Alfonso Salazar: "Me interesaba mucho cómo Granada construye su identidad desde la visión forastera"

El crimen en la alberca, la nueva novela de Alfonso Salazar, recorre la Granada de 1830 en busca del responsable de la aparición de un cadáver en pleno Patio de los Arrayanes

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El autor Alfonso Salazar. / G. H.
Clara Martín

Granada, 13 de julio 2025 - 14:54

Con la Alhambra como escenario y la Granada del siglo XIX como telón de fondo, El crimen en la alberca es la nueva novela de Alfonso Salazar. Ambientada en el verano de 1830, la obra combina intriga histórica, crítica social y un sutil humor para construir una narración donde el pasado cobra vida a través de personajes como doña Frasca, Matías y el alguacil Montuega. La aparición de un cadáver en la alberca del Patio de los Arrayanes desencadena una investigación que recorre los rincones menos conocidos de una ciudad entre lo romántico y lo político.

Alfonso Salazar (San Fernando, 1968) reside en Granada desde 1975, donde ha desarrollado una amplia trayectoria como escritor, poeta, traductor y editor. Fundador de revistas culturales como El erizo abierto y Letra Clara, ha publicado narrativa, poesía y literatura infantil, y es reconocido también por sus exposiciones de poesía visual. Autor de la serie del ‘detective del Zaidín’ y de obras como Golpes tan fuertes o No será este país, Salazar vuelve con esta novela a explorar la ciudadela de la Alhambra.

Pregunta.-¿Qué fue lo que le inspiró a escribir El crimen en la alberca?

Respuesta.-Yo ya había escrito varias novelas donde trabajaba a partir de la literatura de género negro -aunque no llegue a ser del todo negro, yo siempre digo que es más bien algo más gris que negro- centrado en el Zaidín con el 'detective del Zaidín'. Aquí he dado un salto, me he ido al otro extremo de Granada, me he ido a la Alhambra, a la ciudadela; he cambiado de siglo, lo he centrado en el siglo XIX; y he cambiando de investigador, he pasado a una investigadora. La idea de esta novela es sobre todo trabajar con los textos de los viajeros románticos que llegan a Granada en el siglo XIX, esos textos me han servido de escenario, de material de trabajo para poder hacer visible aquella ciudad de hace casi 200 años. La centro en el verano de 1830 y parto del momento en que Washington Irving acababa de abandonar Granada. Aparece un cadáver en la alberca de Comares y se va desencadenando la historia, muy guiada por los textos de los viajeros; a partir de ahí se elabora una galería de personajes, hijos de la Alhambra que se ven envueltos en este misterio que tienen que resolver.

P.-¿Qué desafíos implica equilibrar la trama policiaca con la reconstrucción histórica?

R.-No me centro mucho en la trama histórica, me centro en el escenario histórico pero apenas aparecen hechos históricos. Hay algunos personajes que sí lo son o tienen cierto vínculo histórico, por ejemplo Ramón Pedrosa, el juez que ejecuta a Mariana Pineda; o doña Úrsula de la Presa, la madre adoptiva de esta; Mariana aparece pero nunca presente, siempre está como flotando, se hace una visita a su casa en la Magdalena. Otros personajes tienen un vínculo más centrado casi en la leyenda, muchos de los protagonistas aparecen en los textos de Irving y en los de Richard Ford, incluso con nombres contradictorios: a la protagonista principal, Doña Frasca, Irving la llama Tía Antonia y Ford la llama Doña Francisca. La sospecha es que se trata de la misma persona: la mujer que atendía a los visitantes de la Alhambra, que les abría los palacios. Yo no utilizo hechos históricos, sí utilizo escenarios, eso es en lo que más me centro. Muchos de los personajes son totalmente inventados, por ejemplo Don Alhambro, que está inspirado en una figura inventada por Federico García Lorca, o un Chorrojumo que es anterior a los Chorrojumos conocidos, podríamos decir que es un protochorrojumo, anterior a la constancia de esa dinastía. Me han servido como guía escénica todas esas guías de la época, la documentación, me han servido para la reconstrucción de la ciudad, para describir los paseos, los lugares que se visitan. El trabajo más costoso para mí ha sido ese, no tanto la elaboración de la trama.

P.-¿Empieza con una idea clara de quién será el culpable?

