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El genocidio armenio y la guerra argelina: la sangre brota en Venecia

  • La crudeza de la película 'The Cut' contrasta con la delicadeza de 'Loin des hommes'

Una ambiciosa producción para una enorme historia. Si hasta ahora Fatih Akin había conquistado a crítica y jurado de los grandes festivales con sus pequeños retratos de la inmigración turca, en The Cut el director tira la casa por la ventana para denunciar el olvidado genocidio armenio (1915-1923). La épica de The Cut contrasta con la delicadeza de Loin des hommes, la otra cinta en competición del día en la Mostra. Y eso que también habla de guerras, en este caso la argelina (1954-1962), bajo la dirección de David Oelhoffen, el protagonismo de Viggo Mortensen y la inspiración de Albert Camus.

Ganador del Oso de Oro en Berlín en 2004 por Contra la pared, Akin ha contado esta vez con un coguionista de lujo, el veterano Mardik Martin (Toro Salvaje, Malas calles) que ayer en Venecia recordaba aquella fatídica frase de Adolf Hitler: "¿Quién, después de todo, se acuerda hoy del genocidio armenio?".

El cine no ha sido ajeno a ese olvido pese a contadas excepciones como Ararat, de Atom Egoyan. The Cut, rodada en inglés, centra el foco en un personaje, un padre superviviente de las matanzas cometidas por los soldados turcos durante la Primera Guerra Mundial, que se embarca en una auténtica odisea transatlántica -Turquía, Siria, Líbano, Cuba, EEUU- para volver a reunirse con sus hijas.

Tahar Ramin, conocido por su papel en El profeta, pasa con nota el reto de poner rostro y emoción a un hombre que a consecuencia de las hostilidades se ha quedado sin voz. Pese a la polémica que ha suscitado la película en los sectores ultranacionalistas turcos, Akin ha asegurado que su objetivo es llegar, sobre todo, al público en Turquía. "Quería que incluso la gente que sigue negando el genocidio pudiera identificarse con el héroe".

Quizá eso explique cierta simplificación y pérdida de sutileza con respecto a su trabajo previo. Aun así, la historia emociona y contiene también una crítica al dogmatismo religioso. "Al principio el protagonista es un creyente estricto, pero debido a la tragedia que le sacude, va perdiendo su fe, para finalmente redescubrir la esperanza", explicó el director. "La idea es que hay que liberarse dogmas para llegar a la esencia de la espiritualidad".

En el caso de Loin des hommes, la historia se centra en Argelia durante la rebelión independentista. Un maestro de escuela (Mortensen) se ve obligado a trasladar a un prisionero (Reda Kateb) de un pueblo a otro en pleno invierno en las montañas del Atlas. "Hemos querido respetar la idea básica del relato de Camus (El invitado), sobre lo difícil que es mantener un posicionamiento político e ideológico en un contexto de guerra", explicó Oelhoffen.

"No hay ningún deseo de crear polémica", añadió. "No se trata de juzgar el colonialismo ni la guerra de Argelia". Viggo Mortensen, también coproductor, citó una frase de los diarios de Camus que le sirvió de inspiración para su personaje: "No estoy hecho para la política porque soy incapaz de desear o aceptar la muerte de mi adversario".

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