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El rigor expositivo que aglutina el arte, la zoología y el coleccionismo

  • El Hospital Real acoge una muestra donde se conjuga a la perfección la visión de artistas como Ángeles Agrela, Santiago Ydáñez y Jesús Zurita sobre distintos aspectos de la naturaleza

Hace unos meses pudimos contemplar una magnífica exposición en las Salas del PTS granadino. No era una más de las muchas que tienen lugar en el nuevo Parque Sanitario. Se trataba de una muestra que enfrentaba museográfica y conceptualmente la obra de una serie de artistas contemporáneos con piezas extraídas de la colección del Patrimonio de la Facultad de Medicina. Se le puso el sugestivo título de El Peso del alma. Fisiología de la vida y de la muerte y en ella pudimos comprobar, además de los alcances creativos de los muchos artistas presentes, la calidad de algunas de las piezas que configuran ese patrimonio casi escondido de la UGR y que los estudiantes de Medicina tenían a su disposición para su formación médica. Como continuación de aquella y siguiendo con el claro objetivo de poner en estrecha relación dos estamentos, el científico y el artístico, el Vicerrectorado de Extensión Universitaria ha organizado Selección Natural. De Isla Darwing al Gabinete del Naturalista, una importantísima muestra, comisariada por las profesoras Belén Mazuecos y María Luisa Bellido, en la que se conjuga a la perfección la visión de artistas contemporáneos -casi todos relacionados con la UGR, bien porque hayan sido alumnos de la Facultad de Bellas Artes, profesores de la misma o porque estén estrechamente a ella vinculados- sobre distintos aspectos de la naturaleza, su evolución y algunas especialísimas circunstancias; obras de arte que mantienen un silente diálogo con una serie de ejemplares sacados de la colección del Departamento de Zoología de la Universidad.

El espectador cuando entra en los espacios de la Sala Capilla del Hospital Real se encuentra en un ambiente distinto al habitual de las salas de exposiciones. Se introduce en una especie de aquellos gabinetes antiguos donde los científicos y naturalistas convivían con sus especies, conchas, insectos, fósiles, sus animales disecados, sus ejemplares introducidos en frascos de formol y todo aquello que constituían la realidad de los viejos laboratorios y estancias de investigación. Museográficamente la disposición de los espacios ha sido un total acierto y el visitante se envuelve en los misterios de la magia de aquellos gabinetes pretéritos; incluso, el aparente abigarramiento de elementos expuestos, responde a ese deseo de plantear una escena adecuada a la realidad del concepto expositivo, en el que se distribuyen, en un ordenado desorden, objetos recopilados a lo largo d el tiempo y procedentes de diferentes ámbitos.

Hay obras de interés histórico del Gabinete de Historia Natural de la UGR del siglo XIX

La exposición se estructura en cuatro apartados: Isla Darwing: el origen de las especies, Taxonomía de la Diversidad, Estrategias de camuflaje y adaptación al medio y Fauna fantástica: metamorfosis, híbridos y quimeras. Mucho y bueno encierran estas cuatro categorías, pues junto a la calidad y espectacularidad de los objetos y ejemplares expuestos se ofrece algo más de treinta obras de artistas contemporáneos que presentan piezas, muchas realizadas ex profeso para la muestra, sujetas al sentido naturalista que subyace en todo el complejo ideario de la exposición.

En la primera sección , Isla Darwing: el origen de las especies, se mezclan piezas relacionadas con el medio marino: un ejemplar de tortuga boba, un albatros viajero, una maqueta del siglo XIX de una ascidia y numerosos frascos con esponjas marinas, corales y otros organismos acuáticos. Junto a ellos obras de María Acuyo, a quien la estética orgánica le ha interesado sobremanera, dada su formación, a la par que artística, farmacéutica. Domingo Zorrilla nos presenta un cuadro protagonizado por un tardígrado, una especie animal que se enquista en un musgo y renace en un charco rodeado de distintas especies. Mar Garrido realiza un vídeo donde la idea de la evolución y del transcurrir del tiempo está especialmente tratada desde una especie de paraíso presentido. Por su parte, Roberto Urbano, nos ofrece una escultura, Gorgona, un pelícano que comparte escenario y casi se confunde con las piezas taxidermizadas que encontramos en el conjunto de la muestra.

