Manuel García | Escritor

"He dedicado más horas a Ganivet que a cualquiera de mis seres queridos"

  • El autor expone en su primera novela, 'Mañana, cuando yo muera', el lado más íntimo y decadente del intelectual granadino y desvela motivos sentimentales que le llevaron al suicidio

El escritor Manuel García (Huéscar, 1966) posa con su libro 'Mañana, cuando yo muera'.

El escritor Manuel García (Huéscar, 1966) posa con su libro 'Mañana, cuando yo muera'. / Álex Cámara

El escritor Ángel Ganivet, considerado el precursor de la Generación del 98, desarrolló su etapa más creativa como poeta durante sus últimos años de vida entre Amberes, Helsinki y Riga. En esta última ciudad conoció a Mascha Diakovsky, su profesora de idiomas y la mujer que inspiró sus poemas de amor más íntimos y desgarradores. Fue un amor breve, pasional y tormentoso. Todo esto quedó reflejado también en las cartas que envió a sus amigos a los que relataba su inicial deslumbramiento por esta fémina, así como el inmenso dolor que le invadió cuando la perdió. 

El poeta granadino Manuel García (Huéscar, 1966) rescata ahora la obra y las facetas más desconocidas del intelectual en la novela Mañana, cuando yo muera, donde relata los últimos años de vida de Ganivet fuera de España y cómo afectó su intensa y sombría historia de amor a su decisión de quitarse la vida. 

-Mañana, cuando yo muera es su primera novela. ¿De dónde nace la idea? ¿Por qué Ganivet?

-A mí me llamaron hace cuatro años para dar una conferencia sobre la poesía de Ganivet en Granada y entonces descubrí la poesía francesa del escritor. La crítica dice que es una poesía muy mala, que tiene muy mala calidad pero yo leí algunos y me quedé muy impresionado. Sobre todo por las cosas que decía él, por lo que se podía intuir. A partir de ahí me puse a investigar en base a todo lo que había publicado sobre Ganivet y descubrí que en Finlandia tuvo un amor, una pasión que era su profesora de sueco y de ruso, Mascha Diakovsky.

-Me pareció una pasión hermosísima y,además, muy dura. De hecho, me di cuenta rápidamente de que parte del problema de su suicidio viene de la crisis sentimental que le ocasiona la pérdida de esa mujer. Cuando yo descubro esos poemas con tanta fuerza tomé la decisión de traducirlos desde mi editorial. Presenté la edición hace cuatro años y tuvo cierta repercusión, mucha gente se interesó en la historia, entre ellos el propio nieto de Mascha. Nadie se había planteado contarla en un libro unitario y la idea de escribir una novela comenzó a rondar mi cabeza. 

-¿Qué papel tiene el nieto de Mascha Diakovsky en toda esta historia?

-Él contactó conmigo a raíz de la publicación del Cancionero a Mascha,  y tras esa llamada me implico de forma más personal. Él sabía que su abuela había tenido relaciones con Ganivet pero no sabía hasta qué punto, estaba muy preocupado por la idea de que su abuela hubiera podido tener algún tipo de repercusión en el suicidio de Ganivet. Yo le conté ciertos detalles del epistolario de Ganivet a sus amigos sobre esta relación, se quedó muy impresionado y me preguntó por un diario de poemas perdido que Ganivet le regaló a su abuela. Yo le comenté que un filólogo finlandés, Roberto Wiss, lo había publicado y cuya reproducción yo había utilizado.

-Decido entonces viajar a Helsinki para conocer más a fondo la zona de Ganivet, lo que fue allí cuando estuvo de cónsul. Allí descubro lo que es el invierno finlandés y viajó a Riga, con veinte grados bajo cero en la época en la que se suicida Ganivet. Comienzo a reunir documentación de filólogos finlandeses y de documentos que no son muy conocidos aquí y veo que reuniendo toda la información hay un historión desconocido que debe ser contado. 

-La novela gira en torno a la intensa y sombría vida amorosa del escritor. ¿Cómo influyó este hecho tanto en su vida como en su muerte?

-Si se lee el epistolario de Ganivet a sus amigos, publicado en la Diputación de Granada, en los últimos tres años de su vida te das cuenta de la cantidad de experiencias íntimas que el escritor relata. Algunos detalles no son aptos para ser publicados, se desangraba completamente. Contrajo sífilis y esto le generó un trastorno bipolar que unido a la enfermedad, a un clima como el de Riga y a una ruina sentimental como la de Mascha, de la que estaba muy enamorado, le desencadenó en una depresión que le llevó al suicidio.

