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Más aparente que elocuente

Compañía: Producciones Imperdibles. Intérpretes: Lucía Vazquez, Iván Amaya, María J. Villar, Juan Melchor (bailarines); Antonia Zurera (actriz). Creación coreográfica: colectiva. Idea original, espacio escénico, imagen y selección musical: José María Roca. Dirección: José María Roca y Gema López. Lugar: Teatro Alhambra. Fecha: sábado 2 de abril de 2011.

Los 7 peca2 capitales (que renombra en 9 sumando La Cobardía y redoblando La Soberbia en Orgullo y Vanidad), de la sevillana Producciones Imperdibles, es un espectáculo plano, meramente ilustrativo, de dramaturgia más aparente que elocuente y que da el discurso y la belleza ya por hecho.Igual que Los 7 peca2 capitales da por hecho la vigencia, la actualidad de los siete Pecados Capitales con un simple popurrí, añadiendo un colofón al espectáculo en el que nos proyectan un collage de imágenes que abarca desde la portada del Vanity Fair a los brokers de la bolsa, Bill Gates, el Papa, Bush, Condolezza Rice, la desnutrición infantil africana, los atentados a las Torres Gemelas o las torturas en Abu Grahib; bien, pues igual que da por hecho ese paralelismo actualizador con un simple porurrí, un emplaste de imágenes final, del mismo modo da por hecho que satisface la belleza espectacular con música o proyecciones de pinturas hermosas per sé.

El grueso del espectáculo consiste en la ilustración de cada pecado -introducido, presentado verbal y someramente por una actriz- con pequeñas coreografías laxas desplegadas por cuatro bailarines, sobre ese fondo supuestamente ya de por sí hermoso: la iconografía flamenca de El Bosco a Pieter Brueghel, junto a la música sacra del Stabat Mater o el Music for a while, que abre el espectáculo, de Sir Henry Purcell.

Un par de mujeres pijo-elegantes cargadas con bolsas después de irse de shopping; una lluvia de dinero que lo invade todo y ventolea cual confeti; La Vanidad puntilleando con su espejito de mano dorado; la piña de La Lujuria con lencería de encaje rojo accionándose frente a una cámara...poco más dicen intérpretes, dramaturgia y coreografía que añadir a ese marco sonoro-visual en el que se sirven, emplastan.

El tono grave, serio, general de la pieza se rompe al llegar a La Gula: una pareja, un dueto de hombre y mujer globo bailan chistosamente la torpeza y limitación de movimientos del ser redondo, sobredimensionado, pasa la escena y se retoma de nuevo el tono propio del Stabat. No sé porqué encuentran solo chistosa La Gula.

Tal vez esta pieza funcione mejor como espectáculo de calle que de sala. Si le quitamos el empaque multimedia y la música, ¿qué dice? Nada que no sea la simple ilustración a-histórica del tópico. El colofón actualizador tampoco desarrolla discursivamente nada. ¿Las condiciones materiales de existencia, la política cual desliz de las pasiones humanas?¿Son esencia constitutiva?¿Qué damos por hecho en un espectáculo?

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