En el segundo apartado, Taxonomías de la diversidad, nos encontramos con las infinitas especies que pueblan el reino animal. Un magnífico oso pardo, un mandril, esqueletos de animales, como el de un primate, cráneos, una gran diversidad de pájaros, así como un cráneo de avestruz de principios del siglo XX; elementos de un gabinete naturalista que dialogan con la galería de retratos de animales de Juan Antonio Baños y que se mezclan en las vitrinas con las piezas objetuales de Aixa Portero, M. Ángeles Díaz Barbado, Laura Segura, Joao Wesley de Souza y Santiago Ydáñez.

En la tercera sección, Estrategias de camuflaje y adaptación al medio, nos damos de frente con animales que necesitan cambiar de fisonomía para pasar inadvertidos ante la descarnada realidad que impone la Naturaleza. Entre las piezas seleccionadas nos encontramos con obras de gran interés tanto zoológico como histórico por pertenecer al Gabinete de Historia Natural de la UGR del siglo XIX. Caballitos de mar, camaleones, un lince ibérico, un erizo europeo y un armadillo de nueve bandas. Junto a ellos un pequeño catálogo de obras de grandes artistas actuales en cuyos trabajos se aprecia, de forma mediata o inmediata, esas connotaciones conceptuales exigidas para la muestra, en este caso para aquellas estrategias que permiten al animal adaptarse al medio o pasar desapercibido en situaciones hostiles. No podía faltar en una categoría donde se plantea el concepto de camuflaje, una obra de Ángeles Agrela, de aquella iniciática serie sobre esta idea de pasar inadvertido, mezclado con el entorno, o la de Marisa Mancilla, con esa representación de lo real puesta más que en evidencia; así como la belleza ambigua del pavo real de Miguel Carini, o los ojos de la mariposa de Santiago Vera Cañizares. Tremendamente sugestivas son las obras de Juan Ángel González de la Calle -uno de los pocos artistas invitados, sin relación con la Universidad de Granada- y de Antonio Montalvo. En la del jerezano, un animal de naturaleza híbrida adquiere especiales connotaciones y en la del granadino, otro animal inventado escapa y se refugia ante el peligro. La fiereza y el sentido depredador lo marca la obra Menis de Francisco José Sánchez Montalbán, que se decanta aquí por una pieza dibujística, apartándose por una vez de su apasionante fotografía. Junto a ellos, obras de Simón Zábell, Heli García y Antonio Callados Alcaide.

Por último, la sección Fauna fantástica: metamorfosis, híbridos y quimeras, probablemente el momento expositivo de mayor magia y encanto visual, agrupa piezas de ejemplares únicos o tremendamente particulares que responden a fenómenos originales, deformados o a verdaderas aberraciones naturales como peces voladores, una oveja con dos cabezas, otra con dos cuerpos, un ornitorrinco, un murciélago ratonero, un zorro volador, un basilisco guardado en un frasco de formol, del que cuenta la leyenda que era tal su fétido aliento que por donde pasaba nada crecía y que, además, podía matar con su silbido o con su mirada, así como una quimera, el espécimen fabuloso. Piezas zoológicas que se dan la cara con obras artísticas de primerísima categoría como la magnífica pintura Ness de Paco Pomet, en la que un remero con cabeza de pájaro conduce una barca llena de enigmáticos pasajeros; la escultura de Hombre pez preguntándose dónde está de Jesús Montoya; la también magnífica Fábrica de quimeras de Pedro Cuadra; la metamorfosis del chihuahua de Santi Ydáñez o la de Jesús Zurita en su impresionante Tititití. También hay que mencionar los ídolos de Laura Salguero, el proyecto site specific de Iván Izquierdo; los trofeos de caza de Javier Navarro o las imágenes escaneadas de distintas especies de escarabajos deJavier Alba-Tercedor, profesor de Zoología, que sirvieron de inspiración para los efectos especiales de Blade Runner 2049.

Estamos, pues, ante una magnífica exposición, sabiamente estructurada, acertadamente comisariada, rigurosamente distribuida y planteada para que la zoología y el arte contemporáneo encuentren caminos adecuados y tangentes.

Cuando el arte atraviesa por esquemas poco edificantes, con presencias no del todo impregnadas de verdad, una muestra como la presente, ideada por personas sabias que están implicadas en el Arte, sirve para reencontrarnos con la autenticidad de lo artístico. Aquí, el Vicerrectorado de la UGR, con la solvente y decisiva presencia de Belén Mazuecos y el rigor de María Luisa Bellido, sin olvidar el buen trabajo de montaje del equipo del Hospital Real, propician una muestra de absoluta categoría. Ya la quisiera yo para sitios más cercanos.

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