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El regreso del hijo pródigo

Fue un camarero español el que, allá en los años 50, se percató de que Pablo Picasso se encontraba aquel día entre los comensales de su restaurante. Temeroso de la fama del genio, se acercó no obstante a él y le pidió que le firmara lo primero que tuvo a mano: el menú de la jornada. Picasso aceptó el ofrecimiento y firmó Picasso de Málaga. Aquel menú se conserva actualmente en la Fundación Picasso Casa Natal y ha servido de inspiración a la exposición que se inauguró ayer en el Museo Picasso Málaga, la primera de las cinco con la que la pinacoteca celebra durante este 2013 su décimo aniversario. Esta muestra temporal, bautizada precisamente como Picasso de Málaga, podrá visitarse hasta el 9 de junio y presenta todo un viaje a los primeros diez años de vida del genio, en los que, entre 1881 y 1891, creció en la ciudad mediterránea bañada de luz y de contrastes mientras mostraba su primera inclinación al arte, especialmente de la mano de su padre, el pintor y profesor José Ruiz Blasco. Picasso de Málaga reúne así 53 obras del artista, realizadas en distintas épocas pero reveladoras de los motivos de su infancia, así como 35 piezas de otros artistas que llegó a considerar maestros en sus años de primerísimo aprendizaje y 104 documentos que dan cuenta tanto de su vida familiar como de la transición brutal que experimentó la ciudad en aquellos años. Porque, en este viaje, Picasso y Málaga comparten el protagonismo mano a mano.

El director del museo, José Lebrero, subraya que esta propuesta presenta a un Picasso "antes de Picasso", en una etapa pregenética de la que "nunca se habían reunido tantas obras como ahora". La muestra, organizada en colaboración con el Museo Picasso de Barcelona (enriquecida además con las aportaciones del Museo del Prado, el Museo de Málaga, la Biblioteca Nacional de España, la Fundación Casa Natal, el Museo del Patrimonio Municipal y diversos coleccionistas, especialmente malagueños), se distribuye en varias secciones en torno a calculados temas (palomas, cenacheros, marinas, retratos de familia, paisajes y tauromaquias) a partir de un criterio de "yuxtaposición". Lebrero destaca en este sentido la presencia de marina de Ocón junto a una copia realizada por José Ruiz Blasco y una segunda copia firmada por el Pablo Picasso niño, una confluencia de espejos gobernada por la mano del padre, ávida en el servicio de influencias a su vástago, exento aún del rigor académico pero ya familiarizado con sus terminología más prolija.

En la misma línea, el comisario de la exposición, Rafael Inglada (poeta, editor, biógrafo de Picasso y responsable del Departamento de Publicaciones de la Fundación Casa Natal) incide en la idea de que Picasso de Málaga, un proyecto en el que comenzó a trabajar hace diez años, establece "un lenguaje común para Picasso y los maestros que le precedieron, especialmente su padre. Es cierto que la presencia de otros pintores, amigos de José Ruiz Blasco, era habitual en su casa, pero fue su padre quien gestionó toda aquella proximidad. Por eso me molesta que cuando en cualquier parte se citan a los maestros de Picasso no figure Ruiz Blasco entre ellos".

Entre retratos de familia, símbolos de la Málaga autóctona que quedaron fielmente acuñados a finales del siglo XIX, las yuxtaposiciones de las palomas picassianas y las que anidaban el palomar de su padre, imaginerías religiosas, libros de familia y otros elementos, la ciudad emerge en su acepción más pretérita, como una Atlántida en descomposición, a través de varios archivos fotográficos particulares, cartelería de la época, mapas y otros testimonios interesantes. Fue en aquella ciudad recién partida en dos por un terremoto, repleta de arrabales, insalubre y pobre, dispuesta a una profunda redefinición de sus presupuestos urbanísticos, en la que Pablo Picasso vino al mundo. Lebrero afirma que Málaga es, en relación a Picasso, una noción urbanística y sociológica, pero también, y ante todo, antropológica. Cuando, algunos años después, su familia recriminó al genio haber apostado por una pintura incomprensible, él respondió al padre que le había introducido de la mano en aquel misterio como un médium: "Yo veo cosas que vosotros no podéis ver". Muchas de esas cosas ya estaban en la Málaga en la que nació y de la que se marchó antes de cumplir diez años con destino a La Coruña: carromatos arrastrados por hombres quemados por el sol y acémilas flacas y devoradas por las moscas, corridas en la Malagueta en las que toros y caballos terminaban descompuestos en sangrantes carnicerías, la presencia del mar tan callada como amenazante, una miseria que parecía a punto de estallar en cualquier parte. Como dice Tzvetan Todorov, el lugar de donde uno es no puede traducirse en una imposición para el conjunto de la existencia; pero sí constituye, a menudo, un espacio de libertad.

En este sentido, resultó significativa la presencia en la inauguración de la exposición, el pasado 25 de febrero, de Javier Vilató, sobrino nieto de Picasso, quien no ocultó su emoción: "Habíamos soñado varias veces la posibilidad de ver estas obra reunidas, las del abuelo Pepe con las palomas de Picasso y todo lo demás, y lo cierto es que Málaga es el lugar idóneo. Ver todo esto ahora es como pasar las páginas de un álbum de familia. La exposición representa bien el ambiente de su casa, en la que convivían la deriva del oficio de artista desde el siglo XVIII y sus ganas de romper esos moldes. La reconstrucción de ese mundo constituye una propuesta muy especial. Yo, al menos, llevo años esperando esto. Se habían hecho algunas cosas en París, también con obras de su padre, pero nada tan completo".

La exposición trae consigo, como es habitual, un amplio programa de actividades paralelas.Una de ellas fue el seminario Málaga a finales del siglo XIX, que reunió en el auditorio del Museo Picasso al arqueólogo Manuel Corrales, el jefe del Departamento del Pintura del siglo XIX del Museo del Prado Javier Barón y la historiadora del arte Lourdes Jiménez para trazar las claves de la ciudad en esta época y su ambiente artístico. Visitas guiadas, coloquios y talleres para escolares culminarán esta mirada al hijo pródigo, hoy recuperado.

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