Entrevista José Soto | Historiador y escritor ciego

"Imprimo en el texto mis ganas de ver"

  • El novelista granadino ganó este mes de marzo el IV Premio Edhasa de Narrativas Históricas con su novela 'El dios que habita la espada'

El escritor e historiador José Soto en una imagen reciente

El escritor e historiador José Soto en una imagen reciente / Miguel Ángel Molina / Efe

Una explosión en la base de Cerro Muriano, Córdoba, dejó al militar José Soto ciego y sin una pierna, un giro de guion que le permitió "dar cauce a mi pasión", estudiar historia "casi de oído", doctorarse y convertirse en investigador y en un premiado escritor por convertir las palabras en imágenes. El historiador y novelista José Soto Chica (Santa Fe, Granada, 1971) ganó este mes de marzo el IV Premio Edhasa de Narrativas Históricas con su novela El dios que habita la espada, una recreación ambientada en la Hispania del siglo VI con la que ha vuelto a hacer historia.

"Pésimo alumno" pero siempre pegado a un libro, Soto Chica podría ser el protagonista de cualquier novela de premio por su capacidad de reinventarse y por la perseverancia demostrada desde que, en enero de 1996, la explosión de un artefacto durante unas prácticas en la base militar de Cerro Muriano le dejó ciego y sin una pierna. "Fue un accidente muy grave, era consciente de que no iba a vivir, pero catorce días después volví del coma y tenía muy claro que era una segunda oportunidad, que me iba a permitir dar cauce a lo que era mi pasión", explica Soto Chica.

El autor con su nueva novela, 'El dios que habita la espada' El autor con su nueva novela, 'El dios que habita la espada'

El autor con su nueva novela, 'El dios que habita la espada' / Miguel Ángel Molina / Efe

Una versión de La expedición de los diez mil despertó la pasión por los libros de este granadino que se hizo militar, sirvió en Bosnia y necesitó un giro de guion drástico para apostar por su pasión, "porque la historia es mi forma de vida". "Al año siguiente del accidente decidí empezar la carrera de Historia en la Universidad de Granada y fui un estudiante brillante", reconoce el escritor que, tras sus 36 matrículas y una beca hizo su tesis doctoral basada en estudios bizantinos.

"La carrera la hice casi de oído. En un caset grababa y hacía los exámenes de viva voz porque la tecnología no acompañaba", recuerda el investigador, que en casa tenía al "oso yogui, una máquina gigante para adaptar el contenido". "La ilusión y el empeño permiten hacer cosas que en teoría no se pueden hacer, y esto también es una enseñanza. Jamás pensé que pudiera dedicarme a la historia, yo solo iba a hacer la carrera por gusto", recuerda este investigador del Centro de Estudios Bizantinos de Granada.

Como escritor, Soto Chica se estrenó con títulos académicos, unos primeros libros centrados en Persia y en Bizancio que fueron casi un ensayo para sus novelas históricas, textos que mezclan la exactitud de los hechos y "la vida, porque pensé que tenía que ponerle carne y sangre, la forma de amar o de odiar en esa época". "La historia gusta pero habitualmente se cuenta mal. La sociedad que no conoce su historia es como el adulto que pierde su infancia, un ser desdichado e incompleto porque le falta una parte", resume.

Otra foto del escritor Otra foto del escritor

Otra foto del escritor / Miguel Ángel Molina / Efe

Reconoce que entre sus compañeros "académicos" hay cierta desconfianza hacia la novela histórica, un formato que considera una "herramienta fantástica" para lograr que la gente "se acerque a la historia y se apasione", por lo que cree una labor social divulgar. "Investigar es precioso, confrontar documentos antiguos, poner negro sobre blanco", destaca Soto Chica, que asegura que con un ordenador y la tecnología no hay barreras.

"Solo me doy cuenta que estoy ciego cuando me levanto y tengo que coger mi bastón para ir al autobús", asegura este experto que convierte un escáner en sus ojos, la forma de acceder a los fondos de cualquier biblioteca porque "todo está digitalizado y solo hace falta interés". "Hay cosas que no puedes hacer como historiador ciego, como mirar un mapa o un mosaico, pero ahí recurro a ojos amigos, a los de mi mujer o mis hijos, que me lo describen. Porque dicen que una imagen vale más que mil palabras pero yo le doy la vuelta a eso", explica.

Esa forma de darle la vuelta al dicho marca el estilo de sus novelas, de las que la crítica destaca que son muy visuales, casi cinematográficas. "Vivo imaginando y proyecto en el texto mis ganas de ver las batallas, los paisajes, para convertir las palabras en algo más, para darles la tercera dimensión", resume este novelista y escritor que, además, ha hecho historia.

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