Crítica de música

Jazz neoyorquino en estado puro

Jazz neoyorquino en estado puro

Jazz neoyorquino en estado puro / Toni L. Juárez

Por fin, como pude escuchar en la fila cero, un sonido de esos que se van a la esencia del jazz, de los que espera gran parte de la afición al festival, es decir, de lo que fue esta música desde la era del bop. Y menudo sonido, que comenzó por una declaración de principios y barroquismo del pianista David Bryant, demostrando durante toda la sesión que juega en champion y hace en cada momento lo que quiere, con desarrollos brillantes y enérgicos, incluida una moderada experimentación. Y ese primer tema fue, sin duda, el mejor, en un recorrido por composiciones propias de los presentes en la formación y algún estándar como Stardust. Camile Thurman interpretó sus saxofones tenor y soprano, demostrando que es capaz de un fraseo muy compacto, pero que su voz y los recursos que emplea como vocalista, de todo tipo, parecen extraídos de la banda sonora de Harlem. No solo es la autenticidad de sus graves, sino los guiños al público, el humor, la gestualidad y la dramatización, junto a los sobreagudos propios de quien los ha tocado en instrumentos de viento. Y, en esa línea, sus scats son dignos de mención, por la riqueza del registro con el que los ejecuta.

No estamos acostumbrados a mujeres saxofonistas que lideren una formación. Es una buena noticia, en un festival que ha tenido como protagonista a la mujer, reflejada en el cartel de Juan Vida para esta 43 edición. Y la multiinstrumentista, que no se trajo el clarinete ni la flauta travesera, estaba a todo, marcando los tiempos, estableciendo oportunos turnos de preguntas y respuestas, contando cosas, confesando su vínculo con las canciones de amor y las historias que encierran. Derrochó simpatía y, sobre todo, profesionalidad. Con el apoyo de una sección rítmica más que correcta, con la importante y discreta labor de Darrel Green, fue agradable escuchar a Wallace Roney hijo a la trompeta, con el recuerdo de su padre, que falleció en 2020, tres años después de visitar el festival. Este joven músico no solo ha rescatado la limpieza de sonido, lo que incluye el uso de la sordina, sino un fraseo con altas cotas de sentido y de emoción. A lo Clifford Brown, escuchaba de mi compañero de butaca. Los del jazz, siempre comparando con el canon, para situarnos. Precisamente esa sonoridad, por establecer una referencia, gustaba más que la del saxo, ya que Camile Thurman contaba cosas muy interesantes, con mucha música en la cabeza, pero con algo menos de atención al detalle tímbrico en el tenor.

La joven artista nos ha hecho comprender, en una sola sesión, todos los galardones que ya ha recibido, así como la razón por la que la fichó Wynton Marsalis en The Jazz at Lincoln Center Orchestra, su Big Band. Además, nos ha llevado de viaje a una jam session en Nueva York y ha tenido tiempo para contarnos, en lo que fue la entrevista previa, los proyectos que fomenta para el empoderamiento de la mujer joven en la música. Imposible pedir más a alguien con esa magnífica proyección, que compone con la misma calidad que las generaciones de los grandes maestros que le han precedido. No se puede cuidar más y mejor el buen jazz.

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