Artes plásticas

La Fundación Ayala dedica una sala a la pintora Luz García-Duarte, madre del escritor

  • Con el objetivo de reivindicar la figura de la creadora granadina, la familia ha donado unos originales que serán expuestos junto a paneles informativos y fotos

La Fundación Ayala dedica una sala a la madre del autor, la pintora Luz García-Duarte

La Fundación Ayala dedica una sala a la madre del autor, la pintora Luz García-Duarte

En los últimos años el movimiento social con extensión académica de reivindicación de artistas femeninas relegadas al olvido ha rescato el nombre de numerosas creadoras, tanto del ámbito de las letras como de las artes plásticas. Aurelia Navarro es la figura que ha ocupado más titulares desde que el Museo del Prado rescatara su Desnudo (1908) para la muestra Invitadas, cuya inauguración tuvo lugar en octubre de 2020. Allí pronunció su conferencia sobre la pintora la doctora en Historia del Arte y especialista en pintura granadina del siglo XIX María Dolores Santos Moreno, que este martes ha sido la encargada de impartir otra conferencia sobre otra artista coetánea de Navarro: Luz García Durarte  (Granda, 1878-Burgos, 1935). Lo hará con motivo de la inauguración de la sala que la Fundación Francisco Ayala ha dedicado en su sede en el Palacete Alcázar Genil de Granada a esta creadora, madre del escritor granadino. Desde este martes se exponen allí los originales donados por la familia. Este nuevo espacio cuenta -además de con las pinturas originales- con un panel informativo y varias fotografías.

Biografía

María de la Luz García Duarte González era hija de un catedrático de Medicina que llegó a ser rector de la Universidad de Granada, Eduardo García Duarte. Liberal, agnóstico y republicano, la menor de hijos y la predilecta del padre según Melchor Fernández Almagro. Sus hermanos Rafael, Enrique y José cursaron las carreras de Medicina, Derecho y Farmacia, pero tanto ella como su hermana mayor, Blanca, fueron educadas para ser esposas y madres de familia. Además de su pasión por la lectura en una familia donde la literatura estaba incorporada a la vida cotidiana, pronto demostró dotes para el dibujo. La afición y buenas aptitudes de Luz facilitaron que recibiera clases particulares de los pintores José Larrocha González primero y Tomás Muñoz Lucena después. De hecho, su nombre se encuentra en las reseñas de las exposiciones de Bellas Artes de Granada, en las que participó entre los años 1897 y 1900.

Sin embargo, su obra pictórica seguramente no sería conocida si no fuese por el hecho de ser la madre del escritor Francisco Ayala, que fue el primero en visibilizarla como artista en el texto Nuestro jardín, de su libro El jardín de las delicias. Francisco Ayala dio más datos de su vida, sus gustos artísticos y su forzado abandono de la pintura a causa de sus obligaciones como madre y esposa en su libro de memorias Recuerdos y olvidos.

Un rincón de la sala dedicada a Luz García-Duarte. Un rincón de la sala dedicada a Luz García-Duarte.

Un rincón de la sala dedicada a Luz García-Duarte. / R. G. (Granada)

La muestra

Cuando su hijo Vicente Ayala salió al exilio al final de la Guerra Civil española, rumbo a Buenos Aires, llevó consigo, desmontados en el fondo de un baúl, los cuadros pintados por su madre que pudo rescatar. Poco antes de su muerte, en 2011, donó cuatro de ellos a la Fundación Francisco Ayala, que se unían a Nuestro jardín, donado por el propio Francisco Ayala en 2007. En 2019, Nina Ayala, la única hija del escritor, donó a la Fundación otro cuadro más de Luz García-Duarte, su abuela; de forma que, después de un siglo, la obra de esta pintora va volviendo a su lugar de origen.

"La temática de su obra fue la propia de las escasas mujeres pintoras de entonces, a las que les estaba vedado el estudio del cuerpo humano por razones morales, limitándose a su mundo cotidiano: paisaje, costumbrismo, naturaleza muerta y retrato", explicaba en este diario por María Dolores Santos Moreno en un artículo publicado 2013.  

"Su relación con la pintura no pasó de afición, pero participó en varios certámenes artísticos granadinos junto a pintoras de su tiempo: Aurelia Navarro, Encarnación Romero, Amparo Pareja o Marta Lapresa", destaca la investigadora. También hija de médico, a Navarro (Granada, 1882) tampoco se le permitió dedicarse a la pintura. Su obra Desnudo fue adquirido finalmente por la Diputación de Granada por 2.000 pesetas (12 euros actuales). En 1908 El Defensor de Granada escribía en el texto sobre este trabajo. “Una artista de mérito. Aurelia Navarro ha sido premiada con la tercera medalla en la Exposición Nacional… se propone la compra del cuadro…aunque quiere comprarlo su majestad la reina Victoria”. Atrevida y valiente para su época, abrió camino aunque perdiera ilusión e ingresó finalmente en 1923 en la Congregación de las Adoratrices de Madrid. 

Luz debutó en la Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas de 1897. Los premios fueron para José García Ramos e Isidoro Marín y ella logró una mención honorífica con un Paisaje al carbón. Santos Moreno detalla que "en 1898 donó una pandereta pintada en la rifa del Liceo a beneficio de la guerra de Cuba. En 1899 concurrió a la Exposición del Corpus con los óleos Recuerdos del Albaicín y un luminoso y acertado Un rincón de mi casa que le valió Mención Honorífica", informa la investigadora,  que añade a la breve carrera de la granadina "su participación en la Exposición del Corpus de 1900 con Eligiendo flores (diploma de tercera clase) y Retrato"

El director de la Fundación, Manuel Gómez Ros, cuenta que en las visitas guiadas siempre se ha informado de la vida de esta artista, que se vio obligada a renunciar a la pintura. "Si no llegó a tener más desarrollo como artista fue por sus circunstancias vitales". De su matrimonio con Francisco Ayala Arroyo, de profesión propietario aunque desafortunado en los negocios, nacieron diez hijos que le impidieron continuar pintando, aunque sí se le transmitió su pasión a sus hijos, que a veces la veían coger su caballete y empezar a pintar.  Francisco Ayala dirá de ella en Recuerdos y Olvidos: "Después de casada, apenas si pudo seguir pintando. Alguna vez, para encanto mío, sacaba el estuche de pinturas, la paleta, todos los instrumentos, e intentaba algo en mi obsequio; pero debía interrumpir la tarea a cada paso, hasta renunciar con enfado. Al fin terminó por abandonar completamente ese grato ejercicio en el que era bastante diestra, y en el que procuró adiestrarme a mí, que le tenía mucha afición y me quedaba horas viéndola pintar a ella. Entonces me decía: si te dedicas a ello en serio, para ti serán los avíos de pintar (...)".

Ahora pueden verse dos óleos sobre tablas que Gómez Ros califica como ejercicios pictóricos: Jarrón con flores y libro, obra primeriza, y Jinete moro, firmado "Luz" en la esquina inferior derecha. También dos óleos sobre lienzo: dos vistas de casa del abuelo de Ayala, exhibidas ya con anterioridad -por ejemplo, en la muestra del centenario ayaliano- y un Paisaje al carbón sobre papel, que pudiera ser el que le premiaron en el certamen de 1897.

La intención de la Fundación Ayala es que las cinco obras queden expuestas de forma permanente y que en un futuro se sume Nuestro jardín, propiedad de la misma pero actualmente en usufructo en la casa madrileña de la viuda de Ayala, Carolyn Richmond. 

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