Actual

El idioma de las emociones

  • La segunda jornada del Tres Festival se centra en destacar en la universalidad de la literatura en el ámbito filológico

  • El Centro Lorca inaugura la primera muestra con fotógrafas de España e Irán

Imaginen a una joven dedicada a la traducción técnica y jurada. Imaginen que por azar del destino acaba traduciendo Recorrido inmóvil del escritor Edmond Amran el Maleh. Imaginen a la mujer con lágrimas en los ojos tras descifrar las siguientes líneas del libro: "Aquel día se apagaron las voces ahogadas en guata de sueño (último judío de Esauin)". Aquella joven, hoy convertida en una traductora de prestigio con premios nacionales, es Malika Embarek (Madrid, 1945), cuyo entusiasmo por su oficio transmitió desde el minuto cero en su charla de ayer, enmarcada en el Tres Festival.

"Hay tres condiciones para ser buen traductor: la primera es la empatía. Tienes que ponerte en la piel del autor. La segunda es la generosidad. Debes saber que estás en la sombra. La última es el sentido de la hospitalidad, algo clave para que el escritor se encuentre a gusto en la traducción. Sólo así la persona sentirá la misma emoción al leer un libro que el propio autor -algo así como le pasó a ella con Edmond Amran el Maleh y su Recorrido inmóvil-", explicó Embarek, que señaló justo después que es ahí, cuando el lector consigue emocionarse, cuando se demuestra "la universalidad de la literatura" y de "los seres humanos, a pesar de las diferencias".

El Centro Lorca celebró un encuentro con Hélé Béji, Slavenka Drakulic y Magdalena Trillo

La traductora, de madre española y padre marroquí, reconoció que dedicarse a su profesión es "un privilegio enorme". Su amor por la literatura y la lengua española, recordó, se remonta a su niñez: "Nuestra generación leía libros en papel. Me encantaba Robinson Crusoe, Oliver Twist, Mujercitas. Los devoraba en verano".

La casualidad también se cruzó en el camino de la traductora Ana María Bejarano (Salamanca, 1959), otra de las invitadas a la charla de ayer, titulada Traducir el Mediterráneo, en la Facultad de Traducción e Interpretación de la UGR. "Estudié filología. Fernando Díaz Esteban -Doctor en Filosofía y Letras, hebraísta y poeta- me propuso como tesina la traducción de la obra de la primera poeta hebrea, Raquel Bluvstein. Acabé haciéndolo. Hablo de 150 poemas, que acabe poniendo al final del trabajo como apéndice", contó risueña la autora de traducciones de libros como Gran Cabaret de David Grossma. Poco después de aquello, rememoró Bejarano, se marchó a Israel gracias a una beca en la Fundación Juan March. Allí le dejaron estudiar literatura y conoció a una profesora que se quedó de piedra al saber que había traducido el centenar de poemas de Bluvstein. Empezaba la carrera como traductora literaria de Bejarano.

El traductor y crítico literario Wenceslao Carlos Lozano (Tánger, 1952) contó que su afición a la lectura en un país donde hablaba dos lenguas le llevan a estudiar Filología Francesa en Madrid. "Entre la filología y la traducción hay un paso, y siempre me atrajo la última. Una cosa que quiero dejar clara es que no somos escritores frustrados", dijo en un tono sarcástico.

Los tres traductores debatieron, entre otras cosas, del problema de la diglosia árabe, que, en palabras de Embarek, es "un divorcio entre la lengua culta y la hablada". "Leila Slimani o Abdelá Taia se sienten más cómodos escribiendo en francés, porque en el árabe culto es complicado describir la cotidianidad. Luego sí que hay palabras propias del árabe y sus rituales que aparecen en los libros como hamán", puntualizó la traductora madrileña, que reconoció que si algunos autores escribieran en árabe "no los publicarían, los censurarían o perderían al público europeo".

La novelista croata Slavenka Drakulic, testigo de la Guerra de los Balcanes, y la tunecina Hélé Béji, lúcida analista de la Primavera Árabe en su país, reflexionaron junto a la periodista Magdalena Trillo por la tarde en el Centro Lorca sobre los escollos que deben sortear los pueblos para alcanzar la democracia, los conflictos derivados de los procesos emancipadores y los riesgos del nacionalismo.

Cuestiones como la escasez de autores mediterráneos en los catálogos editoriales españoles, su competitividad y rentabilidad en el mercado editorial, los obstáculos a su proyección comercial y el potencial público para este tipo de literatura fueron objeto del debate protagonizado por Inmaculada Jiménez Morell, Miguel Lázaro, Maria Angels Roque, que fue moderado por el periodista Ilya U. Topper. Sin olvidar, la inauguración ayer en el Centro Lorca de Miradas paralelas, la primera muestra de fotógrafas españolas e iraníes.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios