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Todo es posible en Granada nada

  • El poeta reivindica que el Banco de España se utilice como espacio cultural y lamenta que ninguna institución se haya interesado por su colección de carteles de cine relacionados con la ciudad

Aprovecho esta oportunidad para recordar a las instituciones que, en su día, puse mi colección de carteles y documentos cinematográficos al servicio de un posible museo que reúna aquello que el séptimo arte dio a nuestra ciudad como proyección universal, así como la fascinación del paisaje granadino para cineastas de todo el mundo, sin olvidar aquellos nombres, nacidos en Granada (directores, músicos, actores, peluqueros, cartelistas, escenógrafos, escritores, figurinistas, productores, etc.) que han sido capaces de aportar su talento en obras que el celuloide se ha encargado de hacer imperecederas (aunque algunas, lamentablemente, hayan desaparecido de las filmotecas).

Tras el error enorme, a mi criterio, de no utilizar el Banco de España como espacio cultural (no ha ocurrido igual con el Banco Iberoamericano en Madrid, situado en la mismísima calle de Alcalá, esquina Barquillo, sede ahora del Instituto Cervantes, y en donde se desarrollan importantes actividades y algunas muestras memorables, como las organizadas por la Fundación Pablo Iglesias), ahora, al parecer, está a punto de consumarse otro desfalco del patrimonio cultural granadino: esas casas-palacio que el Ayuntamiento de Granada intenta que pasen a propiedad privada para deliciosos hoteles con encanto u otros menesteres.

¡Qué torpeza la de unas y otras instituciones al dar cobijo en esos espacios a colecciones que serían admiradas no sólo por nuestros paisanos sino también por el turismo cultural que nos visita! Llevamos, sucesivamente, varios hechos que lamentar profundamente: el traslado del archivo Elena Martín Vivaldi a Valladolid, la pérdida irreparable de piezas -vinculadas al bailarín Antonio y al Festival Internacional de Música y Danza- por las que no nos hemos interesado en subastas, pasando a particulares y en algún caso muy concreto, y previa criba, a la Junta de Andalucía, sin criterios que relacionasen al artista inaugurador del famoso festival para su conservación en Granada; también volaron a coleccionistas obras subastadas que fueron propiedad de nuestro dramaturgo José Tamayo… ¿No fue una promesa, casi electoral, el conservar unida y para ser vista la colección de arte del Centro Artístico Científico y Literario de Granada?

Que nadie pueda creer que una de mis enfermedades sea museítis aguda. Cualquier lector inteligente comprenderá que el hecho de reivindicar un Museo Eugenia de Montijo, un Museo del Cine, un espacio que reúna lo que ha sido uno de los festivales más importantes del mundo o que no se pongan mohosos -aunque últimamente se ha cuidado más este aspecto- patrimonios recibidos en donación pero alguna vez olvidados en sótanos, almacenes o expuestos al expolio.

A raíz de la exposición Granada en el cine. El cine en Granada, de mi propiedad, que llenaron las paredes del Espacio Arrabal y Cía., tanto Granada Hoy como otros medios pusieron generosamente sus ojos en el lienzo de plata, en un arte que emocionalmente ha llenado y llena a varias generaciones. Precisamente, José Nadal, una persona admirable y a quien siempre respeté, autor de un libro delicioso sobre los viejos cines de Granada, puso a disposición del Festival de Cine Clásico su numerosa recopilación (toda una vida) de folletos de cine, aquellos que nos daban como promoción del próximo estreno en las taquillas, muchos ahora con un valor económico altamente considerable. Me reconforta que haya personas como él, capaces de desprenderse de sus tesoros.

Me duele tremendamente que mientras algunos estamos dispuestos a regalar, que no a vender, a la ciudad, como una herencia conmovedora, aquello que hemos reunido con esfuerzo e incluso con cierto sacrificio económico, se reciba la bofetada de comprobar cómo estas colecciones -que en cualquier parte del mundo serían reconocidas y agradecidas- pueden volar a los anticuarios o a lugares muy diferentes a los que desde siempre estuvieron destinadas para compartir el latido de la ciudad y sus gentes, y para hacer aun más amplio el ofrecimiento que un territorio pleno de raíces culturales puede mostrar a quienes llegan para conocernos mejor.

Insisto, ¿no hay recintos que las alberguen mientras, en anuncios por palabras, nuestros palacios o casas granadinas se brindan al mejor postor? ¡Qué cabezonada el tema del Banco de España! ¿No podría haber ido la Escuela de Fiscales a un edificio de nueva planta, vanguardista, que se uniera a otros proyectos arquitectónicos de este tipo? ¿Nadie ha advertido que a unos pasos de este edificio de la Gran Vía estuvo el primer lugar donde se proyectaron películas en los inicios del cinema, no recuerdan muchos el desaparecido Coliseo Olimpia a unos pasos de la acera de enfrente?

Ya Lola Ruiz e Izquierda Unida se han expresado en este sentido como muchos granadinos. Yo me uno a ellos sin adscribirme a ningún partido, a ningún bando. Solamente reivindico, con el permiso de todos y tímidamente, lo que en una de mis visitas a Granada he podido contactar.

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