Está estigmatizada por la izquierda, pero nadie está haciendo tanto como ella por acabar con el imperio de la derecha en la gobernanza de la Comunidad de Madrid (cinco lustros ininterrumpidos) y más que criticarla por su "mezcla perfecta de fanatismo e incompetencia" (Íñigo Errejón) debería estarle agradecida.

Su reguero de perlas no cabe en esta columna, pero ahí van algunas de las más memorables: "Os iréis de vacaciones y cuando volváis Podemos habrá dado la casa a sus amigos okupas". "El concebido no nacido debe ser considerado un miembro más de la unidad familiar". "Los atascos me hacen sentirme muy orgullosa de mi ciudad, no los defiendo pero un atasco a las 3 de la mañana me parece una enseña de Madrid". "Me parece ofensivo que se hable de empleo basura para el que busca oportunidades"...

Por no hablar de su idílica visión de las penurias de los miles de jóvenes españoles que se buscan la vida en el extranjero; según la desenvuelta presidenta madrileña se largan en rigor dichosos "a compartir otra cultura"; o el traslado de los fastos del Orgullo a la Casa de Campo (al zoo le faltó añadir); o de su paso como colaboradora por La Tuerka, sí, sí, el programa que dirigía Pablo Iglesias. Un cadáver en su armario...

El problema es que todo esto no tiene ninguna gracia. Estamos hablando de la presidenta de la Comunidad de Madrid, inmersa en plena batalla contra el coronavirus. Al quite, Isabel Díaz Ayuso, que ve cómo va dimitiendo poco a poco su equipo sanitario y que anuncia la inminente inauguración de un hospital de emergencias que cuesta 50 millones de euros. Oneroso pero pertinente. El problema es que en una tensa entrevista en Telemadrid (fuego amigo) este domingo no supo responder cuántos sanitarios va a contratar para atender sus mil camas. "Esas preguntas no se le hacen a una presidenta autonómica", exclamó tras varios titubeos ante las preguntas y repreguntas.

Y se encomendó a los refuerzos que puedan llegar de los ya saturados hospitales madrileños... Suena a vestir a un santo desnudando a otro (ya en pelotas)... Y su reproche a la sufrida periodista fue, mira por dónde, muy bolivariano.

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