenario, ya sea cantando o narrando alguna de las reflexiones que su música le sugiere. Su regreso a Granada fue acogido por el público con el calor y el cariño que siempre le ha demostrado, llenando hasta la bandera el Teatro Alhambra, que colgó el cartel de localidades agotadas. En esta ocasión, la dama de la copla y el mago del flamenco-jazz hicieron un recorrido sentimental por aquellos referentes que perduran en el imaginario colectivo, y a los que ambos tienen gran admiración: Juana Reina, Concha Piquer, Miguel de Molina o Ignacio J. Villa “Bola de Nieve”, entre otros nombres propios.

Con un espectáculo que fusiona la copla, el bolero, el tango y el flamenco, la artista hizo gala de su rica y caleidoscópica visión artística, siempre bien arropada por el piano cálido y sorpresivo de Chano Domínguez. Desde que en 1981 los presentara Kiko Veneno, ambos artistas han colaborado en Coplas de madrugá, Acoplados y A Bola de Nieve, registros indispensables para entender la fusión en nuestro país. Estos referentes estuvieron presentes en una encantadora velada, a los que la artista onubense añadió también algunas canciones que se remontan a sus primeros trabajos discográficos.

Comenzó en solitario Chano Domínguez con unas variaciones sobre Alegría callada; el pianista se deslizó por el teclado con ligereza y habilidad creativa, dominando los distintos estilos antes referidos y ofreciendo fusiones audaces y de gran belleza creativa. Tras esta deliciosa obertura, la genuina voz de Martirio salió a escena llena de tonalidades y frescos aires andaluces, como su conjunto de verdes, rojos y amarillos anaranjados. En un homenaje a Juanita Reina, inició el recital con Yo soy esa; la canción, que ya apareció en el disco Estoy Mala de los ochenta, fue magistralmente reinterpretada en flamenco-fusión junto a Chano Domínguez. Le siguió No te mires en el río, un clásico de doña Concha Piquer que en la voz de Martirio cobra una nueva dimensión. Y, completando el trío de ases que abrió el concierto, la cantante interpretó Te lo juro yo de Miguel de Molina, un autor al que le tiene especial cariño y que declara ser uno de los que más fácilmente le ha resultado adaptar al flamenco-jazz.

Martirio, una artista de gran inteligencia y un natural don para comunicar, a menudo hablaba entre canción y canción. No solo enamora con su copla, sino que también cautiva al público con sus palabras, nacidas del alma y que llegan a quien la escucha con sinceridad y llaneza, dotando su repertorio de significado pleno. Hablando de sus emociones, con sentimiento y a la vez con un fino y elegante humor, la cantante imaginó qué fantasía artística habría sido que Bola de Nieve y Federico García Lorca se hubieran conocido en Cuba, con motivo de la interpretación de Ay amor del cantante cubano, canción que dedicó a la memoria del poeta y a Laura García Lorca, presente en la sala.

Siguiendo con los recuerdos y homenajes, ambos artistas recordaron al percusionista Rubén Dantas al interpretar de Si me pudieras querer, que ya grabase en 1999 en el álbum Flor de piel y que ahora se filtra en una nueva versión más personal e íntima. Martirio, en un gesto de nostalgia, se acercó al piano de Chano Domínguez para cantar, mirándole a los ojos, el tango por bulerías En esta tarde gris, que ambos recrearon hace ya varias décadas en la Trastienda bonaerense, durante una gira por Argentina.

Otra de las damas a quien Martirio declara su admiración y amor por su música es la cantante mexicana María Grever, de quien interpretó Qué dirías de mí - canción que ha versionado también Silvia Pérez Cruz, con quien Martirio ha colaborado en varias ocasiones-. Siguiendo al otro lado del Atlántico, el espíritu de Bola de Nieve volvió a flotar en el ambiente, cuando Martirio interpretó con desgarrador sentimiento No puedo ser feliz, y con cándida ternura Drume negrita, nana que dedicó al realizador José Sánchez Montes, quien en 2003 rodase su documental dedicado al pianista cubano.

El concierto se cerraba como se abría, con tres homenajes a tres grandes voces de la copla cuyo espíritu está presente en el álbum Coplas de madrugá: Como a nadie te he querido de Concha Piquer, Tú eres mi Mario de Juanita Reina y No me digas que no de Miguel de Molina.

Con estas tres coplas, tres joyas que Martirio atesora en su voz y en su corazón, se habría puesto un magnífico broche de oro a este viaje sentimental por la carrera artística en común, que no juntos – como bromeó la cantante – de ambos artistas. Sin embargo, el continuado aplauso y el cariño de los asistentes les persuadió para interpretar, fuera de programa, tres piezas más: los Martinetes a Don Juan en una versión aflamencada, La paloma de Alberti y María Magdalena. Esta última canción cerraba el álbum Mucho corazón y supuso el punto final del concierto muy a propósito, pues la cantante se llevó consigo los corazones cautivados de cuantos pudimos disfrutar de su arte. Con amor incondicional a ambos artistas, solo cabría decir “hasta el próximo encuentro”, y desear que éste se produzca más pronto que tarde. 

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