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Políticos de historieta histórica

  • La investigadora Lucía Ballesteros lleva a cabo un análisis de los elementos discursivos presentes en la prensa infantil de la posguerra en España como la revista católica '¡Zas!'

La pequeña Xiao Li es seducida por un joven pelirrojo extranjero para poder acceder a documentos clasificados del politburó chino. Con este rocambolesco argumento, el gobierno del país oriental lanzó un cómic como parte de una campaña de protección vinculada a su día de la Seguridad Nacional. Ocurrió apenas hace un año y se convirtió en una noticia viral por el absurdo que planteaba. ¿Pero hasta qué punto realmente lo es?

Las ideologías perduran a través del conocimiento de sus principios y para ello es necesario un vehículo que sirva de transmisión de sus símbolos. La ilustración cobra entonces un papel fundamental. Esto explica el culto a la imagen que caracteriza a todos los regímenes totalitarios, ya que como se dice popularmente una imagen vale más que mil palabras. La viñeta irrumpe aquí de manera maquiavélica como un instrumento propagandístico, con una fácil difusión debido a la facilidad para entender el mensaje. El método perfecto para llegar al pueblo.

En esta época donde la política parece cada vez más convulsa, donde el auge de los populismos y nacionalismos parece estar al orden del día, es necesario buscar el origen de todas estas turbulencias. Y la experta Lucía Ballesteros cree tener algunas pistas al respecto.

Ballesteros es una importante investigadora -y de las pocas que hay en España- preocupadas por el estudio de la prensa para niños durante el periodo de la posguerra. Sus estudios le han hecho recorrerse distintos centros de todo el país, desde Sevilla hasta Madrid, llevándola al extranjero para estudiar este fenómeno en Italia y sus investigaciones han llamado la atención a nivel internacional. Sus esfuerzos se centran hoy día en destacar el papel tan fundamental que desempeñan los discursos presentes en estos medios tradicionales dentro de la política actual. Mejor ponerse en antecedentes para entender del todo sus investigaciones.

En una España que acababa de salir de una guerra civil que había destrozado todo -infraestructuras, medios de comunicación e incluso el sustento básico- la educación no era la principal prioridad de la población. Tras la victoria del bando nacionalista, Franco impuso un estricto régimen totalitario inspirado en el fascismo italiano con una férrea censura. Su objetivo era evitar cualquier pensamiento opuesto a los ideales del régimen. La prohibición de todos los medios anteriores al nuevo régimen (con revistas clásicas como TBO o Pulgarcito) dejó un vacío que el nuevo gobierno debía rellenar.

En este clima surgen las primeras publicaciones de prensa infantil del periodo de posguerra. Todas en manos de la Falange o Acción Católica. El monopolio de las seis revistas infantiles que se publicaron hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, garantizaba al régimen la difusión de sus ideales entre las filas de los más pequeños. De todas esas publicaciones, por su carácter altamente beligerante destacaba Flechas y Pelayos.

Con un contenido profundamente adoctrinador, la revista sabía hacer un uso magistral de la ilustración. Según cuenta Ballesteros, con una composición perfectamente estudiada y de una gran calidad, la publicación utilizaba un predomonio de colores para difundir los valores del régimen entre los jóvenes: el azul de la camisa de la Falange, el rojo de las boinas de los requetés, la casi omnipresente presencia de la bandera española en casi todas sus páginas, e incluso la efigie de Franco. Todo ello salpicado de mensajes de apoyo como: Por el imperio hacia Dios.

El aislamiento internacional condujo a una exaltación de los valores internos. Muchas de las viñetas transcurrían en la época de los Reyes Católicos, periodo que Franco utilizaba para promocionar el sentimiento de unificación de España y su cruzada contra el comunismo. Sentimiento que le valió el favor de la Santa Sede y Estados Unidos al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

En esta época el régimen entra en el aperturismo y muchas de las publicaciones controladas por él empiezan a relajar su tono. Según cuenta Ballesteros, las revistas de Acción Católica se convierten en una plataforma de educación para el fomento de la lectura en el que no todo es propaganda. Autoras tan importantes como Ana María Matute o Gloria Fuertes, escribían de manera habitual y asesoraban a sus jóvenes lectores.

Las similitudes encontradas entre las revistas infantiles franquistas y las fascistas italianas no se deben solo a su afinidad política. Según la experta, los símbolos de poder y la glorificación de determinados aspectos de la historia de estos países son en realidad un reflejo de su totalitarismo y no de una ideología política.

"Lepen utiliza la palabra patriota con el mismo sentido que en el periodo de entreguerras" afirma Ballesteros. La dicotomía popular propia del enfrentamiento entre el bien y el mal, el héroe y el villano, heredada de la viñeta de aquella época, se traduce en la política de hoy en un inmovilismo de posturas: el 'patriota' frente al 'no patriota'.

La gran revuelta que aún suscitan en España cuestiones como la Ley de Memoria Histórica evidencian, según la investigadora, que existe un gran vacío de conocimiento sobre este periodo que lo ha convertido en un instrumento político sujeto a opiniones subjetivas. Sólo a través de una mayor atención académica sobre esta clase de estudios, dice Ballesteros, podremos conocer nuestro pasado para poder afrontar el futuro y así cerrar heridas que llevan demasiado tiempo abiertas.

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