R.-Siempre se habla de que existen los escritores de brújula y los escritores de mapa, estos últimos son aquellos que saben hacia dónde van, con un esqueleto hecho previamente, y yo soy de esos. Antes de ponerme a escribir tengo muy medida la novela, muy medida la trama, pienso mucho en ella, me paso años pensándola antes de la redacción por escrito, que se resume a una última fase más breve. En el caso de la novela, trabajo mucho con la preparación del material previo, eso es lo que más preparo, nunca me enfrasco en una novela sin saber hacia dónde voy. Es cierto que siempre te puedes encontrar con algún obstáculo en el camino que tienes que sortear pero, en este caso, el diseño previo de la novela estaba bastante claro. Hay una intención también de fondo, a mí me interesa transmitir otras reflexiones más allá del género literario del que se trata, que en este caso muchas veces se ha dado como género de entretenimiento. Me interesaba mucho cómo Granada construye su identidad desde la visión forastera, las personas que vienen de fuera tienen una visión de Granada que transmite y de alguna manera es la que asumimos los habitantes de la ciudad. He ido a la época en que yo creo que se da el momento fundacional de ese orientalismo, de ese misterio granadino, de ese embrujo, cuando empieza a surgir esa contextualización, sobre todo a través de la visión de ingleses, americanos, nórdicos, franceses, etc. que nos visitan y empiezan a transmitir esa idea. Por otro lado, me gustaba también ver el momento fundacional del turismo en la ciudad, en el que empieza a forjarse la Granada que hay que visitar, que es algo que existe hasta nuestros días.

P.-¿Cuál fue el descubrimiento más curioso que hizo durante la investigación?

R.-La verdad que ya estaba muy familiarizado, publiqué hace unos años una guía de Granada y estaba muy familiarizado con esto. Además, tuve la oportunidad de que mi empresa trabajase en la Alhambra y más coincidiendo con la pandemia, lo cual me dió tiempo para contemplar el monumento como lo que era: una ciudadela, con su propia administración, con su propio gobernador, ajena a la ciudad de Granada. No me he llevado grandes sorpresas, pero me ha gustado mucho navegar esos textos de los viajeros del XIX y descubrir también algunos autores muy recónditos que trataron sobre la Granada de la época. Hay bastante bibliografía ensayística, en las últimas páginas de la novela hago mención a los viajeros y a los estudiosos que han trabajado sobre la época. He descubierto textos muy interesantes, incluso reconstrucciones que se han hecho en 3D de cómo era la Granada de la época, que eso también me ha servido mucho, existen por suerte grabados de la época y hay alguna fotografía incipiente que da cierta idea. Las reconstrucciones me fueron muy útiles, también para ver una Granada muy desarbolada, con ausencia vegetal en lo que es la ciudad, ver una Plaza del Campillo donde no existen los plataneros gigantes es muy curioso.

P.-Viene de la poesía, del relato, de la novela negra… ¿en qué género se siente más cómodo?

R.-Cada discurso tiene su género, me siento a gusto en cualquiera de ellos. Hay veces que hay determinados trabajos que quieres llevar adelante y no es posible en la poesía y quizás sí en el relato, es cuestión de utilizar la herramienta adecuada para contar la historia que quieres contar. Si no me encontrase agusto no trabajaría en esos lenguajes, hay cosas que puedo contar a través de la poesía visual y que no podría contar a través de la novela y viceversa. Por supuesto hay géneros que no cultivo tanto, como todo lo que tiene que ver con la escritura dramática, en la que he escrito mis primeras cosas pero no me he dedicado a ella. No creo tanto en la división de los géneros como en la adecuación del lenguaje artístico.

P.-¿Tiene algún proyecto en el horno? ¿Puede contarnos algo?

R.-Siempre hay muchos proyectos, las personas que nos dedicamos a escribir siempre tenemos un montón. Tengo a lo mejor, sin exagerar, cuarenta libretas y carpetas abiertas. Me apetece, quizás, algo de poesía y tengo varios proyectos que podría trabajar sobre ello; quizá también algún proyecto sobre el cuento, compartido con otros autores. La posibilidad de seguir en la novela, ya sea con 'el detective del Zaidín' o siguiendo con este nuevo personaje, con esta Doña Frasca, no la desdeño tampoco.

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