Como flamante Premio Iberoamericano Cortes de Cádiz de la Música -galarón que recogió el día anterior-, Joan Manuel Serrat llenó, animó y emocionó anoche al Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada, donde presentó su Antología desordenada, el álbum que recopila las 50 canciones escogidas especialmente para celebrar su medio siglo de carrera.

Con un concierto construido con clásicos de diferentes épocas en el que cada uno constituye una pieza del largo y satisfactorio camino que Serrat ha recorrido junto a la gente, era imposible que no se metiera a sus seguidores en el bolsillo. Había mucha expectación, tenía colgado el cartel de 'no hay entradas' hacía días, y no defraudó.

Con una voz con solera y con una escenograía sencilla que dejaba brillar a un Serrat sin artificios innecesarios, arropado por sus músicos de confianza, ofreció un recital de esas pequeñas cosas que definen su carrera. Era un concierto con la firma de Serrat como telón de fondo y ofreció los grandes himnos por los que el autor de Todo pasa y todo queda, Para la libertad, Penélope, Lucía o Meditierráneo pasará a la posteridad.

Su primera actuación en público fue el 18 de febrero de 1965 en el estudio Toreski de Radio Barcelona en el programa matinal conducido por Salvador Escamilla. Desde entonces hasta la fecha ha llevado sus canciones por los escenarios de medio mundo y es uno de los artistas españoles que gozan de mayor prestigio internacional. Y, eso le da soltura, solvencia y seguridad, pero no arrogancia.

Además de su concierto en Granada, el artista catalán presentará su Antología desordenada en otras ciudades andaluzas como Roquetas de Mar (Almería) hoy, luego se dirigirá a Pamplona y Lleida y, ya en julio pasará por Málaga y Cádiz. También destinos europeos como París y buena parte de Hispanoamérica.

Serán nuevas escalas de una gira pensada para fans entre los que se mueve, como demostró anoche, con calidez y sabiduría.