David, nuestro David. Cuánto lo siento. Cuánto siento tu partida. Cuánto siento por los que no te han conocido, porque se han perdido de ver en ti una luz increíble que hoy brilla con fuerza en el firmamento. Ya eras luz aquí, para tus amigos, para los que te seguían, para el arte, para la moda. Ya eras luz para ese círculo privilegiado al que brindaste tu cariño y fascinante actitud, que sólo los valientes gastan con coraje ante las cornadas que enviste la vida.

Eras especial. Único. Rompedor. Libertad. Eras tú. Sigues siendo tú. Quizás tu final estaba escrito y no lo queríamos ver. Apreciábamos tu férrea insistencia en seguir estando. Esa insultante vitalidad con la que te cogías de la mano, como con Bimba. Como con tu más que musa fiel, con amor profundo declarado con sabor a esperanza. Espero que desde lo más alto, ella estuviera con sus brazos bien abiertos deseando cogerte para hartarte de besos. Ahora podrás vestir a los ángeles más rebeldes y menos puristas del cielo.

Al fin podrás descansar. Las pasarelas del mundo se ponen de luto. Rinden homenaje a alguien que vino, vio y venció. Alguien que volvió a subir a desfilar el concepto de arte. No era sólo ropa. El delfín se había sumergido en los mares para saltarlos a su gusto y manera. Para jugar con lo serio, para llenar de elegancia, de atrevimiento, de escepticismo. No-one. Inferno. Missing. Cour des Miracles. Mentiras. Con qué tierna prudencia saludabas a tu público en Cibeles y Nueva York, mientras soltabas con finura la controversia. 'Ahí la lleváis, ya tenéis alimento' parecía encajar tu tímida sonrisa andaluza entre focos.

Te vamos a echar de menos Delfín. Porque fuiste una de esas personas que tocan en lo hondo. Que tienen una forma de ser que deja huella en los demás. Que son un espejo donde el resto puede reflejarse. Hiciste hueco. Creaste un lugar y un precedente como l'enfant terrible que nadie podrá ocupar en mucho tiempo. Vuela alto David, vuela alto. Con toda mi admiración.