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Fantasías del general speaker

De: Pedro Álvarez-Ossorio. Compañía: La Fundición/Escarmentados. Intérpretes: Antonio Dechent, Amparo Marín, Antonio Campos y Oriol Boixader. Escenografía: Juan Ruesga y Vicente Palacios. Imágenes: Ana Álvarez-Ossorio. Dirección: Pedro Álvarez-Ossorio. Lugar: Teatro Alhambra. Fecha: 10 y 11 de marzo de 2012.

Con el acento puesto en la estridencia antinaturalista, la retranca caricaturesca, el aire sepia del NODO y el hilo conductor de la radio, se va armando esta pieza que sube a escena las fantasías, ensoñaciones, el insaciable deseo -insatisfecho- de ambición de Queipo de Llano, en el periodo que abarca la caída, la "toma" de Sevilla en el 36, hasta su muerte, en marzo del 51, entre las paredes de la finca Gambogaz que le "regaló" en agradecimiento el Ayuntamiento de Sevilla.

Inventa, el también director de la pieza Álvarez-Ossorio, un guión que amalgama bien tanto textos propio como otros de procedencia y registro diverso. A modo de collage incluye fragmentos de las Memorias, de Queipo; las arengas radiofónicas del general speaker (como lo llamó José Mª Pemán), crónicas periodísticas de la época publicadas en el ABC o La Vanguardia, fragmentos del Ricardo III de Shakespeare.

Una puesta en escena sencilla, que apuesta por distorsionar o sobredimensionar determinados elementos de atrezzo (un sillón púlpito y trono) y escenografía (símbolos o iconos franquistas) con un fondo simultáneo de imágenes ilustrativas de la época proyectadas en el fondo, sirven visualmente una pieza que resulta mucho más atractiva en su sublimación caricaturesca que en su realismo ilustrativo audioviosual.

El trabajo de los intérpretes, con Dechent a la cabeza, la interpretación que va poco a poco armando la función y manteniendo firme el hilo de nuestro interés es uno de los grandes logros de la pieza. Un pieza que además, es fundamentalmente eso: un trabajo de actores. Tienen momentos espléndidos: la entrevista entre Franco y Queipo, cuando la "Paca culona" (como le llamaba Queipo) temiéndolo lo cesa de su cargo, recolocándolo en el 39, bien lejos, en Roma; las ensoñaciones de grandeza en las que recibe las visitas de Iglesia y nobleza para rogarle se convierta en el Caudillo de España; el Queipo que vedetea en casa interpretando a Ricardo III; el virrey fanfarrón y vil de las ondas radiofónicas; la disputa absurda entre un fascista y un requeté por dilucidar ante Queipo el himno de quién ha de tocar la banda en un acto u otro.

Montaje que por su sublimación y retranca caricaturesca deja de ser uno más entre tantos otros que bailan a Franco, sus generales y la Guerra Civil.

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