Manuel Calleja, médico y escritor

“En la comunidad médica española en su conjunto, el crédito que tiene el doctor Simón es cero"

  • El cirujano cardiovascular, autor de una treintena de artículos y coautor de cinco tratados de cirugía, analiza la gestión de la pandemia en ‘No se podía saber’, publicado en Samarcanda

Manuel Calleja, cirujano cardiovascular

Manuel Calleja, cirujano cardiovascular / Jesús Hita (Photographers) (Granada)

–¿Es arriesgado para un profesional de la Medicina publicar un libro sobre una enfermedad nueva que todavía está en estudio?

–No me he metido mucho en profundidades porque soy médico pero no virólogo, aunque cuarenta años de ejercicio de la Medicina sí me dan perspectiva para hacer las afirmaciones que hago.

–¿Qué le llevó a escribir el texto?

–Cuando empecé a ver la enorme cantidad de disparates que desde el punto de vista técnico se transmitían desde el Gobierno y vi la inconsistencia del relato, el oscurantismo y la forma caótica en la que todo se estaba produciendo, empecé a anotar hechos (no opiniones) de cosas que sucedían con la intención de tratar de relacionar unas con otras. La gestión del Gobierno no era buena y esas medidas tan erróneas se tradujeron en las peores cifras del mundo y en los parámetros más negativos en número de contagios y de muertes.

–El titular, No se podía saber, en un principio puede parecer un alegato en favor de la gestión del Gobierno.

–Es cierto. Me he dado cuenta a posteriori pero en realidad tiene un sentido irónico: utilicé la frase que se repetía continuamente por parte del Gobierno y los asesores.

–Hablando de asesores, el pasado 30 de enero Fernando Simón afirmaba que no iba a haber transmisión comunitaria y recoge esas declaraciones en su libro: “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado… esperamos que no haya transmisión local y en ese caso sería muy limitada y muy controlada”...

–No es sólo esa declaración. El doctor Simón, en todos los hechos que ha afirmado –no ya el relato de como iba la pandemia en cuanto a número– se ha equivocado. Desde el punto de vista técnico su actuación no ha podido ser más desafortunada. Entre la comunidad médica española en su conjunto, el crédito que tiene el doctor Simón es cero. No me gusta hablar mal de nadie, y menos de un compañero, pero la gestión es que no hay por donde cogerla. Hoy mismo, cuando existen cada vez más evidencias de que el mecanismo principal de transmisión son los aerosoles –admitido ya por la propia OMS– Simón decide cerrar los parques. Será para invitar a la gente a meterse en los bares. Eso es ahora mismo una auténtica barbaridad. Y esto después de ocho meses de pandemia.

"El doctor Simón, en todos los hechos que ha afirmado -no ya el relato de la pandemia- se ha equivocado"

–¿Se han dado directrices por afinidad política más que técnica?

–No es cuestión de más afinidad política o menos. En muchos momentos yo me he preguntado si era el doctor Simón el que asesoraba al Gobierno sobre lo que tenía que hacer o si era el Gobierno el que asesoraba a Simón sobre lo que tenía que decir. No se puede analizar esto bajo otro prisma con la cantidad de evidencias que hay.

–Pero parece que ha pillado por sorpresa a todos los países.

–Es cierto que es una tarea muy difícil pero también es verdad que los resultados en los distintos países del mundo han sido muy diferentes. ¿Cómo se mide la eficacia de cualquier gestión? Por sus resultados. Hay países como Grecia en los que ha habido 200 muertos. En España, más de 50.000. La diferencia no es poca cosa. En toda Australia, no se ha llegado a 2.000 muertos

-Aunque sus críticas a la gestión de la pandemia se hayan realizado desde una posición técnica, ¿han recibido contraataques políticos? ¿Ha visto cerrar filas?

–Eso es uno de los problemas que tenemos en España, que se vea todo desde una óptica política. Me han criticado mucho el libro desde muchos sectores. Bueno, más que críticas, descalificaciones. Yo siempre contesto que mi análisis responde a hechos ciertos en orden cronológico, que me digan un sólo hecho que sea mentira.

–En las semanas previas al confinamiento, entre la propia comunidad médica hubo quienes restaban importancia al virus.

–Es verdad que al principio se dieron entre los médicos dos fenómenos muy curiosos. Algunos decía que esto no era más que una gripe cuando, por puro sentido común, se veía que era diferente. Y también la cantidad de médicos que se manifestaron en contra de las mascarillas cuando, de forma intuitiva y clásica, la manera de luchar contra una enfermedad que se transmite por el aire es el uso de mascarillas. Los cirujanos hemos estado llevándolas cien años para evitar contagiar al paciente que teníamos debajo.

–¿Hay suficiente divulgación científica frente a la atención que se presta, por ejemplo, a las artes?

–Creo que hay poca y mala divulgación científica. La incultura médica de la gente no es buena ni para la propia sociedad. Las personas externas a la Medicina no tiene que tener un conocimiento médico pero sí una cultura sanitaria, sobre todo en lo que afecta a la sanidad pública. Y eso en parte es culpa nuestra: de todos los profesionales sanitarios y de los medios de comunicación, que tienen que espolear más a los médicos en esas tareas.

–¿Qué efectos ha tenido esta pandemia en esa labor de divulgación conceptos sanitarios? Por ejemplo, circularon muchos vídeos de la contaminación cruzada.

–Considero que ha producido dos cosas: por un lado, en la gente profana ha aumentado el interés en la Medicina; y por otro, entre los médicos han aumentado las ganas de contar cosas. En ese sentido es cierto que hoy la gente entiende y conoce conceptos que antes le resultaban desconocidos.

–¿Desaparecerá esa curiosidad cuando llegue la vacuna?

–Creo que una vez que decaiga la pandemia con la vacuna el interés también irá decayendo porque es algo muy español. 

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