-Durante el libro hace una comparativa entre su vida y la de Ganivet. ¿Hasta qué punto se siente identificado?

-Es un poco el Síndrome de Estocolmo del escritor que se siente atrapado por un personaje. Después de haber estado dos o tres años traduciendo sus poemas franceses y haciendo y preparando una edición y otros tres años preparando una novela, realmente me sentía muy metido en la mente de Ángel Ganivet. Yo he dedicado más horas a Ganivet que a cualquiera de las personas más íntimas que me rodean.

-En este viaje introspectivo y, a la vez, de conexión con el escritor, ¿qué ha sido lo que más te ha impresionado de las facetas que ha descubierto?

-Descubrí un libro maravilloso que son las Cartas finlandesas. Me di cuenta de que la influencia del clima y del paisaje en el ser humano y de cómo Ganivet era infeliz en verano porque no había noche y era tremendamente infeliz en invierno porque no había día. Todo esto influye mucho en su ánimo, al ver el clima en la época en la que murió y la casa en la que vivía te das cuenta de que el paisaje se impone al individuo.

-Ha comentado en varias ocasiones que Ganivet no estaba interesado en el dolor y la historia de España como se piensa debido a la repercusión de su  Idearium Español. ¿Cree que a nivel nacional se mantiene este tópico?

-Este tópico viene de la interpretación franquista de Ganivet. El franquismo trató de adueñarse de la figura de Ganivet, igual que de tantos escritores, gracias a ese libro que se consideró una obra política. Pero su obra más importante no es el Idearium Español, sino toda la que escribe en Finlandia y en Riga, fue su momento de mayor creatividad. Obras como sus Cartas finlandesas o Los trabajos del infatigable creador Pío Cid, en este último se incluyen los poemas a Mascha Diakosvky, desde los primeros apasionados en francés hasta los que hace en español. Son obras muy serias que muy poca gente ha leído y en las que él vuelca toda su ilusión al final de su vida y a través del las cuales se le conoce mucho mejor.

-En las cartas finlandesas, Ganivet cataloga a las mujeres en cuatro tipos, las estereotipa por completo. ¿Estamos hablando de un personaje radicalmente machista?

-Sin ninguna duda, ni ningún tipo de salvación posible. De hecho, cuando llega a Helsinki conoce un tipo de mujer que todavía no existía en España, una mujer liberada. En Finlandia a final del XIX, la mujer era exactamente igual al hombre tanto en la vida como en los derechos entonces él se enamora de una de esas mujeres y consigue vapulearlo. Con Mascha Ganivet se descuadra completamente, se da cuenta de que tiene enfrente un tipo de mujer a la que él no estaba acostumbrado. Por ello hace esta división física sobre los cuatro tipos de mujeres que él encuentra en Finlandia, las casadas, las divorciadas, las solteras y las viudas. 

-En el periódico de la época El Defensor de Granada él publicaba una columna todas las semanas en los que escribía artículos sobre diferentes temas, entre ellos las mujeres. Pero hay que tener en cuenta que él se dirigía a un público del siglo XIX, sus ideas no eran de nuestro siglo, si se lee con esa perspectiva claramente vas a deformar la figura de ese autor. Yo prefiero tener siempre en cuenta el contexto histórico.

-¿Cree que la figura y obra de Ganivet está poco valorada en su conjunto?

-Sí, claro. Ganivet es una persona que murió a finales del XIX, ahora mismo tiene poca repercusión a nivel intelectual en España. Ganivet es un hombre de calle, en todas las ciudades de España hay una calle que se llama Ángel Ganivet pero poca gente se interesa en lo que hay detrás. Desgraciadamente esto también le está empezando a pasar a Galdós, ya dijo una vez Umbral con muy 'mala leche' que "Galdós tenía cara de billete de 100 pesetas". De Ganivet solo se conoce su suicidio. Fue una cosa extraña que despertó mucho interés.

-¿Qué me puede contar sobre futuros proyectos?

-Ahora mismo, tras cuatro años de encierro escribiendo esta novela, tras un viaje tan intenso, creo que estoy en paz. Me voy a pasar unos meses sin pensar en nada literario porque me encuentro exhausto. 

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