Reportaje

La vida a través de la ELA

  • El joven director Víctor Escribano regresa a su Granada natal con el estreno de su último largometraje, ‘7 lagos, 7 vidas’.

Dabiz Riaño bañándose en un lago para '7 lagos, 7 vidas'

Dabiz Riaño bañándose en un lago para '7 lagos, 7 vidas' / 7 lagos, 7 vidas

El joven director Víctor Escribano vuelve a su Granada natal para estrenar su último largometraje: 7 lagos, 7 vidas. Este viernes, 23 de julio, Escribano regresa a casa para explicar la historia de Dabiz Riaño, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que lleva más de una década viviendo con ELA.

La ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) afecta a miles de personas en España, y todavía no existe una cura. La esperanza de vida es del diagnosticado de ELA es 2 a 4 años, y sólo un 10% viven más 10 años. Dabiz Riaño es uno de los pertenecientes a ese pequeño porcentaje y ahora quiere que todos sepan su historia.

Víctor Escribano, director del documental 7 lagos, 7 vidas, explica que Dabiz apareció ante el productor José Luis López-Linares para que le echara una mínima mano con el proyecto. “Fue entonces cuando José Luis se enamoró de la persona de Dabiz y de la luz que transmitía y decidió apoyarle en el viaje, no solo dejándole la cámara, sino acompañándole”. Para Escribano, la presencia de López-Linares fue más que suficiente para entrar en el proyecto. “No me costó nada decidirme porque conocía a José Luis y tenía plena confianza en él”. De esta manera, el joven director emprendió su viaje sin ni siquiera conocer a Dabiz, el protagonista de la aventura. “Estuve grabando con ellos cinco semanas, la mitad en verano y otra en noviembre. Todos viviendo en esa pequeña furgoneta”.

Conociendo el proyecto que tenía preparado Dabiz Riaño, su productor pensó que una idea simbólica podría ser bañarse en los lagos de cada ciudad que se visite, ya que Riaño confesaba que en el agua se sentía libre. Y aunque el título sugiera que son siete los lagos protagonistas de esta historia, lo cierto es que Riaño acabó bañándose en más de 40 lagos de toda Europa. Entonces, ¿por qué ese título? Teniendo en cuenta la dificultad de movilidad de Dabiz y solo contando con seis meses de rodaje, López-Linares imaginó que Riaño llegaría a bañarse, como máximo, en siete lagos. “El título es meramente simbólico. Dabiz consiguió bañarse en siete lagos en solo tres semanas, así que dejamos ese título como reto y como metáfora”, afirma Víctor Escribano.

Pero además de las fuerzas y esperanzas de los enfermos, no se podría seguir adelante sin los ayudantes y la gente que cuida de los enfermos. El director del documental también ha querido mostrar el valor de estas profesiones y personas y por eso no esconde nada de la realidad que se vive. “En el documental son casi más importantes esas dificultades que tienen los cuidadores que los momentos buenos. Cuidar a un enfermo de ELA es mucho trabajo, y no hace falta ser mala persona para que acabes hasta el gorro. Este viaje tiene dificultades de convivencia como todos los viajes: si te vas seis meses en una furgoneta con tus mejores amigos también es probable que acabéis tirándoos de los pelos. Aquí había un añadido: había una persona dependiente de las otras dos. La situación no es fácil porque requiere el sacrifico, no solo de Dabiz y de perseguir sus sueños, sino de la gente que decide echarle una mano como cuidador sacrificando muchas cosas”.

Riaño con sus cuidadores Mbake, taxista senegalés, y Rubén, tuno de Alcalá de Henares Riaño con sus cuidadores Mbake, taxista senegalés, y Rubén, tuno de Alcalá de Henares

Riaño con sus cuidadores Mbake, taxista senegalés, y Rubén, tuno de Alcalá de Henares

Lejos de lo que pueda aparentar un documental sobre una enfermedad, lo cierto es que no se trata de una película dramática: “Es un documental divertido y curioso. Son un enfermo de ELA, un taxista senegalés y un tuno de Alcalá de Henares metidos en una furgoneta. Al final acaba siendo divertida.”

Lo que Escribano ha aprendido del viaje y la historia de Dabiz “sería muy difícil de explicar verbalmente”, pero le ha repercutido en su día a día.  “No he vuelto a aparcar en minusválidos. Algunas veces he parado en plazas durante dos minutos o para algo rápido, pero desde que le conocí no lo he vuelto a hacer”. Además de estos pequeños detalles, Escribano confiesa que “es muy fácil mirar a otro lado ante estas enfermedades cuando no te tocan de manera personal. Después de conocer a tanta gente que está atravesando diferentes enfermedades, solo puedo decir que este tipo de experiencias te ayudan a salir de ti mismo y relativizar al propio. Y si la película puede causar ese sentimiento en el espectador, me daría por satisfecho”.

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