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Duelo de titanes

  • Martin Scorsese continúa en su empeño por ser el nuevo embajador oficial del rock y regala el magnífico 'Shine a light'

El bueno de Scorsese parece empeñado en ser nombrado el embajador oficial del rock entre los cineastas. Comenzó hace 30 años con El último vals, que glosaba el desgaste a través de los años de un grupo en la carretera (The Band, con multitud de artistas invitados) y la cosa se quedó ahí, como un trabajo más entre sus magistrales películas. Pero en los últimos diez años ha hecho entrega como productor de The Blues, una nutrida serie de producciones encargadas a distintos realizadores que ofrece una visión múltiple y extensa de la música de la que surgió el rock; más tarde, No direction home, el documental que mejor ha retratado la figura de Bob Dylan, y ahora este Shine a light, la crónica de un concierto de los Stones en 2006 en un teatro neoyorquino, salpicada por algunas imágenes de archivo, que evidencian su obsesión por los efectos del transcurrir del tiempo.

Si hace unas semanas decíamos de la banda sonora de I'm not there que mejoraba con creces el largometraje, en este caso -y sin haber visto aún la película- difícil será que podamos decir lo mismo. Para empezar entre oficiales y piratas son muchos los conciertos que hemos oído ya de los Rolling Stones, en sus etapas de crecimiento, de gloria, de genio, de cansancio, despiste o abatimiento. Y si bien es cierto que uno de los objetivos del filme es remarcar la intemporalidad de la banda, ese pacto fáustico que los convierte en inmortales, que los hace un grupo excitante, admirable y exuberante, la pura encarnación del rock'n'roll, no lo es menos que hay directos más cautivadores y nutritivos que llevarse al oído. Sabido esto, la verdad es que como testimonio de que incluso hoy siguen portando la esencia de esa música ardiente y sexual que definió su época llamada rock, y en ese sentido el directo es vigente y pertinente.

En parte la culpa es del propio Martin Scorsese que ejerce de diablillo parlanchín en contrapunto con la majestuosidad del grupo. Pero la mayor parte de la responsabilidad recae en una concepción espectacular del show auténticamente stoniana y, sobre todo, en un repertorio histórico que ayudó a conformar el canon de lo que entendemos por rock and roll, y que no se resiente ni con las intervenciones invitadas de Buddy Guy o ¡Christina Aguilera!.

Ahí están Jumping Jack Flash, Some girls, Brown sugar o Sympathy for the Devil. Para los completistas o aquellos que quieran disponer de todos los temas que aparecen en la película existe una edición de lujo con un segundo disco que contiene el resto del concierto.

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