Comedia, EEUU, 2014, 116 min. Dirección: Seth MacFarlane. Guión: Seth MacFarlane, Alec Sulkin, Wellesley Wild. Fotografía: Michael Barrett. Música: Joel McNeely. Intérpretes: Seth MacFarlane, Charlize Theron, Liam Neeson, Amanda Seyfried, Sarah Silverman, Giovani Ribisi, Neil Patrick Harris, Bill Maher, Wes Studi. Cines: Á.

El western cómico siempre ha planteado graves problemas. La épica trágica del género parece llevarse mal con el humor. Sólo recuerdo tres obras a medias logradas -habrá alguna más, supongo-, que son Los hermanos Marx en el Oeste, La batalla de las colinas del whisky y Sillas de montar calientes. Si además de este hándicap la película toma la deriva de la actual comedia americana grosera, chabacana y elemental que confunde la trasgresión con la gamberrada (porque lo único que en ellas se trasgrede es la inteligencia y el buen cine), el resultado es tan lamentable como esta película.

MacFarlane, inteligente creador de series de animación como El show de Cleveland o Padre de familia -en las que se entrega a ese juego tramposo de parecer políticamente incorrecto cuando en realidad está cumpliendo todos los requisitos de la corrección mediática y las convenciones del actual discurso audiovisual americano-, se pasó al cine de imagen real con Ted, una buena idea de partida mal resuelta entre otras cosas por el exceso de tosco humor grueso.

Los apuros de un hombre cordial y dialogante para sobrevivir en el salvaje Oeste, teniendo que asumir la brutalidad ambiental impulsado por mujeres que sólo se enamoran de hombres aguerridos y matones, un tema muchas veces en westerns tan grandes como El hombre que mató a Liberty Valence, le sirven para montar el habitual carrusel pedo-pipí-caca al que habría que sumar las inevitables guarrerías españolas que diría Chiquito. Digámoslo en recuerdo de su Aquí llega Condemor que, aún siendo tan mala, era mejor que esta Mil maneras de morder el polvo, porque en ella trabajaba el genio de la Calzada mientras aquí es el propio Mac Farlane el que asume el papel protagonista, además de producir, escribir y dirigir; y el hombre no ha sido tocado por los dones del humor y la interpretación.

Como su anterior película dio mucho dinero, se meten en esta cascarria Charlize Theron, Liam Neeson y Amanda Seyfried. La necesidad, supongo. Ninguno de ellos es capaz de convocar la risa por mucho que los gags se expriman como limones pochos. En esto se adaptan bien al elemental guión con sus toscos diálogos, también incapaces de hacer reír. Con muñequitos la cosa le funciona a este millonario que por lo visto es el guionista y director mejor pagado de Hollywood (lo que da una idea de cómo están las cosas por el Pacífico). Pero con actores, y más si él se incluye en el reparto, sólo funciona en taquilla. Y esta vez ni tan siquiera eso.