Fred Hersch | Pianista

"Disfruto tocando con otros músicos, con construir entre todos, con lo inesperado; y eso es el jazz"

  • El músico de Cincinnati inaugurará este viernes el el Festival de Jazz acompañado del contrabajista John Hébert y el batería Eric McPherson a las 21:00 en el Centro Lorca

Fred Hersch (Cincinnati, Ohio, 1955), en una imagen promocional.

Fred Hersch (Cincinnati, Ohio, 1955), en una imagen promocional. / G. H.

Conocido por su intimismo y por la incuestionable belleza de su arquitectura pianística, Fred Hersch (Cincinnati, Ohio, 1955) posee una habilidad para interpretar a Bach, Schubert, Ornette Coleman, Joni Mitchell o Paul McCartney con un refinamiento exquisito. El artista se inició en la música a muy corta edad y con 12 años ya había escrito su primera sinfonía. Le gustaba la música clásica pero también el jazz, así que cuando podía se escapaba y tocaba en los clubes de jazz de su ciudad. Cuando termina sus estudios se traslada a Nueva Inglaterra, donde se encontraban los mejores conservatorios del mundo -entre sus maestros destaca Sofía Rosoff-.

A finales de los 70 fija su residencia en Nueva York. Su portentoso talento para dominar todos los géneros lo hace un pianista muy especial y poco frecuente así que en seguida es demandado por luminarias como Stan Getz, Joe Henderson, Art Farmer, Toots Thielemans, Charlie Haden, Marc Johnson y Joey Baron. En 2006 es invitado por Lorraine Gordon, propietaria del Village Vanguard, para tocar un solo de piano. El concierto no solo dio lugar a un disco –Alone at the Vanguard– sino también a un galardón, nominación a los Grammys como Mejor Álbum de Jazz Instrumental.

A partir de ahí se inicia una carrera discográfica en la que cada álbum recibe un premio. Fred cuenta con 14 Nominaciones a los Grammys y ha copado en varias ocasiones rankings de mejores grabaciones de jazz por el Wall Street Journal, Coup de Coeur así como en numerosas ocasiones el de Pianista del Año por la Jazz Journalists Association, Grand Prix du Disque y las primeros puestos en los pools de Downbeat.

Hersch no se ha contentado con formar parte de la aristocracia jazzística sino que es un convencido activista y solidario con numerosas causas. Fue el primer músico de jazz en expresar sin tapujos su homosexualidad y revelar que era VIH positivo. Inspirado por el libro de Patti Smith Just Kids, escribió Good things happens slowly y como todo lo que hace es condecorado, recibió el Premio al Mejor Libro de Jazz así como el premio en el Full Frame Festival al film documental en el que contaba su personal historia: The Ballad of Fred Hersch.

En el jazz, pocos grupos permanecen juntos mucho tiempo; este trío formado por el contrabajista John Hébert y el batería Eric McPherson es una excepción, ya que celebran juntos ya una década y la complicidad es tal que apenas necesitan partituras. Ello les permite improvisar y reconstruir sus propios arreglos con brillantez y fluidez. Según ellos, todavía siguen aprendiendo los unos de los otros. Su sonido introspectivo, poético, que planea en una atmósfera sutil y ligera, requiere de un entorno adecuado para disfrutar de su belleza y el Centro Lorca es ese entorno. El trío de ases inaugurará este viernes a las 21:00 el Festival de Jazz de Granada.

-¿Es el trío la quintaesencia del pianista de jazz?

-Para mí, tanto el trío como el solo son igualmente importantes. El trío es probablemente el formato más clásico y me encanta jugar con John y Eric, pero me gusta la variedad, incluso mis muchas colaboraciones de dúo.

-Especialmente en su última versión, ¿qué pide de sus compañeros que llevan juntos mucho tiempo?

-A los tres nos preocupa mucho el sonido. Eric tiene un estilo precioso y el sonido de John es verdaderamente fantástico. Ambos pueden estar muy pendientes de los detalles y son, al mismo tiempo, muy libres. Entienden que cada tema tiene sus propias características. Ellos comprenden que cada uno de ellos es un tercio del total, por lo que pueden dejar espacio y hacer sugerencias musicales. Pueden ser muy precisos cuando sea necesario y también se sienten cómodos con la música abierta. Y todos tenemos un acuerdo compartido sobre el ritmo, que puede ser una de las cosas más importantes en cualquier gran banda. En estos años que llevamos juntos, además, hemos logrado una química muy especial.

-¿En el continuo entre técnica y emoción dónde se sitúa?

-Tengo mucha técnica, sí, pero tal vez no es la técnica que llama la atención del público que va a los grandes festivales. Es decir, toco de una manera que muchos músicos reconocen casi de inmediato, y estoy muy orgulloso de ello porque creo que el sonido es uno de los aspectos de la enseñanza del piano jazzístico que más se ha dejado de lado. Parece como si la gente tuviera más interés en el contenido y no ve que el sonido es su voz, su manera de relacionarse musicalmente con el mundo.

-Escribe piezas clásicas y piezas de jazz. ¿Son intercambiables, dependiendo de quién los está reproduciendo?

-Mi música de concierto no requiere ninguna improvisación, solo la técnica y la musicalidad para tocarlas bien. Prefiero llamarla así y no 'música clásica'. He compuesto música para tríos de piano, violín y violoncelo, música para piano, para violoncelo y piano, puse música a poemas de Walt Whitman para una formación de diez músicos, y una pieza extensa basada en algunos de los sueños y pesadillas que recuerdo de los dos meses que pasé en coma.

-Ha sido maestro pero, ¿sigue siendo estudiante?

-Todavía tomo lecciones de vez en cuando, sí.

-En los últimos tiempos, el jazz se ha reglado. ¿Qué se ha perdido y ganado con ese movimiento?

-Se espera que los jóvenes músicos sean compositores ahora, y el arte de la interpretación puede estar perdiendo protagonismo en estos días. Yo aprendí de grandes instrumentistas mayores, en la tradición oral, ejercí de aprendiz con músicos que eran los grandes maestros del jazz en directo. Ahora es más probable que los estudiantes comiencen más jóvenes en entornos más estructurados y pasen más tiempo transcribiendo solos y comprendiendo el jazz en el aula. ¿Quién puede decir qué es mejor o peor? Buda dice que "el cambio es inevitable".

-Los clubes donde crecer escuchando eran antes las aulas. ¿Todavía tiene algunas fechas fijas en un club para no perder el contacto con ese ambiente?

-Toco tres semanas en el Village Vanguard cada año y una semana con mi Duo Invitation en las series en Jazz Standard en Nueva York. A menudo completo las giras con varias fechas en los clubes siempre que el piano sea de buena calidad. Me gusta mucho tocar en clubes.

-Repaso su discografía y tiene muchos discos grabados precisamente en el Village Vanguard. ¿Qué tiene de especial en ese escenario?

-La acústica, la historia, la intimidad. Es el Carnegie Hall de los clubes de jazz. Me convertí en un músico de jazz por eso, por poder tocar cada noche y no ser un pianista clásico practicando seis horas al día en soledad. Disfruto tocando con otros músicos, con construir entre todos, disfruto con lo inesperado, y eso es el jazz.

-En cambio ha elegido BB WDR para su último disco, ¿qué sucede con el Hersch en formato XXL?

-Fue genial trabajar con Vince Mendoza y WDR Big Band, pero no creo que vaya a hacer esto mucho en el futuro, fue solo un proyecto especial este año.

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